sábado, 23 de enero de 2010
deportistas amateurs en el trono Osmanli
LOS SULTANES DEPORTISTAS DEL TRONO OSMANLI
Antes de que el Renacimiento arribara como época, los sultanes del trono otomano fueron en su mayoría “hombres del renacimiento” debido a que eran excelentes en artes, deportes, cocina, jardinería, ciencias y veterinaria. Ahora que estamos cerca de presenciar otros juegos olímpicos en Atenas, recordaremos los sultanes y príncipes de la línea osmanlí que además de gobernantes y soldados forjadores del imperio, fueron excelentes deportistas y mas de alguno de ellos, si hubiera sido miembro de la delegación turca quizás regresaría a casa con una presea de oro o plata.
Muchos de los sultanes eran hermosísmos hombres con cuerpos fornidos, y desarrollaron grandes musculaturas a lo Dolph Lundgren a través de la lucha libre. Murad I, Mehmet I, el sanguinario Murad IV y Abdulaziz están entre los monarcas turcos que gozaron sudando la gota gorda en lo que en aquel entonces se llamaba lucha grecorromana. La pesca deportiva fue un deporte que hizo que el mejor sultán de toditos, Solimán el Magnífico, olvidara momentáneamente las jaquecas que su adorada favorita Khurrem le propinaba. Cuando Solimán salía con su caña de pescar y cebo, no había poder del mundo que le quitara la sonrisa del rostro.
La equitación fue otro deporte que gozó de gran popularidad entre los sultanes del imperio otomano, y era de los pocos deportes en los cuales las princesas, sultanas validehs (madres del sultán) y kadins (madres de herederos, especie de esposas por el solo hecho de haberle parido un varoncito al sultán) podían participar. Los turcos siempre fueron excelentes jinetes desde en tiempos de la dinastía seljuk en la cual se destacó Saladino, y los corceles otomanos eran famosos por su agilidad, fortaleza y belleza. Selim I, quien fue el orgullosísimo dueño del celebérrimo garañón negro Viento del Diablo, montaba con gran destreza y gracia desde que tenía 8 añitos de edad. Su hermano mayor, el bellísimo y multitalentoso príncipe Korkut, también fue gran jinete, al igual que Mihri-Chan, una caprichosa y traviesa hermanita menor de Selim I. El amor por los corceles y la equitación la heredó Solimán I el Magnífico después que su papi Selim I le regaló un precioso caballo que era hijo de Viento del Diablo, Karachín. Khurrem y Mirmah, esposa e hija respectivamente de Solimán el Magnífico, fueron también excelentes amazonas, y la princesita desde muy niña montaba “en pelo” sin jamás sufrir accidente alguno. Otros buenos jinetes osmanlíes fueron los sultanes Murad III. Osman II, el loquito Murad IV, Mehmet IV, Mustafá I, Mamad II y Abdulaziz.
Numerosos sultanes tuvieron tan buena puntería que donde ponían el ojo, ponían la flecha, o posteriormente la bala cuando ya hubo armas de fuego. Con arco y flecha, mostraron buenas luces los sultanes Murad II, Mehmet II el Conquistador(el que deschincacó el imperio bizantino al tomarse Constantinopla), su hijo Bayaceto II el Pusilánime, Solimán el Magnífico, Selim II(el bolenco hijo de Solimán el Magnífico), Solimán II, Murad IV(quien practicaba con blancos vivos, preferiblemente mujeres), Ahmed III y Mamad II. En tiro al blanco con arcabuces y luego rifles, nadie le ganaba a Murad IV(quien practicaba desde su balcón apeándose transeúntes), Mehmet IV, Mustafá II, Ahmed III, Abdulhammid I, Selim II(quien disparaba sentado con una botella de vino como blanco, y otra llena a la par para estar libando), Mamad II y Abdulhammid II(casi siempre pegando gritos al mismo tiempo).
