Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás
lo dijo William Wallace

los webmasters de la primera website

los webmasters de la primera website
Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

jueves, 14 de enero de 2010

anorexicas y bulímicos


ANOREXICAS, BULIMICOS Y GLOTONES DE LA HISTORIA

“Estoy elefantiásica, hoy comienzo una dieta,” berrea mi hija Elizabeth. Pero quizás el caso más dramático de Ia historia no fue el de ml hija , ni el de linajuda alguna, sino que Ia plebeya norteameri¬cana Karen Carpenter, cuya silueta de percha evidenciaba la galopante anorexia que llevaría a esta desdichada y talentosa vocalista y percusionista a la tumba. A Io largo de Ia historia, numerosas mujeres se dieron a Ia tarea de auto acabarse hasta ser casi solo huesos y pellejos. Otros tuvieron desórdenes gástricos como la glotonería y la bulimia.
Una de las reinas que padecía mayores trastornas a Ia hora de alimentarse fue Ia preciosa alemana lsabeau de Wittelsbach, casada con el rey galo Carlos VI. Inicialmente, su obsesión por tener una silueta casi transparente Ia Ilevó no solo a ella a evadir Ia comida, sino que también impuso a sus doncellas del séquito que nadie debería tener una cintura mayor de 19 pulgadas si querían ser damas de cam¬pañía suya. Varias de las muchachas murieron a causa de una galopante des-nutrición. Posteriormente Isabeau dejaría a un lado Ia abstención en Ia mesa para pasarse al otro extremo, y su glotonería fue tan grande que engordó como un balón sobrehinchado.
Fue tanta su afán de garantizarse que nunca le faltaran toneladas de comida que hasta firmó Isabeau una declaración confe¬sando que el delfín, el futuro Carlos VII de Francia, era un bastardo manufactura¬do por ella en adulterio con Luis, el her-mano menor de su esposo. Cuando Isabeau murió, sus dimensiones eran tan grandes que fue preciso encargar una caja especial.
Las victimas de Ia bulimia han sido muchas más que solamente Ia aparatosa e inmensamente popular Lady Di de Inglaterra, quien no llegó a reinar de hecho aunque sí en los corazones del pueblo inglés.
Cristina de Suecia, Ia reina erudita, a menudo se atibo¬rraba de comida para luego provocar¬se el vómito, a como también Faustina, Ia infiel espose del empera-dor-filósofo romano Marco Aurelio. Faustina comía con una gula desbordante para luego hacer que su criada le provocara el vómito con plumas de alondra. Tanto los emperadores Tiberio, Calígula, y Nerón así como Heliogábalo y Domiciano hicieron lo mismo, comprobando que Ia bulimia no solo se conjuga en ter¬cera persona femenina. El rey Alfonso de Portugal, un tarado que era loco criminal al salir par las noches a matar a cuanto cristiano se le acercara, tam¬bién era bulímico, y una sobrina de Luis XIV también padeció de este mal :Luisa de Orléans, quien fue Ia pri¬mera consorte del tarada rey español Carlos II de Habsburgo. Era tan cono-cido su trastorno que se especula si en efecto fue envenenada con una tarta que contenía cianuro. Para colmo su sobrina María Luisa-hija de Felipe el Regente-también minó su salud con excesos en la bebida y la comida, muriendo a causa de su bulimia en la florida veintena de su vida.

La que si se vio en apuros por Ia anorexia y casi se va al hoyo fue Ia princesa otomana Mihri- Chan, hija de Sehim I Yavuz y una concubina bastante pasadita de peso. Al parecer Mihri- Chan no quería ser fotocopia de su volu¬minosa madre, y al Ilegar a Ia adolescencia se negó en redondo a comer. Solo tomaba abundante agua para rellenar su pobre estómago, y hubiera muerto si su her¬mano mayor, Solimán el Magnífico, no recurre a una buena azotaína para que Ia cipota probara bocado. Las nalgas de Mihri- Chan quedaron bastante enrojecidas, pare el remedio surtió efecto. Pero producto de Ia ano¬rexia, Ia muchacha quedó afectada para el resto de su vida can gastritis y otros trastornos digestivos.

