jueves, 11 de febrero de 2010
Lázaro Spallanzanni el cura útil
LAZARO SPALLANZANI, EL PAPI INVOLUNTARIO DEL RADAR
Uno de los científicos más engavetados de la historia indudablemente es el hombre a quien le debemos el radar debido a su estudio de los murciélagos:el sacerdote italiano Lázaro Spallanzanni.
Nacido un 19 de enero de 1729 en Scandiano de Modena, era el hijo de un tufoso abogado que se creía primo hermano de Papa Chu. Sin embargo el padre de Lázaro fue una buena influencia para su regordete hijito, ya que él tomó las riendas de la educación del chico desde que Lázaro pudo leer de corrido. El pálido Lázaro, al cumplir los 15 años, fue enviado a la fábrica de Jesuitas en Reggio de Modena, a pesar de que las hormonas lo inclinaban a las actividades más comunes en los adolescentes y le fascinaban las rubias. Lázaro resistió lo mejor que pudo la presión de su familia por ensotanarlo, y contando con el apoyo de un noble joven, pudo irse a la universidad de Bologna, donde tuvo como maestra a su paisana Laura Bassi, profesora de física de gran renombre.
Lázaro se infatuó como un loco con esta teacher, a pesar de la diferencia de edades entre ambos, pero el mejor legado de la Bassi hacia su alumno fue que el joven optó de una vez por todas por hacerse científico. Con ella se dedicó horas enteras al estudio de la filosofía natural, matemáticas e idiomas. Bassi también le hizo tomar curso tras curso de idiomas, y Lázaro pronto habló buen latín, griego, hebreo y se adentró por los vericuetos de otros idiomas. Poco apoco, Lázaro fue dejando a un lado los estudios de leyes. A pesar de su intención original de no hacerse sacerdote, Lázaro cedió y tomó la sotana, convirtiéndose en un sacerdote muy peculiar. En 1754 se hizo profesor de planta de la universidad de Reggio impartiendo clases de griego, metafísica y lógica, y en 1760 lo mandaron a llamar de Modena, donde dio clases con gran éxito. Lázaro ya era famoso en toda Italia, y su buena reputación saltó las fronteras para difundirse por toda Europa. Muchas otras universidades italianas le solicitaron que diera clases para ellas, y hasta le cayó una propuesta jugosa de la Universidad de San Petersburgo en Rusia, dado que la emperatriz Elisabeth Romanov era una de sus numerosas fans, a como lo sería posteriormente Catalina II La Grande de Rusia.
En 1768 aceptó irse ala Universidad de Pavía como profesor de historia natural por ofrecimiento del a gran emperatriz austríaca Ma. Teresa de Habsburgo, quien estaba reorganizando dicha casa de estudios. También le cayó como ipegue el cargo de director del Museo de Pavía, el cual se vio enriquecido por sus numerosos trabajos que realizó cuando anduvo haciendo estudios por el Mediterráneo. En 1785 la universidad de Padua lo invitó a dar clases ahí, pero para retenerlo en Pavía los Habsburgos le duplicaron el salario y le permitieron hacer un viaje ansiado a Turquía, donde estuvo por casi un año haciendo estudios de minas de cobre y hierro. Al regresar a casa, Lázaro fue recibido con gran pompa y boato, le esperaba con los brazos abiertos en Viena nada menos que José II de Habsburgo, emperador que quedó con el trono después de su mamá María Teresa. En Pavía los estudiantes lo esperaban ansiosamente, ya que siempre fue idolatrado por los jóvenes.
Como nunca faltan pelos en la sopa y la envidia es el tributo que los mediocres le pagan al genio(a como dice Oscar Wilde), la ausencia de Lázaro fue aprovechada por un rival suyo para echar dudas sobre su manejo de los fondos del museo. Lázaro, siempre probo, pidió que hicieran una investigación judicial y pronto su honor se vio libre de tacha. Sus acusadores hasta le ofrecieron disculpas. En 1788 visitó el Vesuvio, cerca de Nápoles, y otros volcanes en las islas Lipari y Sicilia. 4 años después publicaría un extenso trabajo sobre las investigaciones realizadas ahí. Uno de los grandes dolores del a vida de Lázaro sedaría cuando su amigo, el emperador José II de Habsburgo, murió súbitamente en 1790. Lázaro, aunque siempre siguió siendo curioso como gato chiquito, se fue entristeciendo y se murió de una apoplejía el 12 de febrero de 1799 en Pavía.
Admirado por muchos, envidiado por varios, adorado por los estudiantes, Lázaro Spallanzanni fue un genuino workaholic desde joven. Incansable viajero, buen maestro, gran investigador y hombre probo a carta cabal, pocos científicos reúnen tantas virtudes como él. A sus estudios sobre la conducta de los murciélagos debemos los conocimientos que permitieron que en el siglo XX se desarrollara el radar oportunamente para ayudar a los Aliados durante la II Guerra Mundial. Las bases de la moderna vulcanología fueron establecidas por él...así como los fundamentos de la meteorología actual. Pero sus mayores aciertos los logró en el campo de la fisiología. Hizo buen trabajo investigando sobre la respiración, y es uno de los precursores de la inseminación artificial en los animales ya que se dedicó minuciosamente a estudiar su proceso de fertilización desde 1780. En el campo de la digestión, pudo probar que este proceso no era solamente de trituración sino que también involucraba jugos gástricos en el proceso. Irónicamente, Lázaro, quien comprendía tan bien el proceso digestivo, sería una frecuente víctima de la dispepsia y gastritis, ya que era muy bueno a la muela y a menudo se excedía con el consumo ilimitado de los dulces. Y como muchos buenos gourmets son buenos cocineros, los numerosos amigos de Lázaro afirmaban que tenía excelente cuchara.
Amante de la naturaleza en todas sus formas, Lázaro tuvo incontables mascotas, desde un perro llamado Dragón(nombrado así por su apetito y mal aliento) hasta un caprichoso gato Manx llamado Romeo, regalo del emperador José II de Habsburgo. Reza la leyenda que Lázaro aprovechó la desinhibida líbido de su gato cola chinga para estudios de la fertilidad animal. Nunca se ha podido confirmar el rumor de que entre Lázaro y Elisabeth Pavónyi, una acaudalada viuda húngara que fue madre de tres de los alumnos del científico, hubiera tanto arrumaco que hasta un niño naciera de esa relación adulterina. Para colmo, las cartas entre Lázaro y Elisabeth se ”perdieron” poco después de la muerte del genio, y no faltamos los chismorrones que le echemos el muerto de esa pérdida de documentos a la conflictiva familia política de la joven viuda, quien era mantenida a mecate corto por los hermanos del finado.
Hoy en día, cada vez que se habla del radar, la inseminación artificial, la vulcanología o la meteorología, debemos de rendirle el charro a un italiano cuyas energías hicieron posible tanta acumulación de conocimientos que nos han beneficiado a todos.
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