jueves, 11 de febrero de 2010
Leonor de Aquitania
LA LEO,REINA Y PRECURSORA DEL FEMINISMO
En mis tiempos de estudiante en Francia, me escapé de mis pesados tomos de historia por un fin de semana para ir a Fontevraud, en el sur del país, para cumplir un viejo deseo de ir a visitar la tumba de una de las mujeres que más he admirado en la historia: Leonor de Aquitania, Duquesa de Poitou, mandamás de Aquitania, reina primero de Francia y luego de Inglaterra, patrona de las artes, excelsa poetisa y madre leona. La Leo, para mí, y que me perdonen el abuso de confianza. La Leo está sepultada al lado de su amadísimo hijo Ricardo Corazón de León, a quien consintió tanto que acabó confirmándolo como maricón de cuidado.
La bellísima Leonor debutó en este valle de lágrimas en 1122, un 19 de noviembre según algunos registros y un 22 del mismo mes según otros. Era nieta del fabuloso IX Conde de Aquitania y Poitou Guillermo, trovador inspirado, hermosísimo gordito de ojos verdes y líbido portentosa que anduvo en la Primera Cruzada. Sus padres eran Guillermo X(nacido en 1099 y muerto en 1137) y la hija de la querida oficial de su abuelo. Los padres de Leo estaban casados desde 1121 y al nacimiento de ella siguió el de otra chica, Petronilla y el del varoncito Guillermo Aigret. La corte del abuelo de Leo era el centro de trovadores, maromeros, intelectuales y mujeres hermosas, y Leo heredó de su alegrísimo ancestro el amor por las artes, la inteligencia y la alborotada sexualidad. Leonor y sus hermanos fueron muy bien educados por los mejores tutores, y se relata que fue una excelente alumna. La niñez despreocupada y feliz de Leo acabó con la muerte de su madre, de su hermanito menor a quien idolatraba, de su jovial abuelito(en 1126) y de su padre en 1137. Huérfana, Leo resultó ser la heredera más rica y seductora de Francia. A los quince años la casaron por razones de estado con el rey francés Luis VII(nacido en 1121 y muerto en 1180), un hombre que se había visto coronado por accidente del destino cuando su hermano mayor murió. Luis VII había sido preparado para entrar como prelado católico, era soso, grave, aburrido, piadoso hasta decir quitá y de bajísima líbido. Sin bien admiraba a su hermosa e inteligente consorte, no era muy adepto a pasar horas en la cama entregado al deporte erótico. No fue hasta en 1145 que Leo logró parirle una hija, Marie, y Leo se dedicaba a coser, guisar y leer para no aburrirse como una ostra mientras su regio maridito pasaba horas rezando arrodillado. Leo incluso ansiaba poder gobernar personalmente su alborotada Aquitania, pero Luis VII no la dejaba desarrollarse. Cuando Luis se animó a irse en la segunda cruzada a Palestina, Leo levantó una compañía de mujeres para que la acompañaran y se fue de cola de su marido. En Antioquía, Leo fue recibida con gran pompa por su tío Raymundo, y entre el tío y ella opinaron que Jerusalén podría ser capturada si tan solo hacían que los turcos se replegaran hacia el norte. Luis VII se sintió emasculado al ver que Leo opinaba en asuntos de tácticas militares(a como muchos militares hoy se santiguan cuando hablo del desembarco de Normandía y otras cosas no aptas para damas) y hubo una aparatosa reyerta matrimonial. Luis prefirió regresar a casa llevando a una furiosa Leo casi de las mechas, y pronto se pudo ver que la cruzada fallaba opíparamente. Roberto, el hermano de Luis, prefirió huir también de regreso a casita. De camino a Francia, Leo y su aburrido y machista marido visitaron al papa de turno para ver si les daba el divorcio, pero el heredero de Pedro en ese entonces se las creyó de consejero nupcial a lo precursor de Masters y Johnson y mas bien los mandó a que se refocilaran un ratito en la cama. De vuelta en Francia, Leo descubrió que ya no soportaba a su marido y para colmo estaba encinta de nuevo como producto de que su Luis siguiera el consejo del papa. En 1150 parió a su segunda hija, pero ni el nacimiento de este segundo retoño pudo reparar el matrimonio. Finalmente en 1152, tras haber mandado un buen costal de reales a