Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

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lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

sábado, 16 de enero de 2010

las muertes más estrambóticas


LOS MAS INCREIBLES DATOS MORTALES DE LOS CELEBRES

Es un hecho indudable que de este mundo, nadie va a poder escaparse con vida. Pero la forma en que cada quien estira los tenis o patea la cubeta, es tan particular y peculiar a como fue su propia existencia. Al conmemorarse una efemérides más del Día de los Muertos en Nicaragua, vamos a recordar algunas muertes particularmente escabrosas, irónicas o violentas de la historia así como formas originales de ser enterrados, cremados o de otra forma puestos a reposar en la última morada.
Muchos famosos han muerto en accidentes automovilísticos, a tal punto que se confirma que al decir el vidente indio Jahri Outumbad en 1897 que “el nuevo invento de Henry Ford podría ser un catafalco con ruedas”, no andaba tan equivocado. El gran novelista autor de Orfeo Negro Albert Camus murió en un accidente automovilístico, e igual sucedería con el rubio actor de Rebelde Sin Causa James Dean, la bailarina exhibicionista gringa Isadora Duncan cuando su chal se enredó en la rueda trasera del descapotable allá en el sur de Francia, la pechugona y chela bomba sexy de Hollywood Jayne Mansfield, el irascible pintor abstracto gringo Jackson Pollock (iba manejando ebrio junto a su querida), la novelista Margaret Mitchell (autora de Lo que el Viento se Llevó, la mató un taxi..”qué raro”!), la ex actriz libidinosa luego convertida en princesa artificial Grace de Mónaco(iba peleando con su zanganísima hija menor Estefanía), el rico árabe Dodi Al Fayed con su amante la princesa Diana de Gales en un túnel de París, y el general George Patton poco después de cubrirse de gloria tras la II Guerra Mundial(aunque yo creo que fue un accidente provocado pues el gobierno gringo no sabía qué hacer con él después de el militar dijo que no sabría vivir en paz, solo en guerra). El homosexual y aguerrido Lawrence de Arabia moriría sobre ruedas, pero a bordo de una motoneta, y el gran arquitecto español Antonio Gaudi a quien le debemos obras tan magistrales como la Catedral de la Sagrada Familia en Barcelona expiró cuando un tranvía se lo pasó llevando en Barcelona.
Morir en nombre de Dios ha estado en boga desde la antigüedad. Los romanos le echaron la vaca a los cartagineses en las Guerras Púnicas alegando entre sus nobles motivos de ataque que los súbditos de Amílcar y luego Aníbal Barca eran adoradores del diablo y por eso merecían irse a patear a los infiernos lo antes posible. El colmo fue cuando tras la III Guerra Púnica Escipión II, descendiente del Escipión Africano quien derrotó al bravo Aníbal en Zama, le pegó mecha a Cartago reduciéndola a cenizas y las tristes ruinas que yo pude ver en 1981 en lo que hoy es parte de Túnez. Los pobres albigenses o cátaros pertenecían a una secta que en el medievo quería depurar el catolicismo, y vivían en el sur de Francia. Pero quiso la sal que un grotesco fanático llamado Simón de Monfort padre fuera a la cabeza de la asquerosa Cruzada de los Albingenses y la masacra se dio sin remedio. Por suerte que al maldito Monfort alcanzaron a matarlo de una pedrada antes que fuera a hacer más daño a otro lado, pero los miles de muertos eran el mudo testimonio de lo que un fanático religioso puede hacer.
Al sabio italiano Giordano Bruno lo redujeron a cenizas en una hoguera acusado de hereje y otras cochinadas más, sobre todo después que se negó a darle un pikito a una cruz que le aplastaron sobre los labios a última hora. Girolamo Savonarola sería asado sin sal ni ajo por órdenes del Papa Alejandro VI (nombre muy mundano: Rodrigo “El Excitador”Borgia), mientras que al pobre reformista protestante Zwinglio no solo lo mataron en una batalla entre facciones reformistas, sino que al identificar su cadáver lo hicieron salpicón. El teólogo medieval John Wycliffe era popular en su Inglaterra natal, pero en el Vaticano no era Mr. Simpatía. Hacia 1370 a Wycliffe se le fue la lengua acusando al clérigo católico de espantosos abusos de poder, corrupción, sodomía y sepa Judas cuantos cargos más. Wycliffe, devoto de la Biblia, la tradujo al inglés sin que le pagaran un cinco, pero la iglesia ni thank you le dijo tras su muerte y mas bien las autoridades “santas” ordenaron en 1414 que sacaran sus restos, los quemaran y luego los echaran al río Támesis, acto repudiable que llevaron a cabo en 1428. Nicolás Paganini, italiano conocido como gran compositor y el virtuoso del violín más renombrado de la historia, murió tísico en Niza y como había dicho que era ateo, los sacerdotes de Niza prohibieron darle sepultura durante 13 días. Luego un alma piadosa tomó los huesudos restos del genio y lo enterraron en un islote en el Mediterráneo, junto a su gata negra Perséfona que había muerto de aflicción encima del cadáver de su socio.
Si durante su vida el feo y adusto Oliverio Cromwell jamás tuvo ni dio paz después que hizo decapitar al rey inglés Carlos I Estuardo para acabar de momento con la monarquía, tampoco tendría él paz después de muerto. El hipócrita puritano quien se las daba de republicano mandó con puño de hierro desde 1653 hasta su oportuna muerte cinco años después. Tras su deceso Inglaterra regresó a la monarquía con Carlos II-hijo del rey decapitado por Cromwell- y fue cuando el zángano Carlos II tomó su venganza. Hizo desenterrar al dictadorzuelo-quien se había hecho inhumar nada menos que en la Abadía de Westminster al lado de reyes y genios el muy igualado- y la cabeza de Cromwell fue colocada en una pica, donde pasó 20 años hasta verse como una pelota podrida. Esta “jícara” fue recuperada en 1960 y enterada de nuevo, pero nadie sabe dar razón qué fue del resto del cuerpo del Lord Protector dañino.
Varios personajes de la historia se vieron sumergidos en diversos líquidos tras despedirse de este valle de lágrimas. El encurtido más grande del mundo fue el cuerpo ahogado del emperador Federico I Barbarroja de Alemania, quien en la III Cruzada murió de congestión nadando tras atorarse muchos langostinos. Los reyes Ricardo I Corazón de León de Inglaterra y Felipe II Augusto de Francia lo metieron en un tonel de vinagre fuerte para llevarlo como macabro talismán que les garantizara una victoria en la batalla de Acre. El pobre cadáver se pudrió bajo efectos del sol veraniego turco y del barril salía una tufalera de dimensiones olímpicas. Vinagre en receta de escabeche fue usado para preservar como método de embalsamamiento en el siglo XV de los restos del caballero Gerard de Braybroke. Cuando expertos se toparon con este entierro en el siglo XVIII, encontraron que el noble estaba bien elegante, y un curioso doctor probó el líquido afirmando que sabía a salsa de hongos con aceitunas en salsa de tomate al mejor estilo español. Tantos Jacques Necker como su esposa Suzanne Churchod eligieron ser preservados en un enorme tanque de alcohol tras su muerte. Necker fue el ministro de finanzas del desafortunado e inútil rey francés Luis XVI. Gastaron una fortuna en llenar el tanque y aunque los cuerpos luego hallados en 1804 al abrir el mausoleo estaban bien conservados, a la vanidosa Suzanne se le había caído la cabeza y flotaba como una absurda col en el líquido. Quizás el líquido más original para preservar un cadáver fue el brandy, el cual se usó en cantidades navegables para conservar al héroe naval inglés Lord Horatio Nelson luego que este militar murió durante la batalla de Trafalgar.

Tanto María Callas, gran cantante operática quien fue el amor de la vida del ricachón griego Aristóteles Onassis aunque nunca la desposó, como el bellísimo galán homosexual hollywoodense muerto de SIDA Rock Hudson, y también la genial pintora judía mejicana Frida Kahlo fueron cremados. Sin embargo, Frida se las ganó a todos hasta después de muerta, pues cuando la estaban cremando, una brisa arrancó unas pocas cenizas del fuego y cayeron sobre los presentes, como un último beso de la más eximia de todas las pintoras latinoamericanas. La vida pendenciera del comediógrafo y dramaturgo ingles Christopher Marlowe al final le pasó la cuenta cuando la mataron de un navajazo en una riña de cantina mientras peleaba por el monto de la cuenta.
A veces los médicos mas bien ayudar a matar en lugar de sanar. Al presidente gringo James Garfield, tras recibir un balazo en un sitio donde no tenía mayor daño, sus galenos lo mataron de una septicemia por estarle hurgando en el costado. Los doctores griegos que atendieron al romántico bardo británico y libertino George Gordon Lord Byron cuando tuvo fiebre de paludismo en Missolonghi lo enviaron más rápido fuera del mundo al practicarle varias sangrías que lo debilitaron más. Después fue una epopeya griega el trasladas sus restos de vuelta a Inglaterra. Se cree que el vicio desmedido del literato galo Honorato de Balzac por el café le causó la muerte al ahogarse tomando una taza de esta bebida, quizás una lección para todos a quienes el café le ha dado desde úlceras hasta agravamiento de almorranas..

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