Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

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lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

sábado, 23 de enero de 2010

presuntos espurios


LOS PRESUNTOS BASTARDOS DE LA HISTORIA

La trasgresión sexual y la mala lengua en encumbrados círculos sin embargo ha dejado tras de sí un hálito de misterio en cuanto a cuál pato puso un huevo en el caso de personajes históricos. En la Antiguedad, la figura chela de Alejandro Magno fue objeto de dudas debido a que doña Olympia, su hermosa pero dominante madre, era de una probidad dudosa y se llevaba muy mal con Filipo II, el padre de Alejandro. No faltó quienes afirmaran que el rubio conquistador era hijo de cualquiera, desde un jardinero hasta el mero diablo, y que la corriente de rabia que siempre hubo entre Alex y su papi Filipo se debió a que Filipo siempre olisqueó que su hijo podría ser ajeno.
Entre los emperadores romanos, la historia del aberrado Cómodo parece cosa de telenovela barata. Su presunto padre fue el fascinante filósofo Marco Aurelio, un sesudo hombre quien nos legó Meditaciones y quien hubiera estado más feliz filosofando solo que mandando un imperio. Como mujer tenía a Faustina, quien era más licenciosa que una gata en celo. En aquellos entonces, las damas patricias de Roma solían mandar a traer furtivamente a los gladiadores más apuestos del circo romano, para entablar una lucha "cuerpo a cuerpo" en lides amorosas por una sola noche mientras sus maridos politicaban. Lo más seguro es que Cómodo se viera engendrado por uno de estos precursores de Schwarzenegger y no por Marco Aurelio, quien aún a sabiendas que su mujer le ponía cornamenta siempre amó al muchacho con pasión y ternura.
Parece mentira que el forajido Genghis Khan hubiera pasado por apuros en cuanto a la paternidad de un hijo, pero la realidad es que el bravo Señor de la Estepas nunca supo a ciencia cierta si su primogénito era suyo o no. Resulta que poco después de que Genghis se casó con su regordeta Burte, ésta fue raptada por unos rivales suyos. Aunque Genghis ya había estrenado a su primera esposa, los captores de Burte al parecer le dieron uso de lecho, por lo cual cuando Burte salió pipona del primer hijo, no se sabía si en realidad la panza era producto de que a Genghis le hubieran "jugado la comida."Genghis, quien adoraba tiernamente a Burte, jamás le recriminó a ella por nada dado que ella por su propio gusto jamás se hubiera dejado tocar por nadie más que por él.
La paternidad de Federico II, Sacro Emperador Romano y Rey de Sicilia, fue atribuida al diablo ya que este monarca poco ortodoxo se reía en grande de los papas. Su padre era Enrique VI y su mamá la bella Constancia de Sicilia, quien lo parió en un mercado de Jesi ante la presencia de prelados y diplomáticos.
Enrique VI nunca admitió haber prestado su mujer al Uñudo, y cuando Constancia murió el pobre Federico quedó en las garras del papa, quien no ahorraba agua bendita para bañarlo a diario en ella. Por lo menos la chismorra sobre la paternidad de Federico engendró en él la sanísima costumbre del buen baño cotidiano, en una época en que casi todos se conservaban en sus asquerosos jugos. En España la falta de virilidad de Enrique IV el Impotente de Castilla dio pie a que atribuyeran la paternidad de su hija Juana al favorito real Beltrán de la Cueva, quien era yunta de la joven esposa del pobre soberano. Juana acabó siendo llamada la Beltraneja, fue declarada bastarda ante las presiones cristianísimas de su tía Isabel de Castilla y acabó destronada antes de poderse poner corona alguna.
María Estuardo, reina de Escocia, figura como una mujer que anteponía su líbido y emociones al buen sentido común. Tras haber enviudado del tarado Francisco II de Francia, se había casado charchaleando de pasión con el chele inglés Henry Darnley. La luna de miel había durado poco y María encontraba consuelo escuchando a su secretario italiano. David Riccio, tocar la mandolina y declamarle poesías de Petrarca.
