Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

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lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

jueves, 14 de enero de 2010

Anibal el Cartagines


EL FORMIDABLE ANIBAL BARCA

Uno de los estrategas militares que más he admirado en la historia ha sido el protomacho cartaginés Aníbal Barca, considerado incluso por muchos prominentes historiadores como el papá de la estrategia militar a como se le conoce hoy. Nacido en noviembre del año 247 antes de Cristo , en el seno de una familia linajuda de formidables guerreros, este hombre sin embargo nunca supo ser feliz en su matrimonio con la dulce Emilce.
El Barca en realidad no era el apellido de la familia de Aníbal, sino el apodo de “rayo” para los aguerridos miembros de su familia. El nombre en sí de Aníbal significa “merced de Baal”. Sin embargo, el apodo Barca quedó como apellido. Aníbal era el hijo favorito del pleitisto Amílcar Barca. Desde chiquito Aníbal, quien era en extremo curioso, se daba cuenta que su padre vivía echando humo durante un período de tensión entre Cartago y Roma. En ese entonces el clima internacional estaba caldeado por hostilidades entre estas dos superpotencias. Tras la sopapeada que Roma le dio a los cartagineses en la Primera Guerra Púnica, el papá de Aníbal decidió no pasar más vergüenzas y se dio a la tarea de subyugar a las tribus de la península ibérica(lo que hoy es España y Portugal) .La Primera Guerra Púnica había dejado a Cartago en tan mal estado que Amílcar no tenía para pagar botes que llevaran sus tropas a la península ibérica, y por eso hizo que sus huestes marcharan hasta los Pilares de Hércules y de ahí pasaran por un antecesor del ferry a los soldados hacia lo que hoy es España por lo que luego se llamaría el Estrecho de Gibraltar.

