Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

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lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

domingo, 24 de enero de 2010

Marie Louise D´Orleans


Maria Luisa de Orleans. disoluta y glotona



A menudo solamente se suele mencionar Ia bulimia de Ia recordada
princesa Diana como único ejemplo de trastornos alimentarios entre
‘azules”(léase nobles y realeza), pero en Ia historia de Francia, una sobrina-nieta del fa¬buloso monarca Luis XIV figura entre las per¬sonas más trastornadas de Ia historia, Ilegando a ser considerada coma una genuina Messalina gala.
Todo comenzó mal cuando a Luis XIV se le ocurrió casar al único varón de su hermano homosexual Philippe con una hija bastarda que él tuvo como producto de sus retozos con Ia hermosa e intrigante Athenais de Montespán. El sobrino del Rey Sol debió obedecer a su regio tío casándose con su deforme y es¬puria prima, Francisca Maria, quien además de tener serios defectos físicas era egoísta, soberbia y haragana. Entre 1673 y 1716 Francisca Maria le parió a su esposo Felipe (futuro regente de Francia a Ia muerte del Rey Sol) 8 muchachos, estando entre esta numerosa prole María Luisa, quien nació en 1695. Fran¬cisca Maria nunca fue buena madre y se ne¬gó a tener nada que ver con las hijas que tuvo, alegando que para eso habían numerosas ayas y criadas. En manos de sirvientas mañosas, Ma. Luisa fue creciendo díscola, agresiva y caprichosa, encontrando consuelo en Ia comida excesiva como compensación a Ia falta de atenclón de su mamá. Felipe, el padre de Ma. Luisa, trató de compensar Ia falta de afecto siendo un padre divertido y cariñoso, pero ya el daño estaba hecho.
A los 6 años de edad, Ma. Luisa enfermó tan gravemente que los medicuchos que Ia aten¬dieron Ilegaron a darla par muerta. Arrecho ante la incornpetencia de los galenos, Felipe, quien era muy erudito, brillante y letrado, echó a los charlatanes del dormitorio de su hija y él mismo logró que Ma. Luisa recuperara su salud. Felipe personalmente guisó platos nutritivos, le consiguió leche de yegua y cuando la niña se recuperó, procedió a mimarla de forma pavorosa. A Ios 14 años, Ma. Luisa ya tenía su propia corte de damitas en el Palais Royal. Gastaba sumas astronómicas en cosméticos, perlas, trajes y perfumes, pero no era muy adicta al baño..Viéndole convertirse en una guapa adolescente, su mamá comenzó a buscarle un buen marido y fijó su ojos en Carlos, el Duque de Berry, nieto del Rey Sol. Luis XIV inicialmente objetó afirmando que si Ma.Luisa engordaba mucho podria carecer de capacidad reproductiva. Ma. Luisa entonces se sometió a una dieta tan rigurosa que bajó más de 30 libras en pocos meses, quedando más floja que una bolsa de agua. La esperada boda por fin se dio en julio de 1710 en Ia nueva capilla que Luis XIV ha¬bía construido en su hermoso Versalles. El día de Ia boda, Ma. Luisa se convenció una vez más que su madre era una desalmada. Francisca Maria le quiso arrebatar a su hija unos aretes de diamantes que Felipe le había obsequjado coma regalo de bodas.
Carlos, el marido de Ma. Luisa, era muy alegre pero obviamente carecía de grandes luces en Ia sesera. Sabía montar, cazar, despilfarrar dinero en Ia mesa de juegos y comer bien. Ma. Luisa Io odió a primera vista y no se abstenía de hacérselo saber. Luis XIV continuamente regañaba al joven matrimonio por sus perennes y aparatosas peleas, y en 1711 Ma. Luisa ya estaba pipona por fin. Las hormonas del embarazo le sacaron las peores pulgas a Ma. Luisa, quien solo vivía rezongando. Felipe se convirtió en casi Ia sombra de su hija, experimentando en Ia cocina con nuevos platos para poderla complacer. Las lenguas se desataron afirmando que entre Felipe y su hija había algo más que devoción filial. El chisme le llegó al rey, quien en un viaje exigió que Ma. Luisa fuera con él. A pesar que el médico prohibió ese viaje, Ma. Luisa debió obedecer, y tras un accidente en lancha, Ia niña que Ilevaba en el vientre nació muerta. Luis XIV se sintió bastante culpable y cambió en su actitud hacia ella. Posteriormente, Ma. Luisa no habría de tener buen resultado de ninguno de sus embarazos. Se dedicó a cultivar el talento por Ia música que heredó de su papá, y llegó a ser buena al clave, componiendo y cantando. También se dedicaba a Ia cacería, se convirtió en una ludópata y continuó comiendo como chancha. Carlos, su marido, no sabía qué hacer con ella. Sintió unos celos espantosos de su suegro, quien siempre estaba con ella. Carlos se involucró en un sórdido affaire con una mucama, y Ma. Luisa aprovechó para Ilevarse a Ia cama a un mozalbete de los establos, el Sr. de Ia Haye. Carlos se enfureció más de oír a su mujer hablar de Io bien dotada por Ia naturaleza que estaba su amante, y Ia amenazó con meterla a un convento si seguía de disoluta. El 26 de abril de 1714 Carlos se cayó de un caballo y se murió varios días más tarde. Ma. Luisa era una viuda embarazada de 18 años de edad. La niña que nació prematura solo vivió 12 horas.
Al morir Luis XIV en 1715, el papá de Ma. Luisa se convirtió en regente de Francia para mientras Luis XV crecía y pudiera asumir el trono.

Margaret Sanger


MIL GRACIAS, MARGARET SANGER!

Si hay una mujer a quien profeso eterna adoración aparte de mi madre Juana y mi hija Elizabeth, esa es la enfermera gringa Margaret Louise Sanger, ya que gracias a ella las mujeres somos absolutas señoras de nuestro cuerpo y destino al haber propiciado la invención de la píldora anticonceptiva. Hoy, en el único día al año que los machos de la especie nos sueltan el bozal a las hembras, vamos a rendirle un enorme charro a esta incomparable señora.

Nacida un 14 de septiembre de 1879 en una barriada de Nueva York, era la hija de Michael Higgins y su esposa Anne Purcell, quienes vivían en la más espantosa pobreza. Las creencias estrictamente católicas de su mami llevaron a que Margaret fuera apenas una de once cipotes, y cuando Anne se murió prematuramente gastada por “traer al mundo cuantos hijos Dios mande”, Margaret cayó bajo la influencia iconoclasta de su papá. Michael, revoltoso y ateo, ayudó a que su hija fuera a estudiar enfermería a Claverack College mientras practicaba a como pudiera en un hospital llamado White Plains en 1900. Michael Higgins sabía que su chelita era mujer de armas tomar, y siempre la apoyó. En su experiencia como enfermera, Margaret se percató que a la hora de traer hijos al mundo, con o sin boda, la mujer era la que llevaba la carga atuto casi a solas. Muchas caían en niveles increíbles de pobreza y desnutrición.

En 1902, Margaret conoció a un arquitecto llamado William Sanger, quien a cambio de darle su sitio de esposa exigió que dejara de ejercer como enfermera y no siguiera estudiando. A pesar de que Margaret tenía la salud debilitada por tuberculosis, Sanger procedió a extricarle 3 chavalos. Para 1911, William Sanger estimó que la ciudad era mala influencia para su revoltosa esposa, y movió a la familia para los suburbios en un intento de “domesticarla” y “salvar el matrimonio.”
Pero aún en los suburbios, la sala de Margaret se convirtió en punto de reunión para feministas, revoltosos, filósofos y personas de opiniones progresistas. Para 1912 Margaret, profundamente preocupada por el estado de la salud femenina en los barrios pobres, se dedicó a distribuir panfletos conteniendo información sobre el control dela natalidad. Se dedicó al periodismo empírico (“huuuuy! Otra Frenchfry!” dirán algunos) escribiendo artículos en el periódico del partido socialista, entre ellos Lo que Toda Chica debe saber y Lo que Cada Madre debe saber . Enviaba artículos a Europa y fue acusada de mandar obscenidades. Aún estaba vigente la troglodita Acta de Comstock de 1873, que prohibía la distribución de información y medios de control de natalidad. Cuando en 1913 Margaret fue a Europa, lo hizo huyendo de la amenaza de carcelearla por “obscena”. En 1914 Margaret había comenzado a publicar una revista mensual llamada La Mujer Rebelde. En ella detallaba por qué las mujeres debían tener solo los hijos que deseaban procrear, y no ser víctimas de su destino biológico. El esposo de Margaret incluso fue a la cárcel por 30 días por haber proporcionado una copia de los panfletos de Margaret.
El exilio en Inglaterra acabó de una vez por todas con el mal matrimonio entre Margaret y William Sanger. Del esposo solo conservaría su apellido. En Inglaterra Margaret se vio influenciada por Havelock Ellis y sus teorías maltusianas. Tras tener un affaire con Ellis, Margaret se lanzó a aventuras con el periodista empírico y novelista inglés H.G.Wells y hasta hubo rumores de un affaire con el dramaturgo y novelista Italiano Gabriel D ´Annunzio durante una visita de éste a Londres. Parece que aparte de pasar un buen rato en el lecho, Margaret no logró congeniar con el escritor fuera de las sábanas y le dijo medio en broma medio en serio,”Cuando miro a tipos como tú es que creo más en el control de la natalidad. Con razón la Eleanora Duse te dejó.”
En 1915 Margaret tuvo un horrible golpe del destino cuando su hijita Peggy murió súbitamente a los 5 añitos de edad y considerando su duelo las autoridades esta vez se abstuvieron de mandarla al tabo.

Para 1916 Margaret instaló la primera clínica de control de natalidad en Estados Unidos. Margaret iría a la cárcel en numerosas ocasiones en su intento por rescatar a miles de mujeres de la mortalidad materna. El 25 de octubre de este año la policía entró violentamenteen la clínica de Margaret, arrestando a todos. Pero el acoso delas autoridades solo sirvió de publicidad gratuita, y pronto mujeres adineradas comenzaron a interesarse y apoyar el proyecto de Margaret. La necesidad de divulgar su verdad llevó a esta genial mujer a producir un film mudo en 1917 y a fundar otras revistas en las cuales daba a conocer lo básico del control de la natalidad. En 1921 fundó la Liga Norteamericana para el Control de la Natalidad.
En 1922 Margaret se casó en segundas nupcias con el ricachón productor de petróleo James Noah Slee, poniendo unos términos matrimoniales bastante peculiares. Pidió conservar su autodeterminación personal, Slee incluso le prometió apoyo para su cruzada pro control de la natalidad, algo que cumplió a cabalidad. Slee moriría en 1943, dejando gratos recuerdos en Margaret ya que siempre respetó las pulgosidades de su esposa.
Margaret opinaba que aquellos que no estuvieran en capacidad para dar todo lo que un niño precisa para crecer sano, no debían procrear (una ministra de salud así nos vendría de perlas, no?) Fue ahí donde la acusaron de liarse con científicos eugenistas que deseaban solo “humanos perfectos.” Los enemigos de Margaret la acusaron de querer programar nacimientos solamente de blancos idóneos, cosa que Margaret jamás promovió ya que no tenía prejuicio alguno en contra de razas, credos religiosos o etnias. Sus peores críticos seguirían siendo machos que no comprendían por qué las mujeres no podían continuar siendo sus esclavas sexuales dispuestas a parir como conejas.