Las lenguas se agitaron y cuando María vio crecer su vientre gestante, no faltó quien dijera que el futuro rey Jacobo I era hijo no del ahora odiado Darnley sino que del secretario italiano. Los celos de Darnley ante esos rumores fueron tan grandes que cuando María ya estaba por acabar su preñez, optó por matarle en presencia de ella a puñaladas al italiano, ayudado el celoso marido por un puñado de nobles escoceses. Jacobo I se ponía como basilisco cuando le mencionaban que podría no ser hijo de Darnley. Pablo de Rusia, hijo de la portentosa Catalina II, no llevaba una gota de sangre Romanov en sus venas ya que fue engendrado por Saltikov, el hombre que despojó a Catalina de su virginidad después que ésta pasó casi 10 años en vano esperando que Pedro III, su esposo, se interesara por ella. Irónicamente, Pablo apenas murió su odiada madre hizo todo lo posible por parecerse a su casi papi Pedro III, quien era loco, impotente y tarado. La historia se repitió macabramente para Pablo cuando su primera esposa murió al dar a luz a un chiquillo que fue engendrado por uno de sus mejores amigos.
Muchas dudas albergaron algunos historiadores en cuanto a si Luis XIV de Francia en realidad fue hijo genético de Luis XIII, quien tenía ciertos modales raros. Resulta que Ana de Austria, la libidinosa esposa de Luis XIII, se tardó más de 20 años en parir a sus dos varoncitos en una de las infertilidades conyugales más misteriosas de la historia. Para colmo, Ana había sido muy pizpireta desde recién casada, cuando tuvo un devaneo con el inglés Lord Buckingham. Si el Rey Sol fue engendrado con ayuda o no jamás lo habremos de saber, pero las pasiones de su madre fueron tan conocidas que hasta Alejandro Dumas se dio el lujo de terminar de enlodarle la reputación en varias novelas y cuentos.
Hubo mujeres cuyos affaires extramatrimoniales echaron dudas sobre la paternidad de sus hijos. Por ejemplo, Lady Melbourne era una linajuda inglesa cuya prole se conocía como La Miscelánea, y el su retoño, luego primer ministro, William Lamb, Lord Melbourne, era hijo de Lord Egremont. Ma. Luisa de Parma, la esposa de Carlos IV de España, se lleva la distinción de haber sido una "chulapona que tuvo hijos de todos sus amantes, y pocos de su sonso rey. "Para colmo, la reina Isabel II de España al faltarle el placer en la cama de su marido, el amariconado Francisco de Asís de Borbón, se dedicó a coleccionar una piara de amantes, entre ellos José María Ruiz de Arana "El Pollo", favorito suyo hasta 1859, y el militar Enrique Puigmoltó y Mayans. Estos dos fueron sospechosos de haber contribuido con su pool genético al nacimiento de Alfonso XII, quien subió al trono español tras ser derrocada su gorda en incapaz madre Isabel II. Todo parece indicar que el bello Puigmoltó fue el papá del rey, ya que tanto este militar como el monarca morirían de tuberculosis.
Una de las grandes interrogantes de la historia gira en torno a si la reina Victoria de Kent fue habida por su madre, una princesa alemana, como resultado de un amorío furtivo con un portador del gen de la hemofilia. El papá de Victoria era un cincuentón casi impotente que nunca dejó hijo regado de sus numerosas correrías, y aunque en la familia del Duque de Kent hubo tarados, locos y enfermos de porfiria, nunca nadie murió desangrado por la hemofilia, lo cual hace presumir que el gen peligroso pudo haber sido aportado por una indiscreción sexual. Por supuesto, a nadie se le ocurre ir a desenterrar a Victoria para probarle el ADN, por lo cual su supuesta bastardía sigue sin probarse.

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