sábado, 23 de enero de 2010
Los raudales históricos de mi Juan
LOS PERSONAJES DE NUESTRO RIO SAN JUAN
El Ganges es el río sagrado de la India, el Mississippi la acuática columna vertebral de los Estados Unidos y el Nilo se ha teñido de sangre demasiadas veces, pero nuestro Río San Juan desde tiempos inmemoriales ha venido protagonizando un papel estelar en la telenovela agitada de nuestras pasiones e historia. Como toda culebrona, la historia del Río San Juan tiene sus personajes estelares-desde heroínas como Payita Herrera -hasta malos de la película como Horacio Nelson.
No hay telenovela sin heroína, y por eso comenzamos nuestro desglose de personajes con nuestra hermosa mestiza Rafaela Herrera Uriarte. Digo nuestra porque ella vivió la mayor parte de su vida acá y no en Cartagena de Indias, donde vino al mundo un 6 de agosto de 1742 como producto de un devaneo de su padre el castellano José Herrera y Sotomayor con una preciosa mulata que murió poco después del parto.
Por eso gran espeluzne me causó cuando un publicista en un spot del año pasado la pone como nacida en Granada. Cuando su papá se casó con la criolla doña María Felipa Uriarte, Rafaela pasó bajo la tutela de su blanca y dulce madrastra, haciéndose cargo posteriormente el matrimonio de una niña francesa que quedó huérfana. En 1753 José Herrera mandó a traer a su esposa e hijas para que vivieran con él en el Castillo de la Inmaculada Concepción, y siendo una preadolescente fue que vino Rafaela a Nicaragua. A fines de julio de 1762 Rafaela Herrera entra en nuestra historia cuando sin ser militar de carrera ni nada por el estilo, defiende el castillo poco después de la muerte de su padre. Al ser atacado este bastión por los ingleses, Rafaela defiende el fuerte en nombre de España, abofetea a un soldado español que a última hora se hizo el marica, y deja bien sentado que LAS MUJERES DE ESPAÑA también defienden lo que es del monarca español. Nótese que aunque ya Rafaela es el germen de la nicaragüanidad, ella aún se siente española. Pero mal paga el diablo a quien bien le sirve, y además de cargar con el estigma de la bastardía (muy mal vista en ese entonces por los españoles), la corona española reconoció a regañadientes el aporte de Rafaela al haber defendido el castillo, y fue con mucho atraso que le pagó una pensión miserable. Rafaela murió pobre, triste, viuda, olvidada, abandonada, dedicada a la crianza de chanchos...y hasta tergiversada por uno de sus nietos, Tomás Martínez.
Carlos I de España y V de Alemania era el poderoso emperador que heredó la grandeza de sus abuelos, los Reyes Católicos. Hijo de Juana la Loca y el bueno para nada de Felipe el Hermoso de Borgoña, nació un 24 de febrero de 1500 en Gante. Una de las grandes obsesiones del Imperio Español de entonces era la búsqueda de un atajo para poder viajar al Lejano Oriente(la buscada Cathay de Colón) sin tener que dar un vueltón por la punta de Africa y luego escalar por el Océano Indico para llegar al Océano Pacífico.
Carlos I al llegar a ocupar el trono español aún no hablaba castellano, y el pueblo no le tenía mucha consideración. La rebeldía de algunos españoles hizo que Carlos se diera a la sabrosamente sádica tarea de decapitar a unos rebeldes en Castilla un 23 de abril de 1521. Estando Carlos en el trono, se descubrió Nicaragua y Honduras, se emprendió la conquista de México y los españoles pusieron ojos sobre Perú, Chile y Guatemala.
En 1523 Carlos no dormía pensando en una vía de acceso fácil y cómoda, y por eso le escribio a Hernán Cortés que realizara una expedición para encontrar la vía directa hacia Cathay. En 1525 Martín de Estete, por orden de Pedrarias Dávila se lanzó a la exploración del Río San Juan. Los primeros raudales le ponen amplio tropiezo a Martín de Estete, quien buscando cómo congraciarse con Carlos I se convierte en cepillo y le pone San Carlos a una ciudad que funda a la boca del río sobre la Mare Nostrum, que es a como llaman en aquellos entonces al Cocibolca.
Se planifica que habrá un corte por una faja de tierra que hoy es Rivas, y así se unirán ambos océanos. Carlos I salta de entusiasmo ante el proyecto y descuida sus líos en Europa, entre los cuales está una enemistad encarnizada con el monarca francés Francisco I (con quien se ha agarrado de las mechas en 4 guerras).
En 1525 Carlos logra apresar a Francisco I en Pavía. Los problemas no acaban en Europa y aunque Carlos sigue soñando con el río, debe resolver otros problemas.
El papa Clemente VII lo corona un 5 de noviembre de 1529. Para colmo, su bella esposa Isabel de Portugal, comienza a meter sus delicadas manecitas en lides políticas y en 1536 lanza un decreto sobre el río que le arrebata el sueño a su regio consorte.
En 1539 el gobernador de Nicaragua (quien gozaba de mucho favor de Isabel), organizó otra expedición al río ganándose el odio de Fray Bartolomé de las Casas.
Cinco años más luego, como fruto de esta expedición, le llego una larga lista de peticiones al rey Carlos, pidiendo negros esclavos, dinero y autorización para dragar el río y acondicionar los raudales de lo que ya le llaman El Desaguadero. En 1555 Ruy López de Valdenebro sometió a un Consejo de Indias un proyecto para acabar con los raudales del río y hacerle completamente navegable en todas las épocas del año. El Consejo mandó este proyecto a la Casa de Contratación de Sevilla y ahí se engavetó para dormir un largo sueño. Mientras tanto, Carlos I abdicó harto de tantas intrigas, la infidelidad de su mujer con el pintor Tiziano y sus propias zanganadas con mujeres como Bárbara Blomberg-quien le dio al espurio Juan de Austria, futuro héroe de la batalla de Lepanto-optó por retirarse a cantar feo con unos monjes.
Un 21 de septiembre de 1558 se murió tras recibir la extremaunción, dejando tras de sí tres hijos legítimos (su heredero Felipe II, María reina de Bohemia y Juana princesa de Portugal) además de varios bastardos. Felipe II no solo heredó la horrible quijada saliente de los Habsburgo de su papá Carlos, sino también el sueño de hacer un canal interoceánico por nuestro río. Nacido un 21 de mayo de 1527, Felipe II era malcriado y enfermizo pero muy bien educado para gobernar.
Perdió a su bella mamá cuando tenía once años(Isabel falleció, según leyenda, a causa de un aborto mal hecho de un espurio que no era de Carlos), y a los quince años ya Felipe II andaba en una batalla en defensa de Perpignan.
A los 18 años ya era un sombrío viudo al haber muerto su primera esposa, María Manuela de Portugal, quien le dejó un retoño. Felipe II tuvo que casarse con la fea, debilucha, machorra y católica María Tudor de Inglaterra, quien era su tía carnal. Al morir María de cáncer ovárico en 1558, le propuso boda a la hermana de ésta, la pelirroja Elizabeth Tudor la Reina Virgen, pero la astuta monarca no quiso casarse con él y por ende con su legión de piojos que andaba de permanente adorno. En terceras nupcias Felipe II se casó con Elisabeth de Valois, hija del rey francés Enrique II, y tras rumores de que él mismo la asesinó, casóse en cuartas nupcias con Ana de Habsburgo, prima suya.
En medio de tantas bodas, problemas con los protestantes en Holanda (que en ese entonces se llamaba Países Bajos)a tal punto que tuvo que mandar al piadosísimo Duque de Alba a masacrar a los rebeldes y la pugna contra los ingleses y los turcos, Felipe II tuvo que aguantar que los mosquitos de nuestra costa atlántica ya eran yuntitas de los ingleses. En 1574 Juan López de Velasco le escribe desde Granada de Nicaragua dando referencias del gran lago y del Desaguadero. Le menciona el potencial del Desaguadero y la posibilidad de abrir rutas comerciales amplias.
Pero poco antes de que el rey tome cartas en el asunto, un vidente le anuncia que el Río San Juan es la serpiente acuática de Satanás en el Nuevo Mundo, y que si se atreve a dragar el río y hasta convertirlo en canal interoceánico, toda la furia del Señor caerá sobre quien ordene la obra. Persignándose hasta con los dedos de los pies y bebiendo agua bendita, Felipe II decide ponerle fin al sueño de su padre. Ya por 1579 el pirata inglés Francis Drake anda haciendo de las suyas, y en 1588 otro motivo de llanto le propinarán los ingleses a Felipe II: la Armada Invencible hace ridículo de su nombre al ser derrotada por los sanos y sonrosados ingleses.
Felipe II en su soberbia e impaciencia ha mandado a pelear a sus soldados llevando provisiones en toneles de madera verde, y tanto la comida como el vital líquido se estropean ocasionando vómitos y diarrea en los españoles. En 1590, aún amocepado por el triste destino de su Armada Invencible, Felipe II lee con pavor lo que el jesuita José Acosta ha publicado en su Historia Natural y Moral de las Indias:
"Algunos han propuesto cortar este pasaje. Otros se han opuesto a la idea porque se inundaría la tierra, pues creen que un mar es más bajo que otro...Por mi parte sostengo que tal empresa es imposible aún cuando este obstáculo pudiera ser superado, pues estoy convencido que ningún poder humano podrá demoler la sólida e impenetrable serranía que Dios ha colocado entre los dos mares para resistir los embates de ambos.
Y aún cuando los hombres lo encontraran factible, creo que sería un motivo de temer el castigo divino si se atrevieran a alterar la forma que el Creador, con suprema sabiduría y previsión, ha diseñado..."