Margaret seguiría luchando infatigablemente por extender su proyecto de control de la natalidad no solo a nivel de Estados Unidos, sino que a nivel mundial. Tenaz, apasionada y sin miedo, Margaret continuó trabajando durante la II Guerra Mundial, se trenzó amablemente en un debate sobre la natalidad con el Mahatma Gandhi y fue en la década del 50 cuando se topó al Dr. Gregory Pincus, quien sería el hombre destinado a manufacturar la píldora anovulatoria que hoy en día millones de mujeres utilizamos para traer al mundo solo los hijos que deseamos tener. El enfoque humanista, feminista y progresista de esta extraordinaria norteamericana permitió que no cesara en sus esfuerzos por popularizar la pastilla anticonceptiva, y en la década de los 60, poco antes de su muerte, la dinámica anciana pudo confirmar que las píldoras ya se vendían a mejores precios que las primeras que sacó Pincus al mercado.
Margaret llegaría a ser una activísima e infatigable abuela, llegando a idear un proyecto que se implementó en Puerto Rico. La muerte sorprendería a esta extraordinaria fémina un 6 de septiembre de 1966, conservando su alegría y rebeldía de jovencita aún cuando ya era una viejita flaquita y pizpireta.
Aunque muchos trataron de desprestigiarla e impedir que su proyecto de planificación familiar tuviera éxito, hoy recordamos a esta genio como toda una mujer de armas tomar, profundamente humanista, una workaholic de cuidado y una de las joyas más valiosas de la historia mundial.

sábado, 23 de enero de 2010

Kennedy y Lincoln...demasiada casualidad


LAS MACABRAS COINCIDENCIAS ENTRE DOS MAGNICIDIOS. LINCOLN Y KENNEDY

Hace unos días ofrecí una charla en el American Corner del Banco Central de Nicaragua sobre el asesinato del estadista gringo John F. Kennedy, por quien siempre he sentido una galopante admiración, y uno de los que estuvieron presente en dicha charla histórica me solicitaron que plasmara en un artículo las macabras coincidencias entre el asesinato de John F.Kennedy y el del presidente Abraham Lincoln, quien pagó con su vida el haber emancipado a los afroamericanos en EEUU.
Es indudable que cada uno de estos dos presidentes norteamericanos tuvieron un valor incalculable, tanto como personas como en calidad de estadistas. A ambos les tocó guiar el destino de la nación más poderosa del mundo en momentos en que el país era un barco atravesando gruesas tormentas. Si bien uno fue desesperadamente feo y tímido con el bello sexo y el otro descaradamente sexy y un león en la cama, la historia recuerda a ambos bajo luces muy favorables, y resultan ser dos de las figuras más amadas del turbulento pasado estadounidense.
Lincoln, de quien ni su mami no amada madrastra podría decir que era buen mozo, nació un 12 de febrero de 1809, y Kennedy, hijo de una señora dominante y un sinverguenza que tenía tanta virtud como una meretriz, vino al mundo en mayo de 1917. Lincoln fue electo al congreso en 1846, y el bello Kennedy lo logró 100 años más tarde, en 1946. Primera coincidencia que me eriza la melena. Tanto Lincoln como Kennedy fueron electos en años con 0, cargando con la horrible maldición que el maravilloso Shawnee Tecumseh echó antes de ser asesinado por William Henry Harrison en la batalla del Thames el 5 de octubre de 1813. Tecumseh dijo que todos los presidentes electos en años acabando en cero morirían violentamente, con o sin ayuda. Esto se cumplió con su cochino asesino Harrison, quien se eligió en año con 0 pero murió de pulmonía a un mes de haber entrado a la Casa Blanca como mandatario. Lincoln, electo en 1860 poco antes que estallara la guerra civil gringa por el asunto de la esclavitud, murió asesinado, a como morirían James Garfield (nada que ver con el gato anaranjado del mismo apellido) electo en 1880(y muerto en 1881 cuando mucho le travesearon la bala que estaba en un sitio inofensivo), William McKinley (electo en 1900, muerto en septiembre de 1901 por un disparo) y John F. Kennedy(electo por angostísimo margen en 1960 pero asesinado un 22 de noviembre de 1963). ¿Coincidencia macabra? ¡Ay machalá lagarto!
Nunca he sido adepta de la numerología, y solo creo en cosas que me como, me pongo o redacto, pero si uds. Suman las letras de los apellidos de Lincoln y Kennedy, ambos suman 7 letras cada uno. La suma de los nombres de los asesinos-John Wilkes Booth y Lee Harvey Oswald da 15 letras por cabeza. Ambos asesinos eran conocidos por sus nombres compuestos.
Tanto Lincoln como Kennedy estaban muy preocupados por el bienestar de los negros y el asunto de los derechos civiles. Lincoln emancipó a los afroamericanos mientras rugía la guerra civil, y Kennedy tuvo mucho acercamiento con Martín Luther King jr, y odió al Ku Klux Klan. Al momento de escoger esposas, ni Lincoln ni Kennedy sintieron una racha de pasión que les nublara la razón. Mary Todd, fea pero culta, pasó la vergüenza de que Lincoln la dejara vestida y alborotada para casarse una vez antes que Lincoln por fin diera el sí definitivo. Kennedy es de todos conocido que era sexy y le sobraban las chicas, pero a la hora de escoger esposa tomó a la bella, estirada, linajuda y talentosa Jackeline Lee Bouvier como consorte conveniente aunque no la amaba con locura. Ambas Mary y Jackie hablaban perfecto francés, pero a ambas les tocó sufrir el peor dolor de una madre cuando ya fueron primeras damas: ver el entierro de un hijo en la Casa Blanca.
Ambos presidentes fueron baleados en un viernes, y no faltaron fans religiosos que dijeran que la muerte de Lincoln en un Viernes Santo fuera un paralelo con el sacrificio del Colochón. De ambos asesinatos se dijo que eran producto de un complot, aunque esta teoría de la conspiración jamás ha podido ser probada en un 100 % y menos por la disparatada comisión Warren que malinvestigó el caso de Kennedy botando a la basura un montón de evidencias valiosas. Ambos estadistas fueron asesinados por renegados y resentidos sureños, Lincoln por un actorcillo de pacotilla que lo odiaba por haber dejado sin esclavo$ a las viejas ricachonas sureñas para quienes actuaba de gigoló, y Kennedy por un ex simpatizante de Stalin quien vivió en Rusia y tuvo una esposa rusa con la que fabricó dos chicas. Lincoln fue impactado en el Teatro Ford, y Kennedy viajaba en un auto modelo Lincoln de la empresa automotora Ford. Ambos sucesores al morir estos presidentes se apellidaban Jonson, y Andrew Jonson quien sucedió a Lincoln nació en 1808 mientras que Lindón B. Jonson nació exactamente cien años más tarde. El exhibicionista actorzuelo Booth nació en 1839, y el alocado Lee Harvey Oswald nació exactamente 100 años luego. Tras impactar a su víctima, Booth corrió de un teatro a una bodega. Lee Harvey Oswald impactó desde una bodega y se refugió en un teatro. Ambos asesinos fueron asesinados a su vez antes de pasar a los tribunales, cumpliendo aquello de quien a hierro mata a hierro muere.
Ninguno de los dos presidentes eran ejemplares de buena salud. Lincoln desde que venía en el vientre de su madre Nancy era enfermizo, a tal punto que un médico aconsejó a su mamá que mejor lo abortara. Afortunadamente, eso no sucedió. Lincoln padecía de depresiones profundas, al igual que Kennedy, quien toda su vida tuvo dolores a causa de sus lesiones columnares. A veces Kennedy debía andar un corset ortopédico y tomar analgésicos monumentales para poder deambular. Sin embargo, ambos presidentes jamás permitieron que sus dolencias los alejaran del trabajo y a ellos debemos muchos avances como parte de sus legados.
De orígenes disímiles y personalidades diametralmente opuestas, ambos presidentes también tuvieron pasatiempos y gustos distintos. Sin embargo, ambos supieron ganarse un lugar muy honroso en la historia a pesar de sus contratiempos, y aunque la muerte los arrebató de este valle de lágrimas antes que pudieran cumplir con sus mandatos, hoy los recordamos con particular cariño, admiración y respeto.

deportistas amateurs en el trono Osmanli


LOS SULTANES DEPORTISTAS DEL TRONO OSMANLI


Antes de que el Renacimiento arribara como época, los sultanes del trono otomano fueron en su mayoría “hombres del renacimiento” debido a que eran excelentes en artes, deportes, cocina, jardinería, ciencias y veterinaria. Ahora que estamos cerca de presenciar otros juegos olímpicos en Atenas, recordaremos los sultanes y príncipes de la línea osmanlí que además de gobernantes y soldados forjadores del imperio, fueron excelentes deportistas y mas de alguno de ellos, si hubiera sido miembro de la delegación turca quizás regresaría a casa con una presea de oro o plata.

Muchos de los sultanes eran hermosísmos hombres con cuerpos fornidos, y desarrollaron grandes musculaturas a lo Dolph Lundgren a través de la lucha libre. Murad I, Mehmet I, el sanguinario Murad IV y Abdulaziz están entre los monarcas turcos que gozaron sudando la gota gorda en lo que en aquel entonces se llamaba lucha grecorromana. La pesca deportiva fue un deporte que hizo que el mejor sultán de toditos, Solimán el Magnífico, olvidara momentáneamente las jaquecas que su adorada favorita Khurrem le propinaba. Cuando Solimán salía con su caña de pescar y cebo, no había poder del mundo que le quitara la sonrisa del rostro.
La equitación fue otro deporte que gozó de gran popularidad entre los sultanes del imperio otomano, y era de los pocos deportes en los cuales las princesas, sultanas validehs (madres del sultán) y kadins (madres de herederos, especie de esposas por el solo hecho de haberle parido un varoncito al sultán) podían participar. Los turcos siempre fueron excelentes jinetes desde en tiempos de la dinastía seljuk en la cual se destacó Saladino, y los corceles otomanos eran famosos por su agilidad, fortaleza y belleza. Selim I, quien fue el orgullosísimo dueño del celebérrimo garañón negro Viento del Diablo, montaba con gran destreza y gracia desde que tenía 8 añitos de edad. Su hermano mayor, el bellísimo y multitalentoso príncipe Korkut, también fue gran jinete, al igual que Mihri-Chan, una caprichosa y traviesa hermanita menor de Selim I. El amor por los corceles y la equitación la heredó Solimán I el Magnífico después que su papi Selim I le regaló un precioso caballo que era hijo de Viento del Diablo, Karachín. Khurrem y Mirmah, esposa e hija respectivamente de Solimán el Magnífico, fueron también excelentes amazonas, y la princesita desde muy niña montaba “en pelo” sin jamás sufrir accidente alguno. Otros buenos jinetes osmanlíes fueron los sultanes Murad III. Osman II, el loquito Murad IV, Mehmet IV, Mustafá I, Mamad II y Abdulaziz.
Numerosos sultanes tuvieron tan buena puntería que donde ponían el ojo, ponían la flecha, o posteriormente la bala cuando ya hubo armas de fuego. Con arco y flecha, mostraron buenas luces los sultanes Murad II, Mehmet II el Conquistador(el que deschincacó el imperio bizantino al tomarse Constantinopla), su hijo Bayaceto II el Pusilánime, Solimán el Magnífico, Selim II(el bolenco hijo de Solimán el Magnífico), Solimán II, Murad IV(quien practicaba con blancos vivos, preferiblemente mujeres), Ahmed III y Mamad II. En tiro al blanco con arcabuces y luego rifles, nadie le ganaba a Murad IV(quien practicaba desde su balcón apeándose transeúntes), Mehmet IV, Mustafá II, Ahmed III, Abdulhammid I, Selim II(quien disparaba sentado con una botella de vino como blanco, y otra llena a la par para estar libando), Mamad II y Abdulhammid II(casi siempre pegando gritos al mismo tiempo).
Gran gusto por la cacería tuvieron sultanes como Murad I, Bayaceto I(quien por una de esas ironías crueles del destino fue “cazado” por Tamerlán, quien lo metió en la jaula de donde habría de salir el gallardo sultán moribundo tras haberse reventado los sesos contra los barrotes), Murad II, Mehmet II el Conquistador, Solimán I el Magnífico, su hijo el borracho Selim II, Ahmed I, Osman II, el fortachón Murad IV y Mehmet III.
El lanzamiento de la jabalina tuvo sus adeptos entre los ocupantes del trono osmanlí. Ahmed I aprovechaba sus momentos de ira para ensartar a cualquiera como brocheta en su jabalina, y Murad IV, después de verse derrotado por su hermano Bayaceto hizo que lo eliminaran para ser solo él el campeón. Mustafá II, Selim III y Mamad II también tenían pasión por el lanzamiento de la jabalina.
El lanzamiento del martillo fue el deporte predilecto de uno de los primeros sultanes de esta noble estirpe turca: Orhan Ghazi. El desquiciado Ahmed I también fue fanático de este deporte, sobre todo cuando el pesado aditamento caía sobre la cabeza de alguien que no fuera muy amigo suyo. El mejor lanzador del martillo indudablemente fue el peligrosísimo misógino Murad IV, quien adoraba dejar caer el martillo en los pies de mujeres o esclavos perezosos.
La pelota de madera al estilo handball fue otro deporte muy popular en la península de Anatolia, y contó con adeptos como el matón Murad IV, su hermano desquiciado Ibrahim I(quien le sucedió en el trono) y Mehmet II el Conquistador.
El soccer le causó mucha gracia a Solimán el Magnífico cuando, tras recibir delegaciones europeas, un avispado inglés le mostró la bola y más o menos le ilustró las reglas que regían el deporte en cuestión entonces. Algunos funcionarios de la burocracia, perdón, burocracia, estatal opinaron que un deporte de los ingleses podría ser la punta de lanza de una ingerencia extranjera de los cristianos europeos, pero Solimán estaba tan encantado con la novedad del balompié que se les tiró una estruendosa carcajada en la cara, y pronto los genízaros (cuerpo militar élite que custodiaba al sultán, pero que muchas veces también se le volteaba y servía para deponerlo, dominarlo y a veces hasta para “mandarlo al otro patio”) estaban retozando con la pelota como un agitado equipo de colegiales.
Brillantes jugadores de ajedrez fueron varios de los mejores sultanes del imperio: Mehmet II el Conquistador, de quien se dice que durante el largo sitio a Constantinopla para deschincacar a Bizancio se la pasó jugando ajedrez con varios generales; Bayaceto II el Pusilánime(quien no era mala gente, por eso se aprovechaban que era un distraído intelectual y por eso le hacían zanganadas),Djem(el revoltoso hermano de Bayaceto II quien acabó refugiado en Roma y posteriormente el papa Alejandro IV lo envenenó con un rico plato de lasagna), el príncipe Korkut (por cierto uno de los mejores compositores y bardos de Turquía), Selim I El Excelente, Solimán el Magnífico y su hermana menor la princesita Mirmah, quien aprendió a jugar a los tres años instruida por su sagacísima madre la legendaria rusita Khurrem.
La dinastía osmanlí del imperio otomano produjo no solo grandes sultanes y pésimos gobernantes, sino que, ya fuera cubriendo mentes sagaces o siquis enfermas, muchos de sus miembros tuvieron sanísimos cuerpos gracias a diversas prácticas deportivas. Si algunos de ellos hoy en día estuvieran vivitos y coleando, seguramente estuvieran ya integrados en la delegación que represente a Turquía en los juegos olímpicos de Atenas, ya que por unos momentos, el odio histórico entre Grecia(quien estuvo sometida cruelmente a los turcos por varios siglos) y Turquía sería remitido a la gaveta del olvido para participar en sana competencia.

hombres bellos



LOS MACHOS MÁS HERMOSOS DE LA HISTORIA

Hace poco, unas alumnas mías me solicitaron que mencionara a los hombres más guapos de la historia. En realidad, lo de bello o feo depende mayormente del gusto y la cultura en que uno haya crecido, pero es indudable que algunos personajes machos son vistos como lindos por todo mundo.
El gran militar cartaginés Aníbal es considerado como un protomacho delicioso por muchas, aunque hay distintas versiones en cuanto al "look" del valiente protagonista de la Ii Guerra Púnica. Se cree que Aníbal tenía unos ojos negros penetrantes y una musculatura a lo Dolph Lundgren, por lo tanto va encabezando esta lista. Siempre de la antiguedad, no podemos obviar a un granuja que fue buen dirigente militar: el ateniense Alcibíades. Traidor, oportunista y mujeriego como un corrupto político nica, Alcibíades rindió a sus pies a muchas mujeres por su gran belleza física. Alejandro Magno no puede ser obviado en una lista de hombres bellos, El conquistador macedonio era un dechado de perfección y pulcritud física, y su belleza le conquistó los corazones de mujeres y hombres por igual. Lástima que se murió tan joven.
En Avernia, lo que luego fue llamada Galia por los romanos, un adolescente de enorme melena dorada y cara de angel fue idolatrado por mujeres y hasta por Julio César, quien le masacró a su pueblo: Vercingétorix.La irresistible apostura de Vercingétorix obró contra él mismo, pues al infatuarse el bisexual Julio César de él se lo llevó de trofeo de guerra a Roma, donde lo asesinó casi 6 años después.
Aunque nadie sabe qué pinta lucía Jesús, si nos atenemos a las estampas religiosas el Nazareno era una obra de arte caminante. Alto, fornido y con una poblada barba, Jesús sería uno de los machos más perfectos de la historia. Otro hombre muy hermoso en la historia eclesiástica fue el pelirrojo San Patricio, patrono de Irlanda, así como San Valentín y San Sebastián, quien quedó más pasconeado que un alfiletero por las flechas. Marco Antonio, el amante de Cleopatra, fue una de las grandes bellezas masculinas de Roma. Sin embargo, estaba destinado a ser un borracho fracasado que se suicidó tras ser derrotado en la batalla de Accio
Entre los emperadores romanos, indudablemente que Cómmodo se lleva las palmas como el más guapo, pero es una lástima que haya sido tan desquiciado y dañino. Antínoo, el chico que fue amante del emperador Adriano, también gozó de una pinta increíble. Brian Boru, gran unificador de Irlanda, es un rey-bardo que está considerado por muchos como modelo de belleza celta. Alto, barbudo y pelirrojo, Brian tuvo mucho éxito con las damas. No se le quedaron atrás los monarcas ingleses Ricardo Corazón de León, quien unía una gran belleza rubia a una crueldad y maldad sin límite, así como Eduardo II, quizás el homosexual más trágico de toda la historia. Piers Gaveston, el trovador gascón quien fue amante de Eduardo, era una beldad masculina que murió decapitado. El suegro de Eduardo II, el rey francés Felipe IV el Bello, también fue considerado como un dechado de perfección física, pero tanta apostura nunca le trajo felicidad y tuvo una de las vidas más conflictivas de todos los tiempos. William Wallace, caudillo por la independencia de Escocia, también fue un gigantón con cara de niño y ojos intensamente azules. Fornido y hermoso, fue una de las figuras más heroicas de la Edad Media. Pedro I El Severo de Portugal tenía cabello castaño, rostro de doncella y cuerpo ágil, sin embargo el ser hermoso no le llevó a ser feliz, ya que su adorada tercera consorte murió asesinada por el padre de Pedro.
Bayaceto el Rayo fue un aguerrido y guapo sultán cuyos ojos eran magnéticos, pero tuvo el triste final de morir en su jaula capturado por Tamerlán. Vladimir Drácula, príncipe de Valaquia y no conde sangriento como su leyenda, fue un bellísimo hombre de ojos negros que luchó contra los turcos por la independencia de su terruño. Leonardo Da Vinci, quizás el genio más perfecto del Renacimiento, en su juventud fue tan bello que hasta los animales se volteaban a verle pasar. Alto, rubio y de ojos azules, Da Vinci murió en brazos del rey de Francia, Francisco I. Juan Alejandro de Normandía fue un precioso y pelirrojo bardo de sangre azul quien fue el amante predilecto del rey galo Enrique III. Periodista empírico, filántropo y poeta, Juan Alejandro fue uno de los hombres más bellos que ha dado Francia. Antonio Vivaldi, pelirrojo veneciano a quien se le admira por su exquisita música, era tan lindo que una mujer se le arrojó desnuda a los pies a la salida de la ópera. El pobre ex cura, quien ya estaba amancebado con una alumna suya, casi se muere del susto.
Carlo Broschi, comúnmente conocido como Farinelli, a pesar de ser un cantante castrado causó estragos en numerosos corazones por su serena belleza de cejas espesas y rostro de querube. Tras la muerte de Luis XIV, su sobrino Felipe de Orléans quedó de regente. Era considerado como un apuesto y multifacético hombre y sus correrías de faldas aún son leyenda en Francia. Luis XV también fue un hombre muy guapo, a tal punto que le sobraron amantes y se dedicó tanto a sus placeres que no pudo gobernar bien.
El poeta y libertino inglés George Gordon, Lord Byron, fue uno de los hombres más apuestos y aventureros de su tiempo, y su amigo el poeta Percy Bysshe Shelley también fue codiciado por su delicada belleza rubia. Al otro lado del charco, líderes indígenas norteamericanos como Tecumseh de los Shawnees, Caballo Loco de los Sioux y Osceola de los Seminoles eran considerados como hombres de particular belleza y magnetismo. El chele mataindios gringo George Armstrong Custer era obscenamente apuesto, lástima que tras tan bello rostro se albergaba una de las mentes más asquerosas y asesinas de todos los tiempos. Murió en la batalla de Little Bighorn en 1876 cuando el bello Caballo Loco y el aguerrido Toro Sentado le enseñaron con cuantas papas se hace un guiso.
Shaka Zulu, unificador de su nación, y el emperador Menelik II de Etiopía figuran entre los negros más hermosos de toda la historia, mientras que en la India, aún se emiten suspiros al contemplar fotos de su primer mandamás y padre de la independencia Jawaharlal Nehru. Entre los estadistas del siglo XX, se le rinde el charro a la belleza indiscutible del yugoslavo Josip Broz Tito, el turco Mustafá Kemal Ataturk, el chino Mao Tse Tung (cuando joven, porque viejo se hizo espantoso) y el independentista irlandés Michael Collins, sin olvidar que el judío Itzhak Rabin también tuvo una pinta espectacular. En el mundo deportivo, Cassius Clay con su cara inmarcesible, Johnny Weismuller con su cuerpo de Tarzán y el púgil marroquí Marcel Cerdan (quien fue amante de Edith Piaf) se llevan las palmas por su pulcritud física, mientras que actores como James Dean y Clark Gable siguen siendo considerados como íconos de la beldad en forma de macho.

grandes legisladores de la historia


LOS LEGISLADORES MÁS ESPLENDIDOS DE LA HISTORIA

A lo ancho y lo largo del tiempo, varios monarcas y gobernantes se han ganado el derecho de ser recordados como las figuras que parieron códigos de leyes que forman parte del patrimonio mundial, y que han servido como modelos para la creación de naciones.
Uno de los primeros códigos notables de leyes lo hizo un babilonio llamado Hammurabi, monarca que vivió 1800 años antes de Cristo. Este documento recogió códigos como el de Nammu y Bilalama, y fue base del estado que llegamos a conocer como Babilonia.
La dinastía de los sasánidas gobernó Persia durante buen rato, y entre sus monarcas hubo un hombre llamado Hormuz II, quien se sentó en el trono desde 300 hasta 309. Hormuz II benefició a los pobres a expensas de los ricos, y sus leyes fueron ejecutadas por jueces tan honestos que no recibían sobornos ni chantajes. Todo esto enfureció a la nobleza, y lo depusieron en favor del hijo que la reina aún andaba en su vientre, el futuro Shapur II. Tanto odio sintieron los "sangre azul" por Hormuz II que prefirieron colgar una corona encima de las menudencias de la reina para que cuando Shapur II naciera, inmediatamente se viera coronado! Chosru I, quien murió en 579, fue el más grande de los reyes sasánidas. Codificó las leyes del imperio, promovió comercio e industria, apoyó a artesanos y artistas, creó leyes que daban cabida a la tolerancia religiosa, prohibió el infanticidio y tuvo un harén de 3000 concubinas y esposas.
Entre las legisladoras más sabias y exquisitas de la historia nos topamos a Leonor de Arborea, nacida en 1350 como hija de un guidice (mandamás de distrito) en Cerdeña y muerta ahí mismo en 1404. Esta aguerrida mujer ya había derrotado al frente de sus huestes una incursión aragonesa, y se hizo regente mientras su hijito Federico llegaba a ser mayor de edad. En 1395 ella redactó un código humanitario de leyes, llamado Carta di Logu, el cual llevaba innovaciones muy adelantadas para el tiempo de entonces. Cerdeña no la olvidó nunca, dado que es conocida como su mayor heroína, y su estatua-con halcón en mano pues adoraba la cetrería y protegió a los animales-está en la Piazza Eleanora en Oristano.
Pedro El Severo(a veces llamado el Cruel) de Portugal fue un hombre que se interesó siempre por promulgar leyes contra la corrupción, el chantaje y el robo dentro del estado. Pedro incluso llegó a fungir como juez incorruptible bajo seudónimo, y sus veredictos fueron aplaudidos por muchos. otro Pedro a quien hay que agradecer las leyes y reformas que condujeron a la modernización de todo un imperio fue Pedro I El Grande de Rusia. Este genial e hiperkinético gigantón de asombrosa memoria y gran sensualidad incluso hizo una gira por Francia, Inglaterra y Holanda para importar artesanos y especialistas que permitieran poner en marcha sus reformas. Abolió la vestimenta disparatada de los rusos, puso impuesto sobre quienes osaran andar barbas, creó la naviera y modernizó a su país que en aquellos entonces era uno de los más atrasados. Pedro II de Braganza, emperador del Brasil, es otro "Peter" al cual hay mucho que agradecer. Tras la salida aparatosa de los Braganzas de Portugal cuando Napoleón Bonaparte los llegó a deschincacar, la familia de los Braganzas habían encontrado refugio en su mayor colonia, el Brasil. En la cadena de sucesión, Pedro II y su hija Isabel fueron los que emanciparon a los esclavos negros mediante la Ley Dorada promulgada el 13 de mayo de 1888.
Curiosamente, el mismo Napoleón Bonaparte que barrió con los tronos de Portugal y España, es recordado como otro de los grandes reformistas y legisladores de todos los tiempos. Genial como militar y mediocre como amante, su odio hacia la iglesia le hizo quitarle parte del poder casi medieval que aún ostentaba ésta en Francia. Bonaparte introdujo enormes cambios en la administración estatal, formando desde las prefecturas hasta el Consejo de Estado, la organización del sistema judicial, y gracias a sus reformas los franceses pudieron posteriormente tener acceso al matrimonio civil. Acabó con las guerras civiles e instauró una política financiera eficaz. El Pequeño Gran Corso tuvo mucho éxito en sus legislaciones dado que amaba mucho leer, y entre los documentos estudiados estaban aquellos que contenían las leyes y reformas promulgadas en el siglo XVI por nada menos que el galante y generoso monarca Enrique IV de Francia. Esta libidinoso rey fue el que marcó un hito en la historia al promulgar el Edicto de Nantes en 1598 mediante el cual cada quien sería libre de profesar religión a como le diera la gana en Francia. Enrique IV, ayudado por su prudente amigo Sully, fue el que permitió que la industria creciera en Francia, los campesinos pudieran tener un pollo en su olla cada domingo y la economía se estabilizara. Las leyes promulgadas por Enrique IV habrían de costarle la vida cuando el fanático Ravaillac lo asesinó en 1610.
En Asia, dos hermosos monarcas figuran como grandes padres de reformas y leyes beneficiosas. Entre los emperadores mugalos de la India, un sublime analfabeto de ojos negros llamado Akbar supo crear el código más avanzado del siglo XVI, fomentando el crecimiento de artes y arquitectura, la expansión económica, aboliendo el sacrificio de animales, el suttee (muerte obligatoria de la mujer en la pira fúnebre del esposo) para las viudas y favoreciendo la tolerancia religiosa. Mientras tanto, a finales del siglo pasado y comienzos de éste, un risueño monarca tailandés llamado Chulalangkorn puso en práctica las buenas enseñanzas de su teacher inglesa Anna Leonowens y las de su propio ilustrado padre Mongkut al abolir la esclavitud en 1906, fomentar la educación, industria y comercio, abriendo puertas hacia occidente y acabando con el rígido protocolo real. José II de Habsburgo, hijo de la célebre emperatriz Ma. Teresa, se pasó casi toda su vida redactando leyes que protegieron a los judíos, garantizaron vejez tranquila a viejos trabajadores, abolieron el poderío leonino de prelados y hasta aconsejaban que los ataúdes debería ser reciclados. Por otro lado, Alejandro II de Rusia emancipó a los siervos, pagando por ello con su vida en marzo de 1881, mientras que al gringo huesudo Abraham Lincoln le tocó emancipar a los negros un 1o. de enero de 1863, eliminando así la mácula con la cual había nacido la nación norteamericana cuya Constitución fuera redactada por el colosal Thomas Jefferson. Abe Lincoln también sería asesinado por sus aportes.
Otros norteamericanos que fueron grandes legisladores fueron ambos presidentes de apellido Roosevelt, siendo Teddy el que protegió con sus reformas al hombre común y a la naturaleza, y Franklin Delano quien surge como padre del seguro social gringo. Y jamás podríamos olvidar a dos grandes legisladores turcos: el sultán Solimán el Magnífico, llamado Kanuni o legislador por su agradecido pueblo dado que en el siglo XVI reguló la tenencia de la tierra entre los otomanos, y el rubio y elegante Mustafá Kemal, el célebre Ataturk quien modernizó a Turquía en este siglo, dando el voto a las mujeres, aboliendo los tribunales islámicos, aboliendo el velo para las hembras, adoptando el alfabeto occidental y hasta reformando el sistema de impuestos y la educación.

Los momentos que jamas me hubiera perdido


LOS MOMENTOS QUE NO ME HUBIERA PERDIDO DE LA HISTORIA

Mientras impartía la clase de Historia Contemporánea I, mis alumnos y yo nos desternillábamos de la risa imaginando al altivo Napoleón Bonaparte gimoteando de dolor en la Batalla de Waterloo porque andaba una chistata de campeonato y un sangrado de almorranas que no era jugando. Desgraciadamente, muchos teachers de historia se especializan en convertir esta materia en el dolor de parto de los estudiantes, enfocando solo decretos y fechas cuando la historia puede ser de lo más divertido si uno sabe donde buscar la carcajada en el tiempo.
Muchas figuras históricas han protagonizado el Bulto, El Cuadro y El Ridículo gracias a sus egos monumentales, y Luis van Beethoven no fue la excepción al ser un soberbio de cuidado. El Divino Sordo estaba dirigiendo su Novena Sinfonía, y la orquesta y coros ya habían pasado por mí menor, do mayor y hasta La mayor cuando él iba por La M... grande más perdido que el hijo de Lindberg dirigiendo como si estuviera espantando moscas. Lo triste es que la orquesta ya había terminado de tocar, y un apesarado concertino (léase primer violinista) sacó al Maestro de su ridículo haciéndole girar para recibir la ovación del público. Cuando los fans de Beethoven se percataron que el genio ya estaba más sordo que una tapia pero era demasiado soberbio como para confesarlo, muchas lágrimas rodaron por sus mejillas. No sería el único compositor que pasara por momentos apretados.
Cuando el bellísimo gay ruso Pedro Ilitch Tchaikovsky estrenó su celestial Lago de los Cisnes, fue abucheado monumentalmente y la obra fue criticada como digna para tirarse a la basura. Y es que este pobre Tchaikovsky era salado, porque cuando estrenó ante su amigazo Antón Rubinstein el famoso Concierto No. I para piano y orquesta en Si Bemol menor pasó un gran bochorno. Tras haberle tocado de cabo a rabo el concierto a Antón, Pedro pidió su opinión sin mencionar que el concierto estaba con dedicatoria a él. Antón montó en cólera y le dijo que era lo más vomitivo que había escuchado en su vida, y Tchaikovsky se peleó con su amigo para nunca más hablarle. El concierto fue rededicado a Hans von Bulow, el marido cornudo de Cósima Liszt, y el "cornelio" lo estrenó con gran éxito, pero no hasta que el pobre Tchaikovsky hubiera llorado baldes de lágrimas por el rechazo que le hizo su adorado Antón Rubinstein.
Un 29 de mayo de 1913 Igor Stravinsky fue el compositor a quien le esperaba uno de los feos más grandes de la historia al estrenar su obra cumbre La Consagración de la Primavera en el Teatro de los Campos Elíseos de París. El local estaba de bote en bote con los mejores genios, princesas y empresarios entre el público, pero éstos comenzaron a comportarse como pandilleros cuando comenzó la obra. Mauricio Ravel aplaudía como loco, mientras el compositor francés Camilo Saint Saens gritaba indignado que se trataba de porquería. Duques, princesas y ricachones se agarraban de las mechas, se escupieron, se lanzaron sostenes y bastones y la policía tuvo que llegar a traerse presos a unos cuatro ilustres que peleaban entre sí como vivanderas peleándose al mismo hombre.
No todos los momentos bochornosos o risibles se han dado en teatros y estrenos. Algunas reyertas familiares trascendieron más allá de los palacios, como cuando una furibunda Mariana de Austria, regente de España, cacheteó a su tarado y deforme hijo Carlos II porque éste andaba en grandes migas con Juan José, su medio hermano bastardo que Felipe IV había engendrado con la actriz María Calderón. La Guerra de las Rosas de Inglaterra no pasó de ser un gran pleito familiar entre las ramas Lancaster y York agarrándose las mechas por el trono. Lástima que quienes pusieron la mayor cuota de sangre fueron los pobres soldados que eran extraídos de la baja estofa, sudando calenturas ajenas.
Entre las grandes peleas entre suegra y nuera las de Sissi Emperatriz con su formidable suegra-ogresa Sofía fueron opíparas, no quedándose atrás las de Sissi luego con su nuera Estefanía de Bélgica, a quien le sacaba la lengua y la llamaba Aborrecible Elefanta. Los pleitos maritales a menudo fueron espectaculares, y entre ellos está el del rey francés Felipe II Augusto cuando sacó en camisón a su segunda consorte Ingeborg de Dinamarca tras haber detectado anomalías en la noche de bodas en uno de los repudios más violentos de la historia...
La cara de asco de Jorge IV de Inglaterra cuando le presentaron a su futura consorte Carolina de Brunswick debe haber sido algo digno de no perderse, pero pocas escenas deben de haber sido más increíbles que la que protagonizó Guillermo de Nogaret, el asesor del rey galo Felipe IV, cuando le propinó una de las mejores zurras de la historia al Papa Bonifacio, quien era tan arrogante que se creía casi primo hermano de Dios. Lo peor del caso fue que Nogaret sopapeó al altivo papa en la propia residencia del mismo, Agnani, y fue tal la ira del pontífice que se murió de la arrechura un mes después.
Bonifacio no sería el único papa que pasara tremenda verguenza. Pío VII se sintió como pelele cuando Napoleón Bonaparte lo invitó a París solo para que lo viera coronarse a sí mismo. Y es que el liliputiense Napo fue todo un coleccionista de momentos apretados y bochornosos. Cuando Napoleón estaba recién casado con su libidinosa Josefina, pasó horrible susto cuando Fortuné, el caniche mimado de Josefina, al oír gemidos provenientes de su ama en la cama, creyó que el enano le estaba haciendo algo malo a su dueña y procedió a morderle la piernita al Pétit Géneral. Fortuné sirvió como pelota de soccer al salir volando de una pata napoleónica por la ventana.
Un campo de batalla fue buen sitio para que uno de los generales más odiosos de la historia se riera de su rival vencido. Estaba el pobre general Robert E. Lee rindiendo sus tropas sureñas confederadas en Appomattox durante la Guerra Civil de Estados Unidos, cuando George Armstrong Custer se aproximó para recibir el parte de rendición por parte de los azules de la Unión.
Tras tomar el documento en manos, Custer no pudo reprimir una risita socarrona, pero la historia demostró que quien ríe de último ríe mejor. Este detestable chele Custer habría de verse asquerosamente derrotado el 25 de junio de 1876 en la Batalla de Little Bighorn cuando las tropas combinadas de varias tribus, bajo el mando de Caballo Loco y Toro Sentado, les enseñaron a las tropas gringas con cuantas papas se hace un guiso. Custer no quedó vivo para reírse del ridículo que él mismo había protagonizado.
Para colmo, el ridículo a veces se ve invitado hasta al momento en que van a fusilar a alguien, y el chele Maximiliano de Habsburgo, emperador postizo de México, demostró que era todo un caso cuando antes de que le ejecutaran, dio monedas de oro a los soldados del pelotón de fusilamiento y se le ocurrió decir VIVA MEXICO.

.Respondiendo a la solicitud de varios alumnos quienes se rieron a mandíbula batiente con mi artículo sobre momentos increíbles en la historia universal, he aquí otro ramillete de instantes en los cuales el historiador no puede hacer otra cosa que sonrojarse o morirse de la risa.
Una de las historias más tragicómicas de las Cruzadas es cuando en la tercera de ellas, al emperador Federico I Barbarroja se le ocurrió pegarse una madre hartada de ostras antes de meterse a nadar al río Saleph en Cilicia. Al tener una soberana congestión, el germano monarca se ahogó y cuando su cuerpo fue sacado del agua, ya estaba tilinte. Ricardo Corazón de León, maricón soberano de Inglaterra, y su casi cuñado y perdido enamorado Felipe II Augusto de Francia daban vueltas en torno al cadáver como cúcalas desarboladas y así concibieron la idea de echarlo en un enorme tonel de vinagre como macabro talismán encurtido. Creyendo que el cuerpo del rey tenía poderes mágicos, lo llevaron de amuleto a la Batalla de Acre, pero cuando la tufalera de la descomposición se hizo patente, tuvieron que enterrarlo a paso de tambor de dixieland. La audacia de algunos criados muchas veces ocasionó bochornos, risas o apuros.
El jefe de cocina del gran sultán Saladino estaba apurado en pagar un cargamento de pescado que le habían llevado, pero sin la firma de Saladino el financiero del palacio no soltaba los reales. Pues el avispado criado se fue a sacudir al sultán en su diván, y sin considerar que Saladino roncaba como olla de nacatamales echándose flys en la cara de su omnipresente gata Manx Firousi, el sirviente lo despertó de una jalada de barbas. El atolondrado sultán solo pidió que le alcanzara pluma y tinta para firmar, dudándose que haya sabido lo que estaba firmando dado que aún estaba medio dormido.
El monarca Enrique VIII no hallaba donde meterse cuando vio que Ana de Cleves, una caballona flamenca destinada a ser su cuarta consorte, no era tan linda a como aparecía en el retrato que él guardaba. Sudando copiosamente, el gordinflón inglés gimoteó,"Por diosito que no puedo copular con ella, aunque la mire desnuda, mi cuerpo no va a colaborar!" Enrique se casó con su fea flamenca pero nunca pudo consumar el matrimonio, llegando a divorciarse poco después en un arreglo amigable. No solo los monarcas cheles protagonizaron bochornos, sino que la bellísima monarca negra Nzingha les armó un gran feo a los portugueses cuando vio que solo le habían puesto un taburete viejo de velvet para que se sentara para negociaciones. Nzingha pateó el taburete y exigió una silla afelpada igual a la de los portugueses.
Parece increíble que alguien de la inteligencia del gran unificador Shaka Zulu hubiera creído que un tinte de cabello era la fuente de la eterna juventud, pero eso fue lo que el gran monarca y guerrero africano creyó cuando su mamá Nandi apareció con el cabello tan negro como en la juventud. Un inglés le había regalado a Nandi el tinte, pero cuando Shaka vio que su mamá seguía con los mismos dolores artríticos y la regla no le volvía, le preguntó muy airado a los ingleses por qué la pócima de juventud no funcionaba por completo. Los ingleses, temblando de miedo ante la posibilidad que Shaka los decapitara o los empalara por el engaño, procedieron a explicarle lo mejor que pudieron en cuanto a las propiedades del tinte.
Algunos monarcas hicieron pasar grandes verguenzas a sus súbditos. Ma. Teresa de Austria, siendo la madre de numerosos hijos, se arrogaba autoridad de mami hasta con los ajenos, y en una ocasión sopapeó a un chiquito rubio que casi se cae de un palo. El díscolo chele quedó con las nalgas hinchadas y años después Ma. Teresa lo reconoció como el gran compositor Francisco José Haydn. Para colmo, en el reencuentro la emperatriz le recordó a Haydn de la paliza, diciéndole, "Verdad que valió la pena evitar que te rompieras la crisma cayéndote del palo?" "No se preocupe, majestad, que mi posterior aún recuerda su mano,"le ripostó el genial Haydn.
En otras ocasiones, los súbditos hicieron sonrojar a sus monarcas. Cuando el español Alfonso XII regresaba a tomar el trono español, unas vivanderas de Barcelona lo recibieron con animados gritos. Al agradecer los vítores, Alfonso conversó con las jóvenes, quienes le dijeron que gritaban de alegría de verle, pero que igual habían gritado "cuando echamos del trono a la puta de tu madre", refiriéndose a la reina Isabel II de Borbón.
Nell Gwyn, amante del rey Carlos II de Inglaterra, en una ocasión abochornó a la plebe que gritaba creyendo que en la carroza iba una amante francesa del rey. Nell, quien era muy bella y buena actriz, se bajó de la carroza y regañó al populacho,"No jodan, no me abucheen que yo soy la puta protestante del rey!" La plebe estalló en sonoras carcajadas y dejaron pasar la carroza de Nell. Luis XV pasó tremenda vergüenza cuando Pedro I de Rusia visitó París.
Felipe de Orléans, su tío abuelo y regente para mientras crecía Luis XV, le llevó al gigantón zar y el ruso al ver el rey niño se enterneció tanto que lo alzó en brazos y lo cubrió de traviesos besos como si fuera cualquier otro chiquito. Luis XIV, bisabuelo de Luis XV, había sido un experto en abochornar gente, ya que recibía a sus ministros mientras comía, o mientras pujaba en una bacinilla colocada en una regia pata de gallina llamada Chaise perceé. Esta costumbre de dar audiencia mientras evacuaba el vientre llevó a que un cortesano italiano le comentara al Rey Sol sobre su maravilloso "c...o d´angelo."
Todo cepillo acaba pelón, y el legendario Conde Ferdinand Lesseps (constructor del Canal de Suez que fracasó al querer repetir la hazaña con el canal de Panamá) pasó gran rubor cuando se acercó a la odiosa Eugenia de Montijo-la burguesita española convertida en emperatriz de Francia por su boda con Napoleón III-y le dijo ,"Es usted la Isabel la Católica del mundo Moderno!" en la ceremonia de inauguración del Canal de Suez. La envanecida y cabecita hueca Eugenia lo apartó de un empujón, dedicándole solo una mirada de desprecio y asco. La servil Elena de Wittelsbach, hermana mayor de Sissi, se quedó como tonta con los brazos extendidos para recibir unas rosas rojas durante el baile imperial en el cual Francisco José I de Habsburgo anunció que se casaba, pero con la bella Sissi.
El hacer un buen ridículo no estuvo limitado a cabezas coronadas, y entre los presidentes gringos y próceres latinos hubo sus cuantos instantes risibles, como cuando Manuela Sáenz ayudó a su amante Bolívar a escaparse por una ventana cuando la gente lo quería linchar. Abraham Lincoln, tras ser electo por primera vez en 1860, tuvo que entrar por la puerta trasera de la Casa Blanca tras un agitado viaje de medianoche en un tren, dado que ya se juntaban los nubarrones del conflicto que sería la Guerra de Secesión de Estados Unidos y él era considerado non grato.
Teddy Roosevelt sintió verguenza cuando vio que sus serviles amigos le habían atado un oso cholenco a un árbol durante una cacería, y el presidente mandó al oso al zoo y esta anécdota sirvió para que el constructor del canal de Panamá prestara su nombre para los ositos de peluche. Otro Roosevelt, Franklin Delano, casi se muere de la verguenza cuando su adorado can Fala mordió en la nalga a un senador en la Casa Blanca, y Warren Gamaliel Harding años antes había palidecido del susto cuando su mujer Florence casi lo halla haciendo amores de conejo asustado con Nan Britton en el clóset del despacho Oval. Dwight Eisenhower como presidente también atrajo críticas cuando echó a las ardillas listadas de su curso de golf en la Casa Blanca, originando con su pleito con los roedores a la caricatura Elsania.

los personajes que trajo el Niño Dios


LOS REGALOS NAVIDEÑOS MÁS INESPERADOS

Muchos, ya seamos ateos, judíos, cristianos o musulmanes, debido a la globaliza¬ción de la cultural occidental, esperamos algún regalo para Navidad, y eso puede ir desde un enorme cucarachón que me dio mi inolvidable gato Emperador José II de Habsburgo en la Navidad del 2001(presentado casi encima del plato de gimchi que yo estaba confeccionando para el 24) hasta el nacimiento o muerte de personajes célebres.

Algunos de los personajes más coloridos de la historia arribaron entre el 24 y 25 de diciembre, mientras que otros enlutaron esta celebración con sus sentidos decesos.

Entre los regalos que el Niño Dios trajo para el 24 estuvo una de las más bellas y dulces mujeres de toda Ia historia, la emperatriz Sissi. En su acta de nacimiento se llamaba Elisabeth de Wittelsbach, hija de Max duque de Baviera y su gruño¬na esposa Ludovica, y no era la primogénita, pero desde su primer grito, Sissi estaba destinada para llamar la atención. Nació con abundante pelo rojizo, unos ojos de alejandrina y una piel rosada como para bebé de calendarlo. Esta preciosa y erudita mujer estaría destinada para casarse por amor con su primo hermano Francisco José I del lmperio Austro-Húngaro, y su alegría, dulzura y don de gentes la harían una de las reinas más adoradas de Ia historia. También en 24 de diciembre, pero de 1922, vino al mundo una de las actrices más bellas y tormentosas de Il historia del celuloide: la sensual Ava Gardner.
Esta exquisita hembra de la especie estaría destinada a ser una de las esposas de Erank I Sinatra(con quien vivió en eterno pleito de perros mientras estuvieron casados) y la admiración de los cineastas le granjearían un sitio muy especial entre las divas de Hollywood. También en 24 de diciembre, pero de 1905, arribaría vía cigueña plateada uno de los más ricos magnates de los Estados Unidos, Howard Hughes. Hughes, mimado desde el primer alarido que dio al nacer, sería gran aviador, productor de Hollywood y millonario de gustos excéntricos, pero ni el haber nacido en la feliz Nochebuena le garantizó felicidad, ya que murió sicótico y sin haberse bañado en mucho tiempo a mediados de la década del 70. Ricky Martin, gran cantante y actor nacido en Puerto Rico, también fue un encargo de Nochebuena, tremendo regalo para los que le han admirado desde que comenzó siendo un preadolescente con Menudo.

El 25 de diciembre trajo al mundo a varias luminarias más de la historia, pero el regalo más exquisito para la ciencia fue cuando un bebé tan escuálido como un rena¬cuajo dio su primer grito en lnglaterra: lsaac Newton. Newton era el hijo de una familia campesina, y de bebé era tan enclenque que lo bautizaron a todo mil creyendo que podía morirse chiquito e ir a patalear al limbo. Para suerte del mundo, este chelito no solo sobrevivió sino que se hizo un robusto científico que nos legó el descubrimiento de las leyes de la gravedad, además del invento de la puerta movible para gatos, debido a que era fan de los mininos y no le gustaba que sus miaus se le quedaran fuera de su casa cuando andaban de vagos. Newton llegaría a ser ennoblecido por la corona inglesa, cultivaría la amistad de Pedro I de Rusia, quien fue su fan, y moriría en el perfecto estado de la soltería virgen.

Clara Barton, la inefa¬ble gringa que fue la que organizó la Cruz Roja en Estados Unidos, también fue un regalo navideño del propio 25 de diciembre de 1821.Esta útil y tra¬bajadora mujer se destacó por su labor social durante la sangrienta Guerra Civil de los Estados Unidos. Uno de los hombres más seductores de la historia nacería también un 25 de diciembre, en 1899: Humphrey Bogart. El moreno galán hollywoodense quien nos hizo suspirar en Casablanca o El Halcón Maltés, sería uno de los astros del celuloide más admirados, llegando a un feliz matrimonio final con la bella Lauren Bacall tras haber causado estragos en las hormonas femeninas. En 1918, el presidente y militar egipcio Anwar El Sadat debutaría en este mundo, y con el correr de los años llegó a ser uno de los estadistas más sagaces de todos los tiempos. Grandes figuras de la farándula como la cantante de música country gringa Barbara Mandrell, el rockero Alice Cooper, la estrella hollywoodense pecosa Sissy Spaceck y la cantante de rock Annie Lennox también fueron regalos del 25 de diciembre para alegría de sus miles de admiradores.,

Sin embargo, no todo ha sido sencilla felicidad en Navidad, iniciando vidas de famosos y útiles personajes. Un 24 de diciembre se murió a causa de una muela infestada el gran compositor atonalista austriaco Alban Berg, mientras que en 25 de diciembre al gran comediante judío inglés Charles Chaplin se le ocurrió la pesada broma de morirse cuando ya era un venerable anciano risueño. Otro comediante, WC Fields, también se tiró su última risotada un 25 de diciembre, al igual que la modelo garífuna Amara Wilson, segunda esposa del gran percusionista árabe Karim Perhama. El Ku Klux Klan, asquerosa organización racista de los EEUU, también quedó consolidada en una Navidad, sin mencionar que en el siglo XIX un incendio se comió la biblioteca del congreso de EEUU para estas fechas.

