jueves, 11 de febrero de 2010
Luis XI el rey araña
INTRIGANTE, MAQUIAVÉLICO, TRABAJADOR Y CRUEL: LUIS XI EL REY ARAÑA DE FRANCIA
Uno de los reyes más voluntariosos y eficientes de la historia indudablemente fue Luis XI de Francia, llamado el Rey Araña porque siempre estaba tejiendo una telaraña complicada de tramas y conjuras. Narizón, feo, pálido, sádico, pragmático y un workaholic consuetudinario y con su itinerario, este soberano fue uno de los mandamases que más contribuyó a la unificación del reino galo. Nacido un 3 de julio de 1423 como fruto del matrimonio formado por el tramposo, bastardo y lerdo Carlos VII de Valois El Bienservido el que no movió un dedo por salvar a Juana de Arco aunque la cuaca campesina logró que lo coronaran y su tolerante esposa María de Anjou, quien era a su vez hija de la fabulosa Yolanda de Aragón, fue sietemesino. El vigor y valentía que caracterizaban a su abuela Yolanda se manifestaron en Luis desde sus primeros pasos. También desde niño dio muestras de conocer el valor del ahorro, aunque en el futuro llegaría a ser uno de los seres más tacaños de la historia.
Rencoroso como pocos, tampoco olvidaba un insulto. Quizás por eso, jamás pudo sentir amor por su padre, a quien consideraba un pusilánime bueno para nada y no le perdonaba que el rey a menudo lo hiciera objeto de bromas pesadas, ya que el pobre Luis era bastante feo. Luis también habría de albergar un odio intenso hacia la dulce, rubia y tierna querida de su padre, la famosa Agnes Sorel, y entre sus pasatiempos favoritos estaba el idear nuevas formas de hacerla estallar en llanto. Su rencor hacia Agnes llegó a ser tan legendario que no faltan quienes lo acusen de haberla envenenado. Cuando la famosa concubina de Carlos VII murió, Luis prohibió que se le diera regia sepultura y ordenó que movieran sus restos a un cementerio común.
Luis trató de apear del trono a su papá en varias ocasiones, mereciendo esos intentos que el atribulado Carlos VII lo mandara lejos a gobernar una provincia para sacárselo del pelo. Al afligido Carlos se le atribuye el apodo de “araña” que se ganaría Luis como sobriquet, ya que el padre afirmaba que siempre estaba en medio de una telaraña tejiendo intrigas. Cuando Carlos por fin se fue de este mundo en 1461, su hijo ni le guardó luto y asió el trono como si éste fuera una presa por escapársele. Luis había sido matrimoniado un 24 de junio de 1436 con Margarita, la hija del rey Jacobo I Estuardo de Escocia. Cuando no estaba torturando a su joven y llorona esposa, Luis se interesaba por la política inglesa y entre sus planes estaba restaurar al trono inglés a Enrique VI de la facción Lancastriana solo por hacer saltar de la ira a su archi enemigo Carlos El Atrevido de Borgoña, quien favorecía a la línea Yorkista en la gran rebatiña familiar que fue la Guerra de las Rosas.
Luis habría de vencer a su rival Carlos y la muerte de éste en 1477 definitvamente fue acelerada por las maquinaciones de Luis.Margarita como primera esposa habría de durarle muy poco, y al irse de este valle de lágrimas la pobre mujer no le dejó herederos. El 14 de febrero de 1451 se casó con Carlota de Saboya, quien era apenas una chiquilina de 8 años que estalló en gritos la primera vez que vio con el adefesio con quien la iban a casar. Luis tuvo que esperar en medio de rezongos que su esposa niña tuviera su primera regla a los 14 años para consumar el matrimonio, y de esta unión nacerían sus hijos Ana(1461),Juana(abril de 1464) y Carlos VIII(1470).
Luis como unificador de la Francia de entonces no tiene paralelo en la historia. Además, luchó por echar abajo los monumentales privilegios de los nobles a tal punto que los dejó como sopapeados perros chintanos. Dejó las bases para una monarquía fuerte y un estado sano en el cual la corrupción era arrancada de cuajo antes que echara raíces, algo que nos vendría de perlas a Nicaragua.Por medio de guerras, intrigas o mucha verborrea, Luis forjó una nación sólida.
Sin embargo, tras la intimidad de sus puertas, era un tacaño que ahorraba a extremos increíbles, negándose a comprarse ropa nueva o sombreros lujosos. Se levantaba de madrugada para trabajar en asuntos del estado, algo que nos beneficiaría horrores a los nicas que consideran que la entrada a la oficina debe ser solo después de las 10 de la mañana. Supersticioso a morir, se hacía rodear de astrólogos y charlatanes a quien pagaba gruesas sumas para que le vaticinaran floridos tiempos futuros.
En una ocasión hasta le perdonó la vida a un condenado bajo la condición que el pobre hombre sirviera de conejillo de indias para una operación de cálculos renales, la cual se llevó a cabo sin anestesia mientras Luis observaba curiosamente. Luis murió en Plessis-Le Tour un 30 de agosto de 1483,siendo seguido a la tumba en el mismo año (un 1º.de diciembre) por su mujer Carlota, quien al parecer era tan masoquista que no pudo vivir sin su adorado torturador que la estuviera pellizcando. La corona gala pasaría a manos de Carlos VIII, destinado a pasar buena parte de su vida ejerciendo su geofagia al intentar conquistar a Italia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario