Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás
lo dijo William Wallace

los webmasters de la primera website

los webmasters de la primera website
Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

sábado, 16 de enero de 2010

muertes prematuras


LAS MUERTES PREMATURAS DE LA HISTORIA

Hace unos años, cuando una de mis gatitas llamada Leonor de Arborea falleció antes de cumplir los tres meses de edad, traté de consolarme pensando que al igual que muchos grandes personajes de la historia, a mi bella calico le había tocado morirse jovencita. En realidad, las páginas del tiempo están repletas de gente que debió haber vivido mucho más pero cuya hilo vital fue cortado prematuramente por las temidas Parcas.
Hasta la vez, muchos nos rascamos la cabeza preguntándonos quién fue el que ultimó al gran faraón niño Tutankhamon, dado que hay buen porcentaje de probabilidades que este chico regio haya muerto "ayudado por otros". Tut era apenas un adolescente cuando subió al trono de Egipto, sin embargo no duró mucho gozando de las mieles del poder y hoy en día, tras el descubrimiento de su rica tumba a manos de un inglés, son más los misterios que las certezas que rodean a la vida y muerte de este gobernante antiguo. Otro jovencito utilísimo que no debió haber muerto de casi 22 años de edad fue el aguerrido y melenudo chele avernio Vercingétorix. Siendo apenas un adolescente pero ya con musculatura de Dolph Lundgren, este bravo chavalo se hizo cargo de las tropas galas y por un pelito casi derrota al experimentado Julio César de Roma. En el año 52 antes de la era cristiana, Vercingétorix prefirió entregarse a los romanos antes que seguir sacrificando a su pueblo. Julio César se lo llevó de trofeo de guerra a Roma, donde lo tuvo preso por más de 5 años, susurrándole obscenidades al oído hasta que se aburrió de tratar de enamorarlo y lo ejecutó en público.
Alejandro Magno, al igual que el inefable Jesucristo, murió a los 33 años de edad. Este gran conquistador macedonio se dio a la tarea de realizar una helenización tremenda de buena parte de Asia, pero se murió de una galopante tifoidea cuando estaba en la flor de su vida. En Roma, la triste historia del emperador loco Heliogábalo llegó a un final irónico cuando el muchacho de 18 años, tras hacer numerosas torticerías y tratar de imponer un culto fálico en Roma, fue asesinado por sus soldados al dejarlo ir en una letrina repletita de ñaña. La muerte del gran huno Atila fue otra de las malas jugadas de las Parcas. Este gran guerrero, llamado el "Azote de Dios", entraba en la mejor parte de su vida cuando cometió el grave error de casarse con una adolescente llamada Ildico. En medio de la fiesta, Atila bebió cantidades navegables de licor y cuando se retiró a su noche de boda, sufrió un sangrado nasal. Estando completamente ebrio, se ahogó en su propia sangre sin haber podido desflorar a su nueva cónyuge. Estaba apenas en su treintena!
En la época del medievo, la muerte prematura de la Doncella de Noruega Margarita, heredera al trono escocés, ocasionó que el rey inglés Eduardo I Pataslargas se quisiera apoderar del trono. Margarita murió de fiebres en camino hacia Escocia, y al quedar vacante el trono escocés surgieron William Wallace y Robert Bruce para luchar contra los ingleses. Margarita de Escocia, bella chelita que fue casada con el delfín de Francia en la adolescencia, murió apenas a los 19 años de edad tras una riña con su suegro, el desagradable y cobarde Carlos VII de Francia.
Juana de Arco, campesina lorenesa destinada a salvar la monarquía de Francia al dirigir su ejército contra los ingleses durante la famosa Guerra de los Cien Años, era apenas una chiquilla analfabeta cuando afirmó haber oído voces de santos que la mandaban a luchar por la soberanía patria. Juanita no logró cumplir ni los 20 años cuando fue remitida por lo ingleses a la hoguera en Ruán, tras ser acusada por herejía y brujería. Jadwiga de Polonia, preciosa reina que fue mecenas de sabios y santa por derecho propio, murió muy jovencita tras haberle parido un hijo a su odioso esposo Jagiello de Lituania, con quien se había casado por complacer a su pueblo. No llegaba ni a los 22 años de edad. María de Borgoña, la más rica heredera de su tiempo, murió a los 25 años de edad tras haberse caído de un caballo estando encinta.
