Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

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lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

sábado, 16 de enero de 2010

las brujas de la historia


LAS BRUJAS EN SU DIA:
DESDE EL RESPETO HASTA LA HOGUERA

Aunque Halloween no sea una celebración nicaragüense sino un evento-los cuales no tienen nada propio culturalmente hablando y siempre quedan bien con sombrero ajeno-que data desde la Irlanda devota de la tradición druida, todas las brujas del mundo, ya sea que vuelen en escoba o en aspiradora(o las que tengamos cara de bruja) celebran la noche del 31 de octubre como la fecha cumbre del año. Sin embargo, las brujas a lo largo de la historia han tenido buenos tiempos y épocas de persecución, y ha habido casos famosos de brujas como para hacernos salir volando sin escoba.
En tiempos de Roma, antes que el cristianismo ganara su batalla cuando el emperador Constantino finalmente se bautizara poco antes de estirar su regia pata, los hechiceros gozaban de buen respeto y su bolsillo generalmente andaba bien abultado. Crispina de Bitinia, una hechicera de ojos negros y cabellos prematuramente plateados, hizo su fortuna vaticinándole a Agrippina, la madre del pavoroso Nerón, que su hijo iba a llegar a las buenas o a las malas al trono. Crispina, cuyo marido era un famoso chef llamado Gayo Lupercio, llegó a hacer más dinero que todos en su familia y se “autojubiló” a los 47 años debido a lo bien que le fue en su juventud como hechicera con acceso a los grandes círculos del poder romano. Crispina, quien vivió hasta los 69 años, tenía dos panteras negras traídas del África, las cuales al parecer eran sus socias en sus tratos con Techulca (nombre que los antiguos etruscos daban a nuestro lugarcomún Uñudo).
Apenas el cristianismo se hizo una mega-religión, comenzaron los sudores para las brujas, sobre todo después de la Inquisición.
En tiempos en que Isabel y Fernando, reyes católicos de España, le dieron el espaldarazo a la Inquisición poniendo al cruel Tomas de Torquemada a cargo de esta nefasta entidad, los gemelos de origen hebreo David y Rebecca de Mendieta fueron a parar al “santo”oficio(que de santo no tenía ni un pelo acusados de ser hechiceros. En realidad eran médicos naturistas y habían curado tanto a centenares de personas como a miles de animales, pero un noble de la corte de Isabel de Castilla, tras no conseguir que la chica se fuera a la cama con él, denunció a los mellizos a la Inquisición para acabar con ellos. David fue torturado, castrado y eviscerado, mientras que Rebecca fue metida en botas de plomo, la doncella de hierro y finalmente asada en una estaca en público.

No todas las personas acusadas de brujería y satanismo provenían de ghettos o barrios populares. En Francia, una preciosa pero ambiciosa mujer de muy buena cuna habría de involucrarse en misas negras y filtros de amor con tal de conservar viva la pasión de su regioamante Luis XIV: Athenaís de Montespán. Esta bella noble sentía que tras tantos partos (porque le tuvo varios bastardos al rey) estaba más floja que fustán de abuela, y quería conservar el favor con Luis a como diera lugar. Se involucró con gentuza de muy baja estofa, como la bruja y abortera Catherine La Voisin, y el perverso abad Guibourg. La Montespán se desnudó para una misa negra sobre sus gastados encantos, hizo filtros que parecían purgantes y casi envenena al rey. Cuando el escándalo salió a luz, un cerro de gente fue a dar al tabo y la pobre Athenais perdió por completo al rey, quien la retiró de su presencia. El Hombre que fue llamado de la Máscara de Hierro se cree que fue alguien que se enteró de cómo “the shit hit the fan” (el estiércol pegó en el abanico)y el rey lo encerró para que no fuera con el cuecho por lado alguno. La Montespán luego se metió a un convento pero dormía con las candelas prendidas pues le temía a la oscurana, aduciendo que el diablo en forma de gato iba a llegar a llevársela con todo y almohadas al averno.
En la Escocia del siglo XVII también habría de surgur otro escándalo de brujas, con la pelirroja y curvilínea bruja Isobel Gowdie a cargo del show. La muchacha del lado del poblado Inverness había soltado sus poderes tras verse malcasada con un granjero apestoso, y para combatir el tedio conyugal y poder satisfacer su deseo de aventura, se involucró con unas brujas locales. Una vez ahí, la Gowdie comenzó a experimentar con magia negra, y llegó al punto de afirmar que había copulado con el diablo. Al confesar su larga lista de pecados, la ejecutaron en 1662.Lo bueno del asunto es que su leyenda fue tan encantadora que sirvió de material para la composición sinfónica titulada La Confesión de Isobel Gowdie de la pluma del escocés James MacMillan.
Resulta irónico que Halloween se celebre con tanto bombo y platillo en Estados Unidos, país cuya historia colonial se vio atrozmente manchada por el tristemente célebre caso de las Brujas de Salem. La histeria colectiva que llevó a un puñado de mujeres a ser ejecutadas tras ser acusadas como brujas en 1692 fue pavorosa. No solo en Salem, Massachussets, sino en poblados aledaños, las cárceles eran vaciadas de criminales comunes para poder alojar en ellas a las infortunadas mujeres que fueron acusadas de jugar con el diablo y hacer encantamientos. Varias adolescentes y mujeres humildes que se dedicaban al servicio doméstico fueron ejecutadas como consecuencia de la maledicencia y envidia pueblerina en tiempos en que los puritanos eran más “dioseros” que el propio Dios. Si bien es cierto que esto sucedió antes que Gringolandia fuera un país independiente de Inglaterra, la mancha de las atrocidades cometidas por los puritanos coloniales en nombre de Dios no puede borrarse porque ya Agatón lo dijo en la antigua Grecia: Ni los dioses pueden cambiar el pasado.

Lo único bueno de este episodio sangriento fue que el dramaturgo judío se inspiró en dichos eventos para escribir su obra maestra The Crucible. Los nombres de las acusadas como brujas luego sería “limpiado”mediante decreto, cuando ya ni la huesera de las colgadas quedaba en sus tumbas. En 1957, el estado de Massachussets emitió formal disculpa por lo sucedido en 1692, pero al igual que el perdoncito que pidió el salaz y hermoso Bill Clinton a los hawaiianos por haberles llegado a botar el reino a fines del siglo XIX, esta excusa arribó cuando ya todo el daño estaba hecho y Estados Unidos, festejante cuaco y sonriente de un Halloween (que como todo lo que tiene de gastronomía y cultura, es prestado o robado), como siempre ya había actuado como toro en cristalería.

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