No obstante, la Navidad nos ha dejado algunos de los personajes más beneficiosos de la historia (si apartamos a Juan sin Tierra, odioso rey inglés que vino al mundo en 24 de diciembre y solo sirvió para neciar), y para estas fechas, no hay quien ande una sonrisa a flor de labios aunque sea para agradecer el cucarachón pavoroso aún aleteante que le lleve el gato mimado de la casa.

Calambres y Escandalos del Trono Persa


LOS CALAMBRES Y ESCANDALOS DEL TRONO PERSA

Uno de Los imperios más poderosos de la antigüedad fue construido por los persas. Sin embargo, tanto lujo y esfuerzo se iría a pique en 330 tras la batalla de Arbela, cuando Alejandro Magno acabó con la era dorada de Persia.
Definitivamente, el primer gran soberano que tuvieron los persas fue Cyro I, quien montó al trono en 555 antes de Cristo. Cyro fue un hombre excepcionaL en todo el sentido de la palabra: audaz, hermoso, inteligente y muy generoso. Además de ser un gran general, fue un genial administrador y como monarca fue tolerante con sus pueblos conquistados. Una mezcla poco usual de valentía con cortesía, Cyro adonde llegaba a conquistar se ocupaba de pagar sus respetos a las deidades reinantes, siendo de una tolerancia religiosa que le hubiera envidiado María Tudor de Inglaterra o Jemitsu Tokugawa del Japón. Cyro era demasiado ambicioso, por eso no alcanzó a apretar mucho lo que tanto le costó abarcar, y murió en la batalla de Massagetae al sur del mar Caspio en 529.

De sus múltiples esposas había logrado varios hijos, pero su sucesor fue un retoño igualmente guapo, pero mal de la azotea. Cambyses inició su reinado matando a su medio hermano Smerdis, y no aguantó la tentación de irse a Egipto para lo que consideró sería una conquista fácil. Menfis fue capturada fácilmente, pero los 50 mil persas enviados a anexar el oasis de Ammón murieron de sed en medio desierto tras recurrir a cosas tan grotescas como beberse sus propios orines y sangre. Para colmo la expedi¬ción que Cambyses mandó a Cartago salió mal pues la tripulación de los barcos persas se componía de fenicios, y estos se negaron a atacar a sus paisanos. Tras tanta pava, Cambyses se enojó mucho y perdió su clemencia hacia los egipcios. Se burló de los dioses egipcios, acuchilló la estatua del toro sagrado adorado como el dios Apis, exhumó momias obviando las maldiciones de las tumbas y como postre saqueó templos y quemó ídolos ante los aterrorizados ojos de los egipcios. Al querer quitarle la superstición a los conquistados, Cambyses se los echó de enemigos. Cuando su latente epilepsia se manifestó en ataques al estilo breakdance, los egipcios se burlaron de él afirmando que los dioses lo habían castigado. Ya bien loco, Cambyses optó por patearle la barriga gestante a su hermana y esposa Roxana, mató a flechazos a su propio hijo Prexaspes, enterró vivos a 12 linajudos persas y condenó a muerte al ricachón Creso (que por suerte los soldados se atrasaron en cumplir la orden, salvándose Creso. Los soldados sin embargo, fueron ejecutados por lentos).


Tras enterarse que en Persia un usurpador le calentaba el trono apoyado por unos revolucionarios, Cambyses se volvió completamente loco y se suicidó. Por fin!
Un tipo que se hacía pasar por el hermanastro de Cambyses, Smerdis, se había apropiado del trono. Siendo este usurpador fanático de la fe de los magos para botar al zoroastrismo imperante como religión estatal, otra revolución se armó y entre 7 aristócratas decidieron poner en el trono al futuro Darío I, hijo de Hystaspes. En el año 521 de la era precristiana fue que Darío montó al trono. Comenzó mal, con una rebelión de los gober¬nadores de Egipto y Lidia, con revueltas en las provincias de Susiana, Babilonia, Media, Asiria, Armenia y Sacia. Darío entonces sacó su lado implacable a bailar y pronto les puso la bota encima. Solo en Babilonia crucificó a 3 mil de los ciudadanos más prominentes para promover la obediencia.
Tras estos percances iniciales, Darío se quitó la armadura de guerrero y procedió a administrar con una equidad y sabiduría pocas veces encontrada en la historia. Trajo prosperidad y orden a su reino, y aunque ansiaba estar solo en paz, para afianzar el imperio se fue con sus huestes al sur de Rusia, cruzó el Bósforo, anduvo por el Danubio y el Volga y conquistó parte de lo que hoy es Afganistán, solo después de haber cas¬tigado a los escitas por desobedientes. Tanto triunfo le hizo suponer que era invencible, y para colmo una de sus esposas (Atossa), mientras dis¬frutaban en el lecho, le dio una broma pesada retándole a conquistar Grecia. Para mostrarle a su mujer que seguía siendo un bravo león no solo en la cama, usó de pretexto una revuelta en Jona para arremeter contra Grecia. Cruzó sin muchas ganas el Egeo, y saboreó el polvo de la derrota en Maratón. Darío volvió cabizbajo y amocepado a Persia, sin ganas de enfrentar a Atossa. Preparándose para ir de nuevo al ataque de Grecia, se debilitó y murió de fiebres galopantes. A Darío I se le debe grandes obras de ingeniería y buenos caminos. Estableció un correo más veloz y fidedigno que el cacharposo servicio que malfunciona en Nicaragua. Hizo en canal que unió a Persia con el Mediterráneo a través del Mar Rojo y el Nilo, obra que sus haraganes herederos dejaron perder en las arenas.

Xerxes, el sucesor de Darío, subió al trono en 485 antes de Cristo, y a él le tocaría seguir bailando con la loca de los griegos. Para colmo en 480 se fue acompañado de la valiente guerrera Artemisia de Halicarnaso hacia Grecia, solo para verse sopapeado en la batalla de Salamis, de donde salió más rodajeado y morado que el salchichón que ahí se produce. Tan guapo, tan deseado por sus muchas mujeres y tan vanidoso que se mira¬ba hasta en los charcos, Xerxes I luego pasó 20 años de molicie hasta que el cortesano Artabano en el año 464 decidió despacharlo al otro mundo. Todos lloraron lágrimas de cocodrilo, Xerxes fue enterrado con gran boato, y fue sucedido por Artaxerxes I.


Destinado a reinar hasta el año 423, Artaxerxes no fue particularmente brillante, pero reinó por largo tiempo manteniendo a duras penas lo que se había conquistado gracias a monarcas más portentosos que él. Darío II en 423 tomó el reino para continuar en él hasta el año 404, siendo suce¬dido por Artaxerxes II. Darío II apenas subió al trono hizo asesinar al revoltoso Terituchnes, junto con su esposa (a quien cortó en tucos) y la madre, hermanas y hermanos del absorbente familión del rebelde. Artaxerxes II en su reinado mostró ser un tipo cruel y sanguinolento, que usaba los peores métodos para castigar a sus enemigos. Entre las pocas cosas buenas que hizo Artaxerxes II fue dictaminar que los médicos habrían de cobrar consulta de acuerdo al poder económico del paciente, algo que debería ser implementado hoy en día por doquier. Este mismo Artaxerxes II, quien mató a su hijo Darío por estar conspirando, moriría de mocepa al enterarse que su hijo Ochus planeaba asesinarlo.

Ochus reinó entre los años 359 y 338, pero ya el asesinato se había hecho costumbre en Persia. El general Bagoas asesinó a Ochus y puso al trono a Arses, quien era el primogénito del rey. Bagoas mató a los hermanos de Arses para afianzarlo en el trono, pero cuando Arses mostró tener iniciati¬vas propias, Bagoas se enojó y lo mató, esta vez acompañado Arses por sus hijos. Esta vez Bagoas prefirió confiar el trono al bisexual y distraído Darío III, quien en realidad se llamaba Codommannus. Darío III, más preocupado por el placer que por gobernar, duró en el trono 8 años hasta que llegó el conquistador macedonio Alejandro Magno, quien lo vio correrse como cobarde no una sino dos veces dejando abandonadas a su madre, mujeres e hijas. Curiosamente, tras la muerte a manos de sus generales que lo consideraron en cobarde mayor en el año 330, Darío III fue sepultado dignamente por Alejandro Magno, quien tomó como segunda esposa a la princesa Barsine Stateira, hija de Darío Ill. Esta pobre chica habría de morir asesinada estando encinta del macedonjo poco después que el conquistador murió, siendo su ver¬dugo Roxelana, la primera mujer de Alejandro Magno.