Era la adorada esposa de Maximiliano I de Hasburgo, dejando dos niños habidos de su matrimonio. La triste suerte de María se cebaría también en sus hijos, ya que su varoncito Felipe El Hermoso murió de un resfrío a los 28 años de edad tras estar infelizmente casado con Juana la Loca, hija de los Reyes Católicos. La hija de María, Margarita de Austria, estaba destinada a llorar cuando su esposo-Juan, el hijo de los Reyes Católicos-se murió jovencito poco después de la boda. Los Reyes Católicos también llorarían cuando su hija Catalina se quedó viuda al poco tiempo de matrimoniada, pues el Príncipe Arturo de Inglaterra murió tísico siendo apenas un adolescente. Para colmo Arturo dejó a Catalina intacta, sin poder ejercer su deber conyugal. Claudia, la hija habida por Ana de Bretaña con su segundo esposo Luis XII de Francia, contrajo nupcias con el rey galo Francisco I solo para sufrir. Tras tantos embarazos y malos tratos de su esposo y suegra, Claudia murió agotada en su veintena.
De la dinastía Valois, la dulce francesita Isabel fue matrimoniada como tercera consorte con el asqueroso Felipe II de España. Este grotesco rey ni esperó que tuviera su monarquía para gozarla, le hizo dos hijas y cuando estaba preñada de una pareja de gemelos, Isabel murió cuando apenas tenía 22 años de edad. Se cree que Felipe, quien andaba en malas compañías femeninas, pudo haberle acelerado la muerte a su frágil y dulce esposa al haberla contagiado de sífilis. Enrique VIII de Inglaterra hizo de todo para poder conseguir un heredero varón legítimo, y cuando por fin lo obtuvo de su tercera esposa Juana Seymour, la pobre mujer murió en su veintena a causa de fiebres pueperales tras el nacimiento de Eduardo. Al fallecer Enrique VIII, este chico enclenque subió al trono como Eduardo VI, solo para morir tísico muy jovencito, dejando nada más el recuerdo de un muchacho incapaz y malcriado que maltrataba a sus propios halcones.
La muerte prematura de Anastasia Romanova, adorada primera esposa del zar ruso Iván El Terrible, fue el punto de inicio para desatar la crueldad en este monarca. Anastasia no tenía más de 24 años cuando se sospecha que los boyardos la envenenaron. Iván lloró a mares por su "dulce vaquita" para luego crear un grupo de paramilitares con los cuales barrió con las vidas y propiedades de los aristócratas.
Henry Purcell, gran músico inglés, murió de 24 años por andar de farra. El autor de Una Trompeta Voluntaria no pudo penetrar a su casa en una noche de tormenta de nieve porque su enfadada mujer dio orden a los criados de no dejarle entrar si llegaba tras la medianoche. Alexis, heredero de Pedro I el Grande de Rusia, murió recién salido de la adolescencia cuando su padre lo acusó de complot y le hizo torturar hasta matarlo. Ma. Luisa de Orleáns fue la adorada primera esposa del rey anormal Carlos II de España, y aunque no le logró dar hijos pues el monarca era chiclán y no podía copular, esta francesita gozó de mucho favor con su esposo. Ma. Luisa murió de forma misteriosa, se cree que envenenada, y no llegaba a la veintena. Similar suerte corrió la hija de Carlos I Estuardo de Inglaterra tras su boda con Felipe, el hermano gay de Luis XIV de Francia. Enriqueta María cayó muerta en su terraza producto de un ataque fatal al hígado, aunque al morir esta adolescente no faltaron las lenguas que adujeran que había veneno de por medio. Ma. Luisa de Borbón, sobrina nieta de Luis XIV de Francia, también moriría prematuramente en su veintena cuando su vida de tragos y glotonería acabó con ella. Luis I de España, hijo mayor de Felipe V, murió de viruela poco después de cumplir 17 años. Uno de los mejores soberanos que tuvo España, Alfonso XII, murió tísico en el siglo XIX sin cumplir los 30 años, y antes de irse de este mundo ya había llorado un diluvio cuando su primera esposa Ma. Mercedes de Orleáns, con quien se casó por amor, se le murió chavala poco después de la luna de miel, también merced a la tisis.
La muerte joven no escoge solamente a cabezas coronadas para satisfacerse. El poeta inglés John Keats murió tísico en Italia a los 25 años de edad, y dos de los más grandes genios de la música clásica se fueron demasiado temprano de este valle de lágrimas:Wolfgang Amadeus Mozart (de 35 por parálisis renal, olvídense de la bazofia que Milos Forman nos dijo de envenenamiento en Amadeus) y Franz Peter Schubert el autor del Ave María y la Inconclusa. El arpista palestino Daniel de Armati murió asesinado en el Líbano a los 26 años en 1976 y el científico inglés Henry Moseley (quien actualizó la tabla periódica hecha por el ruso Mendeleiev) falleció en combate en la I Guerra Mundial en los últimos años de su veintena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario