sábado, 16 de enero de 2010
los guardias suizos
La escandalosa historia de los Guardias Suizos
1981.Maravillada ante un riquísimo altar en el Vaticano, extendí la mano y una tipo vestido como papanatas barato me lo impidió. Tuve que recordarle al guardia suizo que tenía yo todo el derecho de hacerlo pues el oro y rica pedrería del altar provenían de América y como india nicaragüense cuyos ancestros fueron robados y vejados por la cruz y la espada europea, ese altar era mío. Desde entonces no me gustaron estos coloridos mercenarios que se creen primos hermanos de dios.
No crean que porque el uniforme-supuestamente creado por Miguel Angel Buonarotti, el mismo que pinto la capilla Sixtina y que fue uno de los gays más asustadizos de la historia-a menudo nos desternilla de la risa , los Guardias Suizos tengan una historia sonriente.
En realidad, pocos regimientos elites tienen un origen tan oscuro y vergonzante como ellos. Afianzado este cuerpo por el supersticioso, gritón y amariposado Julio II-el papa que entre chantajes y gritos patrocinó la obra de Miguel Angel-los únicos guardias suizos existentes ahora son los del Vaticano, aunque en la corte francesa, napolitana,austríaca y española XV siempre hubo una compañía de mercenarios que también llevaron ese nombre. Veremos grosso modo quiénes eran estos mercenarios para que no los confundamos con los que cuidan el Vaticano.
Hubo los Cien Suizos en la corte gala desde 1497 hasta 1830 y este grupito creció en 1567 hasta ser el regimiento de Guardia Suiza. Cabe aclarar que los suizos del regimiento en Francia sí combatieron junto a su rey galo y muchos de ellos se destacaron en el campo de Marte, demostraron que no era versiones eclesiásticas del Ken de la Barbie a como lo son los chicos suizos de papa hoy en día. Que los actuales sean leales a sus empleadores como perritos abyectos no les quita el tufo de mercenarios, ni les salva de escándalos como el que protagonizaron hace unos años el adusto Alois Estermann, su esposa venezolana y el amante de Alois.
Los Cien Suizos fueron creados en 1496 por el rey francés Carlos VIII y su función era proteger al monarca dentro del palacio del Louvre, pero también acompañaron al rey en campañas de guerra. Cuando Francisco I de Francia luego peleó en la batalla de Pavía en 1525, todos los cien mercenarios murieron en combate antes que Carlos I de España se llevara preso al soberano francés.
Desde 1516 Francia y Suiza se habían dado besitos tiernos al sellar la Paz Perenne, y Suiza se comprometió a ser semillero de mercenarios para que Francia pudiera pelear internacionalmente. Francisco I usó unos 120000suizos en sus guerras y en 1616 el rey Luis XIII les dio el rango de regimiento de Guardias Suizos. Eran una especie de guardas de seguridad endiosados y se sometían solo al mando del rey a nivel doméstico. Por supuesto que ganaban más que los soldados franceses! Y siempre codiciosos de más oro, cuando el archifamoso Armand Jean Du Plessis, Cardenal Richelieu y la genuina fuerza tras el trono del pusilánime Luis XIII, murió, dejó su herencia a sus 14 gatos pero los desgraciados guardas suizos mataron a los miácidos y se repartieron la suma destinada a los animalitos que habían sido la viva adoración de Richelieu. Muchos franceses supersticiosos opinaron que esa masacre de gatos les trajo un alud de mala suerte de los guardias de este regimiento, y esto se habría de probar pronto.
En 1792 los mercenaritos se las vieron prietas cuando les tocó defender durante la Revolución Francesa al palacio de las Tullerías, perdiendo dos tercios de su cantidad total de 900 el 10 de agosto de 1792. El mayor Bachmann a cargo de las Tullerías fue capturado por la plebe, quien lo destinó a la guillotina. Solo dos guardias suizos quedaron vivos para endulzarle en oído al enano Napoleón, quien siendo adicto a las lisonjas, los promovió a cargos elevados. Esto sucedió a pesar de que la revolución había prohibido la importación de extranjeros mercenarios para el ejército ciudadano. A alturas de 1832 los pocos suizos sueltos de lo que fue la Legión de Hohenlohe fueron reclutados para ser enviados a la recién creada Legión Extranjera de Francia para ir a someter a los pobres argelinos. Aunque la constitución suiza en sus enmiendas de 1874 prohíbe el reclutamiento de sus machos por parte de poderes extranjeros, no pudo prohibir que se fueran de voluntarios algunos cuantos.