Gran gusto por la cacería tuvieron sultanes como Murad I, Bayaceto I(quien por una de esas ironías crueles del destino fue “cazado” por Tamerlán, quien lo metió en la jaula de donde habría de salir el gallardo sultán moribundo tras haberse reventado los sesos contra los barrotes), Murad II, Mehmet II el Conquistador, Solimán I el Magnífico, su hijo el borracho Selim II, Ahmed I, Osman II, el fortachón Murad IV y Mehmet III.
El lanzamiento de la jabalina tuvo sus adeptos entre los ocupantes del trono osmanlí. Ahmed I aprovechaba sus momentos de ira para ensartar a cualquiera como brocheta en su jabalina, y Murad IV, después de verse derrotado por su hermano Bayaceto hizo que lo eliminaran para ser solo él el campeón. Mustafá II, Selim III y Mamad II también tenían pasión por el lanzamiento de la jabalina.
El lanzamiento del martillo fue el deporte predilecto de uno de los primeros sultanes de esta noble estirpe turca: Orhan Ghazi. El desquiciado Ahmed I también fue fanático de este deporte, sobre todo cuando el pesado aditamento caía sobre la cabeza de alguien que no fuera muy amigo suyo. El mejor lanzador del martillo indudablemente fue el peligrosísimo misógino Murad IV, quien adoraba dejar caer el martillo en los pies de mujeres o esclavos perezosos.
La pelota de madera al estilo handball fue otro deporte muy popular en la península de Anatolia, y contó con adeptos como el matón Murad IV, su hermano desquiciado Ibrahim I(quien le sucedió en el trono) y Mehmet II el Conquistador.
El soccer le causó mucha gracia a Solimán el Magnífico cuando, tras recibir delegaciones europeas, un avispado inglés le mostró la bola y más o menos le ilustró las reglas que regían el deporte en cuestión entonces. Algunos funcionarios de la burocracia, perdón, burocracia, estatal opinaron que un deporte de los ingleses podría ser la punta de lanza de una ingerencia extranjera de los cristianos europeos, pero Solimán estaba tan encantado con la novedad del balompié que se les tiró una estruendosa carcajada en la cara, y pronto los genízaros (cuerpo militar élite que custodiaba al sultán, pero que muchas veces también se le volteaba y servía para deponerlo, dominarlo y a veces hasta para “mandarlo al otro patio”) estaban retozando con la pelota como un agitado equipo de colegiales.
Brillantes jugadores de ajedrez fueron varios de los mejores sultanes del imperio: Mehmet II el Conquistador, de quien se dice que durante el largo sitio a Constantinopla para deschincacar a Bizancio se la pasó jugando ajedrez con varios generales; Bayaceto II el Pusilánime(quien no era mala gente, por eso se aprovechaban que era un distraído intelectual y por eso le hacían zanganadas),Djem(el revoltoso hermano de Bayaceto II quien acabó refugiado en Roma y posteriormente el papa Alejandro IV lo envenenó con un rico plato de lasagna), el príncipe Korkut (por cierto uno de los mejores compositores y bardos de Turquía), Selim I El Excelente, Solimán el Magnífico y su hermana menor la princesita Mirmah, quien aprendió a jugar a los tres años instruida por su sagacísima madre la legendaria rusita Khurrem.
La dinastía osmanlí del imperio otomano produjo no solo grandes sultanes y pésimos gobernantes, sino que, ya fuera cubriendo mentes sagaces o siquis enfermas, muchos de sus miembros tuvieron sanísimos cuerpos gracias a diversas prácticas deportivas. Si algunos de ellos hoy en día estuvieran vivitos y coleando, seguramente estuvieran ya integrados en la delegación que represente a Turquía en los juegos olímpicos de Atenas, ya que por unos momentos, el odio histórico entre Grecia(quien estuvo sometida cruelmente a los turcos por varios siglos) y Turquía sería remitido a la gaveta del olvido para participar en sana competencia.
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