Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

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lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

domingo, 24 de enero de 2010

Margaret Sanger


MIL GRACIAS, MARGARET SANGER!

Si hay una mujer a quien profeso eterna adoración aparte de mi madre Juana y mi hija Elizabeth, esa es la enfermera gringa Margaret Louise Sanger, ya que gracias a ella las mujeres somos absolutas señoras de nuestro cuerpo y destino al haber propiciado la invención de la píldora anticonceptiva. Hoy, en el único día al año que los machos de la especie nos sueltan el bozal a las hembras, vamos a rendirle un enorme charro a esta incomparable señora.

Nacida un 14 de septiembre de 1879 en una barriada de Nueva York, era la hija de Michael Higgins y su esposa Anne Purcell, quienes vivían en la más espantosa pobreza. Las creencias estrictamente católicas de su mami llevaron a que Margaret fuera apenas una de once cipotes, y cuando Anne se murió prematuramente gastada por “traer al mundo cuantos hijos Dios mande”, Margaret cayó bajo la influencia iconoclasta de su papá. Michael, revoltoso y ateo, ayudó a que su hija fuera a estudiar enfermería a Claverack College mientras practicaba a como pudiera en un hospital llamado White Plains en 1900. Michael Higgins sabía que su chelita era mujer de armas tomar, y siempre la apoyó. En su experiencia como enfermera, Margaret se percató que a la hora de traer hijos al mundo, con o sin boda, la mujer era la que llevaba la carga atuto casi a solas. Muchas caían en niveles increíbles de pobreza y desnutrición.

En 1902, Margaret conoció a un arquitecto llamado William Sanger, quien a cambio de darle su sitio de esposa exigió que dejara de ejercer como enfermera y no siguiera estudiando. A pesar de que Margaret tenía la salud debilitada por tuberculosis, Sanger procedió a extricarle 3 chavalos. Para 1911, William Sanger estimó que la ciudad era mala influencia para su revoltosa esposa, y movió a la familia para los suburbios en un intento de “domesticarla” y “salvar el matrimonio.”
Pero aún en los suburbios, la sala de Margaret se convirtió en punto de reunión para feministas, revoltosos, filósofos y personas de opiniones progresistas. Para 1912 Margaret, profundamente preocupada por el estado de la salud femenina en los barrios pobres, se dedicó a distribuir panfletos conteniendo información sobre el control dela natalidad. Se dedicó al periodismo empírico (“huuuuy! Otra Frenchfry!” dirán algunos) escribiendo artículos en el periódico del partido socialista, entre ellos Lo que Toda Chica debe saber y Lo que Cada Madre debe saber . Enviaba artículos a Europa y fue acusada de mandar obscenidades. Aún estaba vigente la troglodita Acta de Comstock de 1873, que prohibía la distribución de información y medios de control de natalidad. Cuando en 1913 Margaret fue a Europa, lo hizo huyendo de la amenaza de carcelearla por “obscena”. En 1914 Margaret había comenzado a publicar una revista mensual llamada La Mujer Rebelde. En ella detallaba por qué las mujeres debían tener solo los hijos que deseaban procrear, y no ser víctimas de su destino biológico. El esposo de Margaret incluso fue a la cárcel por 30 días por haber proporcionado una copia de los panfletos de Margaret.
El exilio en Inglaterra acabó de una vez por todas con el mal matrimonio entre Margaret y William Sanger. Del esposo solo conservaría su apellido. En Inglaterra Margaret se vio influenciada por Havelock Ellis y sus teorías maltusianas. Tras tener un affaire con Ellis, Margaret se lanzó a aventuras con el periodista empírico y novelista inglés H.G.Wells y hasta hubo rumores de un affaire con el dramaturgo y novelista Italiano Gabriel D ´Annunzio durante una visita de éste a Londres. Parece que aparte de pasar un buen rato en el lecho, Margaret no logró congeniar con el escritor fuera de las sábanas y le dijo medio en broma medio en serio,”Cuando miro a tipos como tú es que creo más en el control de la natalidad. Con razón la Eleanora Duse te dejó.”
En 1915 Margaret tuvo un horrible golpe del destino cuando su hijita Peggy murió súbitamente a los 5 añitos de edad y considerando su duelo las autoridades esta vez se abstuvieron de mandarla al tabo.

Para 1916 Margaret instaló la primera clínica de control de natalidad en Estados Unidos. Margaret iría a la cárcel en numerosas ocasiones en su intento por rescatar a miles de mujeres de la mortalidad materna. El 25 de octubre de este año la policía entró violentamenteen la clínica de Margaret, arrestando a todos. Pero el acoso delas autoridades solo sirvió de publicidad gratuita, y pronto mujeres adineradas comenzaron a interesarse y apoyar el proyecto de Margaret. La necesidad de divulgar su verdad llevó a esta genial mujer a producir un film mudo en 1917 y a fundar otras revistas en las cuales daba a conocer lo básico del control de la natalidad. En 1921 fundó la Liga Norteamericana para el Control de la Natalidad.
En 1922 Margaret se casó en segundas nupcias con el ricachón productor de petróleo James Noah Slee, poniendo unos términos matrimoniales bastante peculiares. Pidió conservar su autodeterminación personal, Slee incluso le prometió apoyo para su cruzada pro control de la natalidad, algo que cumplió a cabalidad. Slee moriría en 1943, dejando gratos recuerdos en Margaret ya que siempre respetó las pulgosidades de su esposa.
Margaret opinaba que aquellos que no estuvieran en capacidad para dar todo lo que un niño precisa para crecer sano, no debían procrear (una ministra de salud así nos vendría de perlas, no?) Fue ahí donde la acusaron de liarse con científicos eugenistas que deseaban solo “humanos perfectos.” Los enemigos de Margaret la acusaron de querer programar nacimientos solamente de blancos idóneos, cosa que Margaret jamás promovió ya que no tenía prejuicio alguno en contra de razas, credos religiosos o etnias. Sus peores críticos seguirían siendo machos que no comprendían por qué las mujeres no podían continuar siendo sus esclavas sexuales dispuestas a parir como conejas.

Margaret seguiría luchando infatigablemente por extender su proyecto de control de la natalidad no solo a nivel de Estados Unidos, sino que a nivel mundial. Tenaz, apasionada y sin miedo, Margaret continuó trabajando durante la II Guerra Mundial, se trenzó amablemente en un debate sobre la natalidad con el Mahatma Gandhi y fue en la década del 50 cuando se topó al Dr. Gregory Pincus, quien sería el hombre destinado a manufacturar la píldora anovulatoria que hoy en día millones de mujeres utilizamos para traer al mundo solo los hijos que deseamos tener. El enfoque humanista, feminista y progresista de esta extraordinaria norteamericana permitió que no cesara en sus esfuerzos por popularizar la pastilla anticonceptiva, y en la década de los 60, poco antes de su muerte, la dinámica anciana pudo confirmar que las píldoras ya se vendían a mejores precios que las primeras que sacó Pincus al mercado.
Margaret llegaría a ser una activísima e infatigable abuela, llegando a idear un proyecto que se implementó en Puerto Rico. La muerte sorprendería a esta extraordinaria fémina un 6 de septiembre de 1966, conservando su alegría y rebeldía de jovencita aún cuando ya era una viejita flaquita y pizpireta.
Aunque muchos trataron de desprestigiarla e impedir que su proyecto de planificación familiar tuviera éxito, hoy recordamos a esta genio como toda una mujer de armas tomar, profundamente humanista, una workaholic de cuidado y una de las joyas más valiosas de la historia mundial.

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