los diabéticos de la historia


LOS DIABÉTICOS MÁS FAMOSOS DE LA HISTORIA

Cuando al inicio de mi diabetes en 2003tuve que depender de dos picotazos de insulina cotidianamente, el mundo no se me vino abajo ya que procediendo de una familia azucarada, no había forma que yo hubiera escapado de mi destino genético. Además, tras haber sido puesta a régimen de glibenclamida con metformina en lugar del pinchazo, me consuela saber que estoy en excelente compañía de personajes históricos que padecieron de tan insidiosa enfermedad sin que esto les quitara fuerza para tener éxito.
Uno de los hombres más admirados de la historia fue el gran emperador romano Marco Aurelio Verus, quien fue un diabético que supo instintivamente cuidarse muy bien cuando se hizo vegetariano. El gran monarca y filósofo romano había optado por los vegetales inicialmente porque no le gustaba comerse a los animales, pero cuando su galeno le recetó moderación, Marco Aurelio ya llevaba la mitad de la batalla contra el azúcar ganada. Curiosamente, el autor de Meditaciones no murió del azúcar sino de una pavorosa plaga durante las guerras marcománicas.
Antes de él, otra gran figura había sostenido lucha agria contra la glucosa y no había muerto tampoco de eso: el gran dirigente militar griego Alcibíades. El famoso general ateniense había descubierto que algo andaba mal cuando sus rasguñones de guerra no le sanaban velozmente, y reza la leyenda que en una ocasión probó su propia orina encontrándola más dulce que pasas en miel. Alcibíades acabó acuchillado tras una riña de faldas. Algunos historiadores especulan que la ceguera del gran bardo griego Homero, autor de La Ilíada y La Odisea, se debía a una de las complicaciones más temidas de la diabetes.
Wu Chao, gran emperatriz china a quien se le debió un buen sistema de salud pública, acabó falleciendo por complicaciones del azúcar.
Otro diabético de cuidado fue el gran bardo francés Chrétien de Troyes, quien fue apadrinado por Leonor de Aquitania y a quien le debemos el romance del Rey Arturo. Chrétien en una epístola a un amigo se lamentaba de no poder gozar de los placeres de la mesa igual que antes pues cada vez que comía algo dulce, pagaba con "una fabulosa quemazón debajo de la piel, como si ando al diablo ardiendo dentro del cuerpo. Posteriormente, la enfermedad no respetaría a reyes ni guerreros, y entre otros que se vieron afectados por esta dolencia estarían Tamerlán, el gran conquistador tártaro cuyo crueldad fue tan proverbial que se cree que cuando le entraba la taranta del azúcar se ponía más nefasto. No se quedaría atrás el segundo monarca de la dinastía mugala de la India, el inútil Humayún, hijo de Babar el Tigre.
Humayún descuidó tanto su diabetes que se cree que su caída mortal de las escaleras se debió a un ataque agudo de la neuropatía que tanto nos afloja los miembros inferiores a los diabéticos. En Francia, nada más ni nada menos que el gran monarca Luis XIV el Rey Sol sería uno de los afectados por la diabetes, y aunque siempre trató de hacer lo posible por controlarse la muela y consumir cantidades navegables de ensaladas, el famoso soberano muchas veces sucumbía ante los dulces para pagar carísimo por su imprudencia. La fístula anal de la cual se le operó tardó mucho tiempo en curarse debido a la profusión de glucosa en la azulísima sangre del hombre quien dijo que "El estado soy yo. "Se cree que Luis XIV heredó su diabetes de su abuela paterna, la gordinflona y golosa María de Médicis.
Martha Skavronskaya, más conocida como emperatriz Catalina I de Rusia por su matrimonio con Pedro I El Grande, nunca fue modesta a la hora de comer. Tanto exceso en comida y bebida llevaría a la ex meretriz convertida en zarina a la diabetes, y en sus últimos años, tras la muerte de su esposo, hacía poco caso a los consejos de su médico que dejara de atiborrarse de dulce y vodka. Este problema sería también la causa de la muerte de Ma. Luisa de Orléans, Duquesa de Berry y sobrina nieta del rey galo Luis XIV.
La adorada hija mayor del hombre que fue regente de Francia tras la muerte del Rey Sol era un monstruo devorador de galletas y golosinas, y cuando su médico le aconsejó que dejara de comer azúcar pues su orina parecía melaza, la vulgarcita solo atinó a contestar que era una bendición que ahora pudiera beberse sus micciones como refresco. Otro azucarado que vivía echando fuego era el monarca prusiano Federico Guillermo I, papá del gran Federico II de Prusia. El día que se iba a morir al parecer andaba el azúcar a mil cuando se personó en la alcoba de su esposa para gritarle, "Levantáte por lo menos hoy, chancha y floja mujer, porque hoy me voy a morir... "Al poco rato estaba tilinte.
La diabetes no ha hecho estrago solamente entre los miembros de la realeza. Grandes literatos como H. G. Wells (periodista empírico y novelista autor de La Máquina del Tiempo y La Isla del Dr. Moreau), Mario Puzo (autor de El Padrino), Anne Rice (autora de Entrevista con un Vampiro), Kamala Napurdalah (genial autora de Zinnia y corresponsal de guerra) y el corresponsal de guerra y novelista gringo Ernest Hemingway tuvieron que lidiar con sus conteos de azúcar entre una página y otra que escribían. El gran pintor francés Paul Cézanne también pudo haber hecho más dinero poniendo un ingenio con su sangre que creando obras maestras, y se cree que rompió su tierna amistad con el novelista Emilio Zola en un ataque de glucosa subida.
Un conteo alto de glucosa no fue impedimento para que Tomas Alva Edison inventara tantos calaches útiles, a como tampoco lo fue para que Howard Hughes fuera piloto, productor de cine y uno de las máquinas humanas más fabulosas para hacer reales. Cineastas de la talla de George Lucas (Guerra de las Galaxias) y Otto Preminger no se vieron alejados de su maquín de directores por una subida de azúcar, a como actores de la talla del exquisito Marcello Mastroianni, Halle Berry, Mae West, Jane Wyman (la recuerdan en Sublime Obsesión junto a Rock Hudson), Elizabeth Taylor, George Burns (quien vivió más de 100 años), James Cagney, Spencer Tracy y Jerry Lewis tampoco usaron de excusa un picotazo de insulina para no trabajar ante las cámaras. La comediante norteamericana Mary Tyler Moore ha seguido riendo y haciéndonos carcajear aún a pesar de ser insulinodependiente.
El mundo de la música está repleto de azucarados, comenzando con el holandés renacentista Jan Sweelinck y el gran operático italiano Joaquín Rossini (autor de El Barbero de Sevilla), y en la lista caben Neil Young, el trompetista de jazz Miles Davis, el clarinetista negro Dizzy Gillespie, la legendaria cantante de jazz Ella Fitzgerald (quien hasta sufrió de amputación de miembros por complicaciones diabéticas), el rockero de Fleetwood Mac Mick Fleetwood, la cantante Patti Labelle (quien cantó originalmente Lady Marmalade antes que la anoréxica y malteñida Christina Aguilera terminara de deschincacar el tema en Moulin Rouge), la gordita crooner Peggy Lee, el sensualísimo Elvis Presley, el popular Tiny Tim, Mama Cass Elliot de los "Mammas and the Papas", el guitarrista Freddy Fender, y Meatloaf.
Entre deportistas, han habido varios astros con diabetes: el primer pelotero negro en Grandes Ligas, Jackie Robinson, los tenistas Billie Jean King y Arthur Ashe, el beisbolero Ty Cobb y los púgiles Joe Fraser y Sugar Ray Robinson.
Entre estadistas, la lista de diabéticos es sorprendente también. El bellísimo y multitalentoso Josip Broz Tito, forjador de Yugoslavia, incluso llegó a perder una pierna poco antes de morir en 1980. Otros grandes dirigentes diabétciso han sido Anwar El Sadat, presidente egipcio que no murió de un alto conteo de glusoca sino merced a un atentado, el gritón Menachem Begin de Israel (quien solo de malas pulgas podía ser visto), Solomón Bandanaraike (primer ministro de Sri Lanka que murió asesinado y cuya viuda Sirimavo ganó elecciones tras su deceso) y el magnético Mikhail Gorbachov de Rusia.

las Chabelas de la historia


LAS PROMINENTES CHABELAS DE LA HISTORIA

Hace unos días, una estudiante universitaria me dirigía un desesperado e mail en el cual me confesaba,"doña Cecilia, la confusión reina en mi cabeza… como distingo una Chabela de otra si casi todas las reinas eran Isabeles?" En respuesta a esta inquietud, vamos a recordar a varias Isabeles de la historia.
Siendo uno de los nombres más populares, ya sea como Isabel, Isabella, Erzebet o Elizabeth, muchas reinas han llevado este apelativo.Ana Isabella, apodada la Loba Francesa por los ingleses, pasó a la historia como la vengativa esposa del rey inglés Eduardo II. Ana Isabella se desquitó los desaires de su amariconado marido que prefería a los machos y tras echarse de amante a Roger Mortimer, destronó e hizo asesinar a su amariposado esposo en 1327. Antes de ella, otra Isabel había dado mucho que hablar cuando estando comprometida con su paisano Guy de Lusignan, sus padres le rompieron el compromiso para casarla con el feo rey inglés Juan Sin Tierra: Isabela de Angulema. Esta bellísima mujer cumplió con su deber de dar herederos a la corona, siendo la madre de Enrique III, pero fue una de las consortes más infieles de la historia, ya que su marido la pescaba en pleno adulterio y le amarraba los amantes a la pata de la cama para azotarlos delante de ella.
Isabela de Angulema al enviudar de su odioso Juan logró casarse con Guy de Lusignan, quien siempre fue su amor, y murió loca tratando de envenenar al rey francés. Otra Isabel de vida bastante atribulada fue la castellana Isabel de Castilla, quien logró asir el trono mediante intrigas contra su propia sobrina Juana la Beltraneja. Isabel de Castilla se casó a escondidas con Fernando de Aragón y al pasar a ser el famoso binomio de los Reyes Católicos de España, no solo unificaron a su país sino que también patrocinaron al piojoso Cristóbal Colón para que viniera a saquear al " Nuevo Mundo". Isabel de Castilla no solo instauró la Inquisición en España, enviando a la muerte y a la desgracia a miles de judíos y supuestos herejes, sino que también descendía de una de las locas más peligrosas de la historia: Isabel de Portugal, quien acabó su triste existencia encerrada en el castillo de Arévalo.
Otra Isabel de Portugal, pero perteneciente a la Casa de Avis e hija del antisemita rey Manuel el Afortunado, habría de dejar su huella en la historia. Esta Isabel era bellísima, y la casaron con el monarca español Carlos I de Habsburgo (hijo de Juana la Loca y nieto de los Reyes Católicos). Al convertirse en modelo y patrocinadora del famoso Tiziano Vecellio, las cosas pasaron más allá de los lienzos y la preciosa Isabel pasó ratos muy tórridos con su pintor. Luego hubo murmuraciones con otro de sus nobles, y para colmo se murió a causa de un aborto cuando se rumoraba que la criatura que le venía no era de su regio marido. Tras morir, Isabel batió otro récord, siendo su descomposición uno de los procesos más veloces de la historia. Llorando y cabizbajo, su propio hijo el futuro Felipe II no quiso llevar el féretro debido a la tufalera. Triste final para una de las mujeres más bellas de la historia…y una lección para la vanidad de cualquiera!
Hubo una Isabel que se destacó por su dulzura y santidad: Isabel de Hungría. Esta hermosa princesa amó con locura a los niños, los pobres y los animales y tras pasar una vida entera dedicada a hacer el bien al prójimo a pesar de su corona, fue santificada por la iglesia como Santa Isabel de Hungría. Pero no todas las Isabeles le caían bien a la iglesia, y el papa Pío V se carteaba con el dizque muy católico Felipe II de España mencionando que Isabel I Tudor, la reina virgen de Inglaterra, merecía morir o ser asesinada por ser hereje. Isabel Tudor habría de ser la mejor reina que tuvo Inglaterra, una pelirroja erudita que engrandeció a su reino y una de las estadistas más sagaces de la historia. Para colmo tuvo el buen seso de no casarse nunca, muriendo en 1603 de muerte natural. Contemporánea de la reina Virgen fue una sufridísima francesa que acabó siendo reina de España: Isabel de Valois.
Esta dulce y bella muchacha era hija del rey galo Enrique II de Valois y su fea esposa Catalina de Médicis, y era apenas una preadolescente cuando se selló la paz entre Francia y España con sus menudencias, ya que la obligaron a casarse con Felipe II cuando este diabólico monarca enviudó de la espantosa inglesa María Tudor. Isabel de Valois fue estrenada por el moclinesco Felipe cuando aún no era núbil, y el monarca español posteriormente la contagió de sífilis que él había logrado en sus correrías con rameras. Isabel de Valois moriría en su veintena tras parir dos niñas y tratar de sobrellevar la vida de perro pateado que le daba su regio marido. A menudo, esta pobre mujer es confundida con otra Isabel de Valois quien siendo hija del rey francés Carlos VI "Chale Loco" fue obligada a casarse a los 7 añitos de edad con el monarca inglés Ricardo II, quien acababa de enviudar de su primera mujer. Afortunadamente el inglés nunca tocó a la niña y tras la muerte del rey, Isabelita regresó a su patria para casarse en segundas nupcias con un noble y posteriormente morirse de parto.
Dos Isabeles fueron ampliamente conocidas como mujeres de amplia líbido: Isabel II de España(la hija por la cual Fernando VII anuló la ley sálica que prohibía el acceso al trono a mujeres)e Isabel Petrovna, hija de Pedro I el Grande de Rusia y emperatriz por derecho propio. Isabel II de España se vio casada con su primo Francisco, quien era marica, y engendró a Alfonso XII con un guapo militar, Enrique PuigMoltó Mayans. Isabel Ii tuvo abundantes amantes, casi tantos como su tocaya rusa. La Isabel rusa había estado comprometida en su adolescencia con un alemán, quien se murió antes de la boda. Para compensar, tuvo numerosos lovers pero nunca quiso casarse.Al dar respuesta a una solicitud de hablar de las famosas Isabeles de la historia, jamás imaginé que sería como lanzar una bola de nieve cuesta abajo y muchos estudiantes de historia me han solicitado que mencione otras Chabelitas que se quedaron fuera del primer artículo. Para complacer a los numerosos lectores, seguimos con el “son Chabela.”
Isabeau de Wittelsbach, un linda princesa bávara, fue una infame Isabel que torció la historia francesa. Casada con el rey Carlos VI de Francia(más conocido como Chale Loco), se rodeó de un séquito de damas despilfarradoras y corruptas a las cuales convirtió en anoréxicas cuando les exigió cinturita de avispa. Luego Isabeau se las pegó al rey con el hermano menor del monarca, Luis, procediendo a engendrar al futuro rey Carlos VII de Francia. Cuando agarraron en la maturranga a Isabeau y su marido se volvió más loco que una cabra, confesó sin pudor que el heredero era bastardo con tal que le continuaran dando su pensión para seguir comiendo como chancha y mantener a un establo de gigolós.
Isabel, solo que Erzebet en húngaro, fue el nombre de una de las mujeres más fascinantes y controversiales de la historia: Isabel Bathory, familiar del famoso rey polaco Esteban Bathory, pasó a la historia como la genuina mujer vampiro que bebía toda la sangre que el infame Abraham Stoker le asignó al pobre caudillo rumano Vlad Drácula. Nacida en el seno de una rancia familia de tarados, Isabel Bathory fue una rica y bella condesa que exigía bañarse en sangre de vírgenes campesinas para mantener su juventud. Más de 600 chicas debieron morir para que la macabra Isabelita bebiera su sangre y se duchara con el vital líquido rojo, y no fue hasta que la vampiresa cometió el craso error de chuparse a unas nobles vírgenes que el estiércol pegó en el abanico y se trató de hacer justicia con ella encerrándola en su propio castillo(como noble que era no podía ir presa).La Bathory murió encerrada a inicios del siglo XVII y su leyenda aún asusta a muchos en su nativa Hungría. Otra Isabel que dio guerra, pero por su sed de poder y deseo de dominio, fue la italiana Isabel Farnesio, segunda esposa del rey Felipe V de España. La Farnesio fue seleccionada como esposa del primer rey borbónico de España luego que el libidinoso pero puritano rey agotó de tanta cama y parto a su primera mujer Ma . Gabriela de Saboya. La eligieron creyendo que como era fea con la cara marcada de viruelas como pizza iba a guardar su lugar quietecita, pero la tal Chabelita Farnesio resultó ser una arpía que fue la perfecta horma del zapato para dominar a Felipe V. Cada vez que la Farnesio quería dominar a su regio esposo, lo mandaba a dormir al sofá hasta que el pobre monarca se revolcaba de lujuria. A esas alturas del campeonato el pobre soberano estaba listo para firmar cualquier cosa, siempre que la Farnesio le diera su sensual remedio.
Una de las más tristes historias con nombre de Isabel fue protagonizada por una pobre y fea princesa portuguesa que fue casada con el asqueroso monarca español Fernando VIII. Resulta que Fernando, tras darle vida de perro callejero a su primera consorte Antonia de Nápoles, había quedado viudo sin descendencia y le urgía pescar esposa para sacarle un heredero. Pues el pato de la fiesta fue Isabelita de Braganza, una culta, nalgona y dulce mujer que aunque no hizo charchalear de pasión a su monarca, hizo mucho por la cultura de España. Cuando finalmente quedó encinta, tuvo un embarazo pavoroso…a tal punto que creyendo que ya estaba muerta, Fernando VII en su afán de rescatar a su heredero hizo que sin anestesia ni asepsia le abrieran el vientre a la pobre mujer, convirtiendo la alcoba matrimonial en un charcazo de sangre. A estas alturas la pobre Isabel despertó solo para verse descuartizada y morirse entre espantosos gritos de dolor. La criatura por la cual la partieron como sandía era una niña que nació muerta. Fernando VII ni siquiera tuvo la decencia de lamentarse el macabro error y sin mucha congoja procedió a sepultarla como si nada.
Otra Isabel habría de sufrir mucho antes de morir: Isabella de Parma. Esta bella princesa italiana fue matrimoniada por conveniencia con el ilustrado y justo emperador austríaco José II de Habsburgo, pero cuando ya llevaban tiempo de convivir Isabella descubrió que le gustaba mucho su erudito marido. Tuvieron varios retoños que murieron chiquitos, pero una de estas criaturas llegó a sobrevivir, una niña que llegó a ser la adoración de la pareja real. La tragedia tocó a la puerta del desafortunado José II, y pronto la muerte se llevó primero a Isabella y luego a la niña. El emperador quedó como cúcala desarbolada y aunque lo casaron en segundas nupcias con Ma. Josefa de Sajonia, nunca volvió a sonreír como cuando lo hacía con su amada Isabella.
Una de las más populares Isabeles fue la preciosa Sissy Emperatriz, cuyo nombre era originalmente Isabel de Wittelsbach. Esta hermosísima y erudita princesa contrajo nupcias con el emperador Francisco José I de Austria Hungría y aunque fue un enlace por amor, habría de pasar muchos sufrimientos en su matrimonio. Su regio esposo le pasó la sífilis, su suegra Sofía era una arpía malévola y castrante, una hija murió en la infancia y su único hijo varón, el heredero Rodolfo, se suicidó vergonzosamente con su amante en 1889.Para colmo la misma Sissy, quien era tan amada por su pueblo, fue asesinada con una lima filosa en Suiza en 1898.Y no podemos cerrar este artículo sin mencionar la impopularidad de la reina Isabel II de Inglaterra(sobre todo tras el misterioso accidente en que murió Lady Diana, su nuera).Isabel II, quien hasta hace poco accedió a pagar impuestos, contrasta con el carácter dulce de su mamá, Isabel Bowes Lyon, quien fue adorada por el pueblo británico.