La bellísima emperatriz del trono austrohúngaro Sissi fue otra que se hizo anoréxica de Ia noche a Ia maña¬na. En una ocasión se puso a dieta de leche de cabra y sangre, y perdió tanto peso que se desmayó en un baile.
Glotones hay a montones en la historia universal. En Ia época del imperio romano, muchos de los emperadores eran famosos par su gula, pero nadie engulló tantas toneladas de comida coma Vitelio, quien no hallaba tiempo para gobemar por estar masticando, murió asiendo un pernil de jamón ahumado. En Ia Edad Media, Luis VI de Francia pasó a la historia can el nom¬brete de El Gordo porque cuando ya estaba maduro, no podía ni sentarse a lomos de un corcel porque no había caballo que soportara su enorme peso. Luis El Gordo devoraba cantidades asombrosas de alimento, y se calcula que llegó a pesar unas 400 libras. El gusto par menear las mandíbulas fue otro pasatiempo del gran trovador francés Guillermo de Aquitania, quien se sen¬taba largo rato a Ia mesa cuando no estaba enamoran¬do mujeres, escribiendo poemas, a jugando con su gato Gateau (que en francés es Pudincito y era rollizo). Aunque se sabe que este bello bardo fue rollizo, nunca padeció de obesidad y se cree que llegó solamente a ser un equiva¬lente de talla 35 en pantalones actuales.
Gracias a la gula del rey inglés Enrique VIII se crearon Ia ginger ale y el cheddar a coma Io conocemos ahora, para el rechoncho rey mujeriego tuvo un avanzado estado de desnutrición ya que se negaba a comer otra case que no fueran carnes, quesos, huevos y dulces. La gula de Enrique se desbordó tanto en sus últimos años que Ia enorme acumulaosón de grasa be quitó Ia poca potencia sexual que be quedaba.

Otra glotón consuetudinario y con su itinerario fue el monarca francés Luis XIV, quien adoraba las ensaladas y el chancho aderezado con achiote(traído del Nuevo Mundo).Cuando Luis murió y se be extricaron las tripas a su regio cadáver, el galeno anotó que los intestinos eran el doble de voluminosos que los de otros huma¬nos.

Sechir Para, favorita del pavoroso sultán otomano Ibrahim el Desquiciado, fue famosa por su glotonería. Pasaba el día entero consumiendo dulces, y el trastor-nado Ibrahim se había infatuado de ella porque estaba “muy bien dotada en las menudencias”. Mientras Sechir Para engullía postres sin una hilacha encima de su ele¬fantiásico cuerpo, el loco Ibrahim jugueteaba can sus pies...por no decir con otra cosa. El rey Jorge I de Inglaterra no se quedaba atrás en su obsesión par gordas gloto¬nas. Tuvo una amante apodada ‘La Elefanta” a Ia cual instaba a corner en exceso para que mantuviera siem¬pre rellena su “circumferencia”.

Farouk I, el último rey do Egipto, era famoso par su adicción a la comida y las gaseosas, hasta el punto que llegó a parecer una cocobola con patas.

Ser goloso no fue prerrogativa de reyes y sultanes, y en Francia dos grandes literatos fueron rivales en cuanto a qulén comía más: Alejandro Dumas padre y Honorato de Balzac. Alejandro Dumas papi inclusa era un gran chef cuyas originales recetas hasta la vez son usadas en grandes restaurantes y fondas de Francia. Honorato de Balzac también consumía apabullantes cantidades do café. Otro literato que fue un tremendo comilón fue el genial homosexual irlandés Oscar Wilde, quien a veces no paraba de comer ni para escribir sus obras.

Wilde además guisaba exquisitamente, y muchas de sus recetas han sido publicadas en recetarios de los ricos y famosos, coma su sopa de papas el whisky.

No hay comentarios:

Publicar un comentario