No fue hasta en 1927 que ese voluntariado también fue prohibido, probando que también la chela constitución suiza sigue siendo papel higiénico igual que la nuestra nicaragüense. Prueba de la inutilidad de prohibiciones es que el Vaticano retiene sus vistosos guardias suizos.
Quizás los guardias suizos más criticados de la historia son los que posee el papa, quienes hacen caso omiso a lo que dictó la constitución suiza de 1927.
El nombre oficial es Guardia Suiza Pontificia y se alojan en la Prefectura Pontificia del estado más rico del mundo, aunque el más diminuto: el Vaticano. Su lengua oficial es el alemán, y tienen como función la seguridad del palacio apostólico, las entradas al Vaticano y la integridad física del papa. Muchos ingenuos se preguntan quién querría atentar contra alguien tan santo como le heredero de Pedro en el trono romano, y por ende para qué necesita el vicario del Cristo que lo cuiden. Recordemos que los papas en su mayoría han estado más pendientes de las vueltas de la política que en la salvación de alma alguno-ni siquiera la de ellos mismos- y por eso muchos de ellos tenían enemigos muy enconosos. El papa Sixto IV, quien estuvo mandando en la iglesia desde 1471 hasta 1484, ya había hecho una alianza con la Confederación Suiza y hasta se había adelantado a construir barracas en la Vía Pellegrino previendo que le gustaría tener tropas
Reclutadas de Suiza. Este pacto fue renovado por su sucesor Inocente VIII, quien estaría de 1484 hasta 1492, y los guardias eran para la nada inocente iniciativa del sumo pontífice de echárselos a pelear al duque de Milán. El gordo perverso de Rodrigo Borgia cuando se convirtió en el papa Alejandro VI tras gastar muladas enteras de plata para comprar su cargo, en efecto usó mercenarios suizos durante el tiempo que tuvo alianza con el rey de Francia. Cuando los Borgias sacaron las uñas en varios pleitos internos en Italia, la carne de cañón suiza era de rigor. Los mercenarios se enlistaban raudamente al saber que el rey Carlos VIII de Francia iba a ir a deschincacar a Nápoles. Al morir de una combinación de sífilis galopante con posible envenenamiento Alejandro VI , en sus sandalias quedó Juliano Della Rovere, quien sería más conocido como el papa Julio II.Tras haber sido obispo en Lausana, Suiza, años atrás, Julio era un eterno enamorado de los suizos. El nuevo papa pidió la Dieta Suiza para poderse recetar los 200 más ágiles, leales y bellos mozalbetes suizos y en septiembre de 1505 encargaron a los primeros 150 chicos, marchando desde Suiza bajo el mando del comandante Kaspar von Silenen,. Las beldades suizas llegaron a la Ciudad Eterna el 22 de enero de 1506, fecha que hoy se da como efemérides de la fundación de este cuerpo élite. En ese entonces era “chic” defender la “debilidad de la madre iglesia” en palabras de Ulrico Zwinglio, quien luego se hizo rábido reformista protestante quien se avergonzaría de haber sido tan fanáticamente defensor de la iglesia católica. Exaltado y excitado, Julio los llamaría “defensores de la libertad de la iglesia” y según las malas lenguas con la mía a cargo del desfile, el homoerotizado sumo sacerdote procedió a inspeccionarlos con la misma lascivia que siglos luego la zarina Catalina II la Grande de Rusia haría con su guardia personal multiusos.
Desde que Julio II se extasiaba con ellos, este cuerpo élite ha variado en tamaño y categorías. El 6 de mayo de 1527 de 189 guardias 147 no quedaron para contar en cuento cuando el Sacro Emperador Romano Carlos I de España entró a saquear Roma y hasta el comandante murió en medio de la violencia. Contrario al Papa León I quien desafió a Atila en el medievo, Clemente VII salió huyendo como cobarde por el Pasillo del Borgo escoltado por 40 otros guardias y muerto de miedo. Los guardias muertos en ese entonces están sepultados cerca de la Basílica de San Pedro en lo que fue llamado Campo Santo Teutónico, u osario alemán a como el pueblo italiano le llama jocosamente.
Hoy en día los guardias suizos no pertenecen a ninguna fuerza mayor que ellos a nivel militar. Son el ejército del estado soberano del Vaticano. A finales del 2005 habían 134 miembros , y el comandante tiene rango de coronel. Han tenido entrenamiento militar con las armas más modernas que ha dado la tecnología, pero portan una espada y un arma llamada halberd. Se precisa que sean jóvenes machos solteros y sin hijos con ciudadanía suiza, católicos hasta el fanatismo y que hayan tenido entrenamiento con militares suizos. Deben ser graduados de la universidad o por lo menos de secundaria y referencias de ser de buena conducta. El candidato debe estar entre los 19 y 30 años de edad y medir por lo menos 5 pies con 9 pulgadas. Tras aplicar al puesto, los aceptados son juramentados por el capellán el 6 de mayo(aniversario del saqueo de Roma a manos de Carlos I de España) en la Corte de San Dámaso. El servicio puede ser de un máximo de 25 años . Así pasan a vestir el bufonesco traje que no fue diseñado por Miguel Angel-aunque sí se ofreció para hacerlo ya que uno de sus amantes estaba entre el primer grupo traído por el papa Julio II. El atuendo realmente fue concebido por el comandante de la guardia Jules Repond, inspirándose en una obra del pintor Rafael. Los colores originales eran en honor al blasón familiar del temperamental Julio II (azul y amarillo) y el papa León X le añadió el rojo.
El 13 de mayo de 1981 el alma se les fue a los pies a los guardias cuando el turco Mehmet Alí Agca atacó al papa Juan Pablo II. En mayo del 2006, para celebrar los 500 años de existencia de este controversial cuerpo élite, varios veteranos marcharon desde Suiza hasta Roma en un chambón viaje de un mes a través de Italia. El 6 de mayo 33 nuevos guardas fueron aceptados, pero ya estaba manchada nuevamente la reputación de los guardas por el escándalo de Alois Estermann. El preciso 6 de mayo pero de 1998 la ñaña había salpicado el abanico de la opinión pública. El fornido Alois Estermann, su esposa venezolana Gladis Meza Romero y Cédric Tomay, caporal de la guardia suiza, fueron hallados muertos en los aposentos de Estermann.Dos reportes oficiales le echaban el muerto a Tomay, quien furioso por un regaño de su jefe porque Tomay había llegado tarde a sus barracas, se había vuelto como loco. Surgieron las más raras especulaciones, y la mamá de Tomay con sus abogados franceses dijeron que Estermann tenía fama de tener romances homosexuales con los guardias, siendo Tomay su última conquista. Estermann se había casado con la cuaca venezolana como un intento de maquillar su deteriorada imagen, cosa que normalmente los guardias suizos deben ser solteros. Juan Pablo II sudaba la gota gorda de la vergüenza. No era para menos, ya que Estermann había sido aceptado en 1980 como miembro de la guardia suiza, y durante el atentado en 1981 contra Juan Pablo II el hombre había cubierto al papa con su propio cuerpo. Tomay, haciendo honor a su nombre, bien tomado y con un ataque de celos al romper Estermann relaciones con él, había cometido un crimen pasional. Esta mácula, junto con otras tantas, hizo que se revisaran y reajustaran los parámetros para aceptar nuevos guardias suizos y detractores de la iglesia incluso han afirmado que se mencionó como posibilidad la castración o esterilización de los candidatos, algo que no ha podido ser confirmado.
A final de cuentas, entero o mucos, con o sin uniforme de papagayo, los guardias suizos son una inevitable atracción turística del Vaticano. Su historia, indudablemente ha sido tan vistosa como los colores del legendario uniforme.
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