Felipe II, temeroso de incurrir en algo que le ganara la ira de Dios (aunque nunca pensó que podría ser castigado por haber masacrado a holandeses y turcos o por permitir tanta crueldad contra nuestros indios), desistió de llevar a cabo dragado o construcción alguna en el Río San Juan, y murió de gota con complicaciones ocasionadas por piojos, desaseo y dolores un 13 de septiembre de 1598.
El trono español fue heredado por Felipe III, hijo de Felipe II con su cuarta esposa Ana. Felipe III fue un gobernante flojo que delegaba en otros todo salvo el ir al retrete, y el codicioso Duque de Lerma era su mano derecha. En 1609 Felipe III echó a 300 mil moriscos de España, y no fue hasta en 1616-cuando le faltaban solo 5 años para que la Huesuda se lo llevara- que Felipe III decidió engavetar la prohibición que dejó su padre en cuanto a ocuparse del soñado canal interoceánico.
Lo que sacudió a Felipe III d su letargo fue que se enteró el alto costo que conllevaba mandar mercancías a lomos de mula a través del Istmo de Panamá para luego distribuirlas por el área. Felipe III también rezongaba porque los puertos sobre el Atlántico eran pequeños e insalubres, y se necesitaban nuevas alternativas. En 1620, un año antes que Felipe III se despidiera de esta valle de lágrimas, Diego de Mercado -un flamenco residente en Guatemala-remitió al rey un grueso expediente exponiendo con suficiente entusiasmo las ventajas de la ruta de Nicaragua y de la posibilidad de poder partir el istmo de Rivas.
Al morir en 1621 Felipe III el proyecto del canal interoceánico vuelve a su gaveta de cucarachas. Pasando a los malos de la telenovela, comenzamos con el corsario Henry John Morgan, nacido en 1635 y muerto en 1688.
El atrevimiento de Morgan como pirata hacía rabiar a Felipe IV de España, quien al igual que Felipe III era averso a gobernar. Morgan se obsesionó por Panamá, y también por el resto de América Central. En 1667 Morgan hizo una expedición pirática y entró hasta el Lago de Nicaragua. Recordemos que a estas alturas del campeonato, el Castillo de la Inmaculada aún no estaba terminado.Tras esta incursión de Morgan, la cual no fue la última, el ingeniero español Fernando de Escobedo fue puesto por la corona a fortificar el río.
12 fortificaciones se levantaron entonces,entre ellas la de San Carlos, El Castillo y la de Raudales de Machuca en honor a Diego de Machuca que salió bien machucado por los raudales cuando anduvo explorando por ahí tiempo atrás.)
Morgan en 1670 no puede contenerse y regresa al río, entra por la Mare Nostrum y saquea Granada. Mas adelante en ese año se dará un tratado entre Inglaterra y España. pero el daño ya está hecho. Morgan va a parar al tabo. Una vez en Inglaterra, el rey Carlos II-que es un Don Juan alegre y sin prejuicios- no lo regaña y mas bien lo premia haciéndole caballero. Acabó sus días como feliz gobernador de la paradisíaca Jamaica, probando que el crimen a veces sí da buenos dividendos.Feliz hubiera sido otro villano de esta telenovela, Horacio Nelson, si su vueltecita por el Río San Juan le hubiera producido tan buenos dividendos como a su paisano Henry Morgan!
El futuro almirante y héroe naval de Trafalgar asomó su fea nariz por aquí en 1780, contando con el apoyo de indios de la Mosquitia para subir por el río. La resistencia española se hizo sentir en la Isla Bartola, pero los ingleses lograron penetrar hasta el Castillo que años atrás había defendido tan valientemente la joven Rafaela. La toma del castillo fue escenario de una cruenta lucha, y Nelson salió como los gatos de tejado tras una noche de amor violento, con pedazos menos. Casi deja colgado un ojo y la cacareada expedición del zanganete Nelson-destinado a protagonizar una historia de amor adúltero con la gorda y floja Emma Hamilton-acabó e pavoroso desastre. Carlos III, quien era el rey de turno en España en esos momentos, tuvo oportunidad de reírse a mandíbula batiente cuando se enteró del fracaso de Nelson.
Sería el heredero de Carlos III, Carlos IV de España (llamado por muchos El Cornudo porque su mujer Ma. Luisa de Parma se las pegaba con su primer ministro Manuel de Godoy)quien habría de hacer un pobre intento de construir un canal interocéano por el San Juan. Nacido en 1748 y muerto en exilio en 1819 después que José Bonaparte (hermano de Napo) lo llegó a quitar del trono, Carlos IV fue el modelo del soberano bobo, pusilánime y cursi que coleccionaba violines y relojes mientras su consorte coleccionaba machos humanos. En 1814, las Cortes de Cádiz aprobaron un decreto para la construcción de un canal interoceánico a través del río, así como la formación de una pequeña compañía que llevaría a cabo la obra. Este fue el último intento de España por realizar el viejo sueño del canal interoceánico. Para entonces la batuta de este sueño fue pasado al relevo norteamericano, quienes para entonces ya comenzaban a gestar el Big Stick (palo grande.)
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