Roma, Leo se vio libre. Para entonces, ya había llegado un robusto y rubicundo muchacho de 19 años a rendirle respetos a Luis VII, Enrique de Plantagenet, Duque de Normandía y futuro rey Enrique II de Inglaterra. Leonor, ya llegando a los 30 años, se había enamorado apasionadamente de Enrique y apenas 8 meses después de su divorcio de Luis VII, logró amarrar el nudo nupcial con Enrique, llevándose como dote para su jovencísimo marido casi la mitad de las tierras que hoy conforman la Francia moderna. Con el apoyo y la plata de Leo, Enrique en 1154 se hizo rey de Inglaterra. A Enrique, Leo le parió cinco varones y tres hembras. Cuando los chicos fueron creciendo y Enrique encontró a su mujer demasiado sesuda para su gusto, comenzaron a desfilar las queridas y Leo le cerró las puertas de su alcoba en la cara después del pavoroso parto de Juan, futuro Juan Sin Tierra, cuando ella tenía 44 años de edad. Reza la leyenda que Leo se dio cuenta de que la bella Rosamunda Clifford era la amante de su marido y la hizo pasar por un laberinto, entre otras torturas de esposa despechada. Posteriormente, Enrique le dio quehacer a Leo con una muchacha francesa que era hija de Luis VII(ex marido de Leo) y su segunda esposa. Resulta que Enrique había hecho llevar a la joven a su corte para educarla y comprometerla con su homosexual hijo Ricardo Corazón de León, pero el que acabó seduciendo a la chica y quedándose con el mandado fue Enrique aprovechando que el marica de Ricardito no miraba a la chavala ni con el "ojo del pie."
En 1169 Enrique mandó a Leo a Aquitania a que pacificara a los revoltosos súbditos, y de paso se la quitó de encima. Una vez más los mejores trovadores, intelectos y sabios se reunieron en Poitiers, Leo se reconcilió con su hija Marie habida de su primer matrimonio, y entre ambas comisionaron al bardo Chrétien de Troyes que compusiera el romance de la Reina Ginebra y Lancelot. Marie y Leo hicieron un código del amor de 31 artículos, escribieron pensamientos feministas que llenaban de pavor a los machos de entonces y Leo promocionó las Cortes del Amor, donde las parejas llevaban sus querellas románticas ante un tribunal de ilustradas damas. A lo largo de este período Leo no descuidó su propia vida amorosa y tuvo varios amantes, entre ellos a un bello negro sarraceno. En Navidad de 1172 Enrique II llamó de nuevo a Inglaterra a su esposa e hijos, pero en 1173 los muchachos, animados por Leo, se rebelaron en contra suya. Enrique II optó por encarcelar a la rebelde y consentidora Leo. Leo pudo salir de su jaula de oro hasta que su atribulado maridazo estiró la pata en 1189. Para entonces tres de sus hijos ya estaban bajo tierra, y Ricardo subió al trono para calzarse los zapatos de Enrique II. Cuando Ricardo se fue a las Cruzadas, Leo quedó de regente calentándole el taburete, y ella le consiguió como novia a Berenguela de Navarra para que el pobre mariposón tratara de engendrar herederos, cosa que nunca pudo. Leo, consciente que Ricardo podría romper el compromiso, escoltó a Berenguela hasta que la boda se dio. Ricardo murió un 6 de abril de 1199 víctima de gangrena, y fue sucedido por Juan Sin Tierra, el último retoño de Leo. Leo regresó a Aquitania y se retiró a la abadía de Fontevraud, escribiendo poemas, cosiendo, e intrigando como siempre, a tal punto que fue ella la que escogió a su nieta castellana Blanquita para que fuera la esposa de un nieto de su ex marido. Rodeada del respeto de nietos, Leo fue una viejita bien chimbarona y se reía cuando le preguntaban si era verdad que se había acostado con el sultán Saladino-el hombre que fue el gran amor platónico de Ricardo Corazón de León.Leo murió un 2 de abril a la edad de 82 años sin haber perdido un solo diente, con el cabello como lechoso lino y sin haber padecido de ningún dolor de artritis en toda su vida. Fue sepultada al lado de su idolatrado hijo gay Ricardo, y su tumba es visitada por miles de mujeres quienes como yo van a rendirle el charro a la seductora precursora del feminismo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario