Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

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lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

viernes, 15 de enero de 2010

culpas de la historia


LAS CULPAS CONTROVERSIALES DE LA HISTORIA:
DE QUIEN ES ESE MUERTO

Uno de mis pupilos coreanos aborrece a muerte a Thomas Alva Edison porque el genio gringo usó a miles de animales para experimentar la corriente eléctrica durante su contienda con su rival George Westinghouse. No fue el único humano desalmado que hiciera algo similar, aunque a lo largo de la historia, ha habido sombras de duda en cuanto a la culpabilidad de distintas personajes en torno a guerras, masacres y otros eventos.

Comenzando por el patriota Ho Chi Mihn, la voluntad de ser libre no era exclusivamente suya. Hartos estaban los vietnamitas de intervenciones extranjeras, comenzando por los chinos, luego potencias europeas y finalmente los gringos que se arrogaron el derecho de indicarles -o de intentar hacerlo-por donde escoger su destino. En realidad, la culpa del encontronazo entre Vietnam y Estados Unidos tiene su origen a un encuentro que no se pudo dar después de la firma del armisticio de la I Guerra Mundial en Europa. El Tío Ho, todavía un ingenuo aprendiz de chef en los días después de la I Guerra Mundial, había creído que con irle con el cuecho de las atrocidades que cometían los franceses en Indochina al odioso presidente gringo Woodrow Wilson iba a conseguir la ansiada autodeterminación para su país. Ho no se enteró que para Wilson la autodeterminación es necesaria solo si uno es chele y ojos azules... hasta que el arrogante gringo se negó a recibirlo.
Si Wilson hubiera tenido la cortesía de atender al caudillo vietnamita, le hubiera ahorrado tremenda jaqueca muchas décadas después a su colega el presidente Lyndon B. Johnson, a quien el Tío Ho lo mandó muy cortésmente a corregir la política exterior estadounidense al negarse a plegar a los vietnamitas a los deseos del imperio gringo. Cada vietnamita luchó a como pudo para defender la independencia de su país, y Estados Unidos protagonizó uno de los más sangrientos ridículos que le ha tocado aguantar en su larga historia de mal vecino metiche y sabihondo.

Muchos acusan al gran señor de la estepas Genghis Khan de ser bochinchero y terrorista por puro gusto, y aunque en realidad Temudjin(su verdadero nombre de pila) no era muy amodorradito que digamos, la culpa de que este conquistador en ciernes mirara hacia occidente lo tuvo un estúpido mandamás persa. El monarca en cuestión hizo decapitar a dos emisarios comerciales que Genghis mandaba para estrechar lazos de exportación e importación entre ambos imperios. Indignadísimo por el maltrato a sus emisarios, Genghis cayó sobre occidente como saco de papas y la invasión mongola logró llegar hasta puertas de Europa.


Mi hija detesta cordialmente a mi ídolo Sir Winston Churchill, y se ha sumado a los numerosos que acusan al genial y cordial Bulldog Inglés de haber sido el culpable indirecto del hundimiento del buque Lusitania a merced de un torpedo alemán proveniente de un submarino en el Canal de la Mancha. Resulta que en 1915, en medio de la I Guerra Mundial, Churchill era la mera "mandurria" en el Almirantazgo inglés, y no faltan quienes afirmen que Churchill sabía que los alemanes iban a acabar con el Lusitania y sin embargo no hizo nada para prevenir el desastre marítimo en que perdieron la vida tantas personas inocentes. Según algunos chismosos-con mi retoño Elizabeth esta vez a cargo del desfile-Churchill utilizaría la muerte de más de un centenar de gringos que iban a bordo del Lusitania para provocar que Woodrow Wilson metiera de una sola vez a Estados Unidos en la guerra en el bando de los aliados. Sin embargo, yo me niego a creer que el mismo hombre que arriesgó su vida por salvar a una familia de bellos gatitos Manx durante un bombardeo aéreo en Londres durante la II Guerra Mundial haya sido tan fríamente calculador para sacar provecho de lágrimas ajenas. Un dedo acusatorio similar cae sobre la tullida pero siempre efectiva figura del gran presidente gringo Franklin Delano Roosevelt, quien ya estaba en el poder cuando los japoneses atacaron súbitamente Pearl Harbor un domingo 7 de diciembre de 1941. Sobran quienes digan que FDR quería tener un buen pretexto para meter a Estados Unidos a la II Guerra Mundial y que el ataque nipón -del cual ya tenía inteligencia que iba a darse-le dio la excusa perfecta.

Sin embargo, más de 2,500 almas perecieron en Hawaii ese fatídico domingo. Al morir FDR un 12 de abril de 1945 poco antes de finalizar la II Guerra Mundial, quedaba en su taburete Harry Truman. Muchos se preguntan si de no haber muerto FDR, habrían bombardeado al Japón con las dos bombas atómicas. La evidencia muestra que las bombas estaban fabricándose desde que el mechudo Albert Einstein se refugió en estados Unidos huyendo de que Hitler pagara buena suma por su cabeza judía. El mismo Einstein le había dirigido una misiva a FDR para apoyarlo e instarlo a hacer investigaciones que llevaran a la construcción de la mortífera arma. Posteriormente Einstein se daría cuenta del monstruo que instaba a crear, pero ya su segunda carta fue ignorada por un jadeante FDR, de quien sospecho que no le hubiera quitado el apetito echarle los dos confites atómicos a los nipones a como hizo Harry Truman. Truman, aunque tuviera el poder para evitar el genocidio, solo seguía un plan y hasta me atrevo a afirmar que debe haber sentido deleite en desplegar el poderío yanqui.Lo risible fue que a Truman luego le tocó averiguar en carne propia lo que era crear un monstruo y luego soltarlo. Fue muy veloz para nombrar al ególatra Douglas MacArthur como el comandante supremo de las fuerzas de la ONU que se metieron a destrozar a Corea en 1950, cuando este país tuvo lo que hubiera sido una guerra civil nomás, sin embargo el general MacArthur, aún borracho de poder absoluto por haber rendido al Japón en la II Guerra Mundial, se metió en camisas de once varas al querer agrandar la Guerra de Corea hasta sus soñadas dimensiones de III Guerra Mundial.

Para colmo, el ensoberbecido MacArthur le prometió al amargado y resentido Chian Kai Chek-el padre de la futura taiwán- que luego del conflicto coreano, Estados Unidos le prestaría apoyo militar para ir a sacar a Mao a patadas de la China Roja. Cuando Truman se enteró de los disparates de MacArthur, no tuvo mejor opción que llevárselo de las pocas mechas que le quedaban al general de vuelta para la Yunáit estáte quieto antes que provocara mayor hecatombe. Para colmo de culpas, miles aún culpan al mal envuelto Mahatma Gandhi por la guerra civil que se dio tras la salida de los británicos al independizarse la India. Los musulmanes en su mayor parte se fueron a Pakistán, y los hindúes se quedaron en la India, dividiendo en dos lo que había sido un solo dominio durante la colonia. Era habitual del Mahatma llorar y rezar ante tanto pleito, pero a como dice la canción "no basta rezar" y la caridad hubiera comenzado por casa para el pobre Mahatma, a quien hasta dos de sus hijos lo odiaban a muerte.

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