Kitschs y estrafalarios de la historia


LOS ESTRAFALARIOS Y KITSCHS MAS COLORIDOS DE LA HISTORIA

Recientemente me di cuenta de cuán afortunada soy de ser la única mujer en Nicaragua de tener una “guardiana plenipotenciaria del escote” y una CPF dedicada solo a que la minifalda no se me suba mucho, lo cual me hace vanagloriarme del gusto por lo exótico, lo kitsch y lo raro en la vestimenta que comparto con grandes personajes de la historia. Los siguientes personajes jamás cabrían en una lista a-lo-Vanidades de “mejores vestidos”, pero sus méritos, integridad y cerebro brillante siguen siendo la envidia de los que supuestamente son los árbitros del gusto en la moda y la modestia.
El desfile de estrambóticos lo vamos a comenzar en Roma con Cómodo, el bellísimo pero perverso emperador que sucedió a su padre por afecto pero no por genes Marco Aurelio. Vestíase de mujer o de imitación de Hércules, pero de todas maneras se veía fabuloso, aunque para reinar fue el epítome del desastre. Pero seguramente que muchas chicas de blazer o señores de corbata cambiarían sus tiesas vestimentas en un santiamén por tener las cuotas de poder y riqueza que Cómmodo ostentó en su breve vida. No se le quedaba atrás el emperador adolescente de origen semita Heliogábalo, quien se vestía de sedas vistosas para ir a adorar una extraña piedra negra fálica que hizo llevar a Roma como representante del dios Baal. Procopio, durante el Imperio Bizantino, se debe de haber muerto de envidia codiciando las ricas vestimentas y joyas extravagantes de la emperatriz Teodora, quien para colmo antes de ser coronada como consorte de Justiniano, fue meretriz. Teodora usaba unos collares gruesos de oro como para amarrar leones, y muchas veces incluía flores exóticas y frutas en sus tocados.
En la Edad Media, el rollizo y talentoso Guillermo de Aquitania, primer gran trovador de la Francia medieval, se vestía con colores tan alborotados que hasta los animales se volteaban para verle pasar. Incluso al escoger escudo para irse en una cruzada, Guillermo pintó en su arma a su mujer desnuda, alzando cejas de los hipócritas y partiéndose de la risa a como yo lo hago ante los gazmoños. Gateau, el gato Manx predilecto del trovador, acompañó a su amo a la cruzada en una canasta adornada con cintas y flores, e iba ataviado con unas bombachas multicolores. Juana de Arco, la cuaca y analfabeta campesina lorenesa que salvó el honor de Francia durante la Guerra de los Cien Años, inicialmente fue tildada de “locaria” por las nobles cuando optó por irse a la guerra enfundada en pantalones y camisas masculinas. Incidentalmente, Juana al ser quemada por la iglesia en Ruán escuchó entre sus acusaciones de herejía y brujería que “esas vestimentas raras” mucho la comprometían, convirtiéndose por ende en la primera kitsch involuntaria en la historia en morir por andar la indumentaria equivocada! Lo malo es que la misma iglesia ostentó entre sus filas a un estrafalario de cuidado: Rodrigo Borgia, más conocido como el papa Alejandro VI. Este señor que fue papi de Lucrecia Borgia a menudo se ataviaba de mujer para asistir a sus orgías, y dormía con un camisón de seda con rosas bordadas que le regaló Djem el refugiado otomano a quien acabó envenenando posteriormente.
Vlad Drácula, gran patriota rumano y nunca vampiro ni conde ni nada por estilo a pesar de la mala fama que le crió el borracho Bram Stoker, usaba enormes adornos de pedrería y sombreros raros para irse a batallar contra los otomanos. Dado que era guapísimo, aún así lograba verse bien. El loco sultán otomano Ibrahim I tenía pasión por las pieles, joyas y perfumes, y solía untarse las bellas barbas castañas con litros de almizcle para luego ostentar enormes prendedores de brillantes y rubíes en ellas. Un poco más moderado que Ibrahim I, pero siempre vanidoso y bello fue el gran constructor del Taj Mahal, el emperador mugalo Sha Jehan, quien no solo ostentaba tantas joyas en su persona que era un milagro que lograra caminar del todo con ellas puestas, sino que se dio a construir el famoso Trono del Pavorreal. Tristemente, este trono fue robado por el cruel y loco Nadir Sha de Persia, quien también era tan kitsch que a veces llevaba hasta 4 chaquetas puestas una sobre otra.
Pedro I, gran zar de Rusia, les pareció horriblemente kitsch a los boyardos cuando se le metió en la cabeza occidentalizar a Rusia hasta en la vestimenta. Hasta entonces los hombres nobles de este imperio habían andado con enormes melenas, barbas hasta las rodillas y unas túnicas oscuras que daban miedo. Pedro El Gran incluyo puso una tarifa de impuesto a ser pagada por aquellos que quisieran andar a la antigua, pero como la clase adinerada generalmente es la más tacaña y quejumbrosa, los pobres peludos acabaron poniéndose pantalones y quitándose todo el pelaje de la cara.
La vestimenta de la bella pero frívola Ma. Antonieta de Habsburgo, reina de Francia por su boda con Luis XVI, dio en qué hablar incluso hasta la madre de ella, la serena y juiciosa Ma. Teresa de Austria. La emperatriz de Austria reñía a menudo a su hija porque Ma. Antonieta despilfarraba en vestidos cursis y sombreros gigantescos con plumas, flores y cristales. Antes que ella, otra reina había soltado las lenguas en París durante una visita a Luis XIV:la monarca sueca Cristina. Cristina, quien de por sí era chela y fea y muy imbañable, andaba ataviada como si su peor enemigo le seleccionara la ropa. Sin embargo, el intelecto de Cristina era fuente de suspiros, envidia y admiración dado que era la erudición personificada.
En el siglo XIX, dos gringos con extrañas vestimentas soltaron las malas lenguas. George Armstrong Custer, quien primero se cubrió de gloria durante la Guerra de Secesión y posteriormente de fango y sangre india inocente, mostró que para ser buen militar no hay que conservar el porte y aspecto en el uniforme. El bello pero cruel chele usaba pañoletas extravagantes, sombreros raros y un mostacho engominado espantoso, y con esa pinta tan particular se le recuerda como uno de los mejores militares de la historia, a pesar de que en 1876 los indios acabaron con él en la Batalla de Little Bighorn. El otro gringo estrafalario fue el genial periodista empírico y poeta Walt Whitman, quien fue uno de los primeros ciudadanos que usó los jeans de Levi Strauss cuando esa indumentaria solo se la ponían los mineros. Whitman usaba un sombrero viejo, camisas arremangadas hasta el codo y jeans ajustados con sandalias viejas aunque las chismosas del barrio y los catedráticos de leva lo miraran feo...quizás porque ellos no tenían tamaña sesera!
A finales del siglo XIX, un hermosísimo y genial gay irlandés fue criticado por sus vestimentas y gustos en la comida: Oscar Wilde. Alto, fornido y extravagante, se miraba bien aún con trajes estrafalarios, y sus recetas de sopas y ensaladas inicialmente ocasionaban rechazo...y luego adicción. Pero como ser distinto es pecado, sobre todo en sociedades hipócritas, su “suegro”(padre de su amante Bosie)logró meterlo a la cárcel solo por tener distinto gusto a la hora de hacer el amor.
Alejandro Scriabin, pianista, compositor y donjuán ruso, solía coleccionar sombreros y dicen las malas lenguas con la mía a cargo del desfile que hasta dormía con los sombreros puestos. Este extravagante imitador pálido de Chopin para colmo tuvo ideas de proclamarse el Mesías de una secta y cuando llegó de gira a los Yunáit con su amante Tatiana(ya bien pipona), los gringos casi lo sacan a patadas. Scriabin era siempre seguido por un coro de niños que le hacían burla cantando estribillos del Viejo del Sombrero.
Albert Einstein, considerado uno de los grandes genios de la ciencia y padre de la teoría de la relatividad, odiaba la elegancia y nunca se peinaba. Andaba con los zapatos destapados y los suéteres manchados.No por eso era menos genio.
Frida Kahlo, la mejor pintora latinoamericana, gozaba ataviándose ricamente con ropajes típicos de México, y debido a su bello rostro llamaba la atención por donde pasara. Yukio Mishima, gran novelista gay quien se suicidó en público en 1970, también vestía de forma estrambótica. El nipón adoraba los trajes de la época de los shogunes y su gusto por lo raro incluso le llevó a suicidarse en público en una explosión de exhibicionismo.
Exóticos? “Qué asco?” Qué dicen sin embargo de sus valiosos aportes? O de veras hace el hábito al monje?