La leyenda indica que Aníbal vio, siendo muy niño, a su papi hacer un sacrificio a los dioses para granjearse su favor en las lides bélicas, antes de irse a Iberia, y eso le marcó para siempre. Amílcar hizo jurar a su chavalo que jamás sería amigo de Roma, algo que Aníbal cumpliría a cabalidad. Aunque parte de la oligarquía cartaginesa sí sostenía que debían hacer amistad política con Roma, Aníbal jamás quiso saber nada de ellos. Amílcar se fue con todos sus bríos a la conquista de Iberia, pero murió en una de las batallas.Fue cuando el cuñado de Aníbal, Asdrúbal, se hizo cargo de la comandancia de los ejércitos cartagineses.Pero el yerno de Amílcar no estaba hecho del mismo fierro que el viejo líder, y creyendo que así consolidaba las conquistas en la península, tuvo la mala pata de firmar un tratado con Roma prometiendo como chico bueno que jamás iban a expandirse más allá del río Ebro, mientras a Roma no se le ocurriera extenderse hacia el sur de este río. En el año 221 Asdrúbal murió perdiendo la cabeza con la cual había pensado tan erróneamente, siendo inmisericordemente decapitado y por fin pudo Aníbal agarrar las riendas de las fuerzas armadas solito. Los mismitos soldados clamaron por su liderazgo, y el mismo gobierno lo confirmó en su cargo. El nuevo comandante pasaría 2 años consolidando las conquistas de su finado padre. Muertos de pavor ante el ímpetu y el coraje del joven Aníbal, Roma traicionó el pacto que había hecho con Asdrúbal y reclamó a Sagunto-ciudad que quedaba al sur del Ebro como protectorado suyo. Aníbal montó en cólera y le puso sitio a la ciudad en cuestión, la cual cayó tras 8 meses de estar rodeada. Por supuesto, Roma botó la gorra y demandó satisfacciones, olvidando que fue ella misma quien había provocado la situación. Viendo que la soldadesca estaba irremediablemente infatuada con Aníbal, al gobierno de Cartago le dio por avalar sus acciones contra Roma, y así se prendió la mecha explosiva de la Segunda Guerra Púnica, en la cual el joven cartaginés sacaría a relucir sus acciones más espectaculares. A Aníbal le picaban los pies por marchar sobre la península hacia la Galia del sur, rumbo al corazón de Italia.Para 218 de la era precristiana, Aníbal estaba que reventaba de las ganas de ir a sopapear a los romanos. La Segunda Guerra Púnica oficialmente duraría entre ese año y 203, pero sería ese conflicto lo que elevaría al morenazo Aníbal a celebridad. Irse a pata hasta Italia no era cosa fácil. Armado de sus tropas, con elefantes, perros guardianes y gansos detectores de emboscadas(sin mencionar los enormes barriles de cerveza para garantizar que los elefantes, ya bolos, no sintieran el frío de los Alpes, no sean malpensados, Aníbal no llevaba hombres ebrios) el gran general salió de Cartago en la primavera del año 218. Pasando por los Pirineos, Aníbal amansó a numerosas tribus que se resistían a dejarle pasar o le cobraban peaje.
En los Pirineos Aníbal dejó 11 mil hombres garantizando que las tierras conquistadas se estuvieran quietecitas. Aníbal hizo entrada a las Galias con 50 mil hombres a pie y 9 mil jinetes. Los galos cheles, viendo a los cetrinos cartagineses llegando con los 37 elefantes, casi se mueren del susto. Acto seguido, optaron por oponerle resistencia a Aníbal, quien también le garantizó coimas a los jefes galos como para poder entrar con 38 mil soldados de infanterías, 8 mil jinetes y los hermosos elefantotes al valle del Ródano en el sur de Francia tranquilamente. Aníbal también se las ingenió para dejar babeándose a la avanzada que los romanos le habían mandado cuando les llegaron con el cuecho que el cartaginés andaba por lo que hoy es la Riviera Francesa y no precisamente en plan vacacional. Aníbal luego se fue hacia uno de los tributarios del Ródano hacia los Alpes, listo para protagonizar una de las marchas más célebres de la historia. Para el otoño estaba Aníbal viendo cómo los Alpes se cubrían de frío. El genial pero cruel cartaginés puso a libar cerveza a sus 37 elefantes para que los pobres paquidermos pudieran aguantar el frío y se hicieran posicles a primera entrada, sin embargo solo un puñado se salvó de quedar como icebergs de carne y hueso en el cruce. Para entonces Aníbal ya llevaba entre sus huestes a hombres de tantas etnias que sus tropas eran como una marchante torre de Babel. El clima tampoco ayudó, pero el general logró bajar de los Alpes y entrar a Italia. Usando tácticas de guerrilla, logró vencer a muchas tribus locales. Solo le quedaban poquísimos elefantes. Los galos de las tribus ubicadas por el río Po traicionaron a los romanos, con quienes había hecho pacto de colaboración recientemente. Publio Cornelio Escipión era el cónsul romano quien estaba a cargo de las tropas romanas. Se le fue el alma al trasero cuando vio a Aníbal en Italia, ya que no contaba con que los cartagineses pudieran pasar por los Alpes. Escipión trató de interceptar a Aníbal, montando a syus tropas en barco para llegar más velozmente por mar. Tras permitir que sus huestes descansaran brevemente, Escipión echó a sus soldados a buscar a Aníbal, quien tenía excelente caballería. Aníbal sacó a los romanos llorando de la planicie de Lombardía. Las huestes de Aníbal andaban por 40 mil efectivos, complementada por miembros de tribus del norte de Italia que se le habían sumado voluntariamente, hechizados por el carisma del cartaginés. Escipión ya había sido seriamente herido en una batalla, y aunque conservaba su ejército , no estaba listo para saborear el triunfo. En el valle del río Trebia le tocaría morder el polvo de la derrota ante Aníbal, ya que a Escipión le tocó esperar que Roma le mandara refuerzos. El otro cónsul romano, Sempronio Longo, tuvo que traer a sus huestes desde Sicilia para sumarlas a las fuerzas de Escipión. A Sempronio le dio pavor enfrentarse a Aníbal y vadeándolo, se sumó a Escipión en el pueblecito de Placencia. Ahí, en diciembre, Aníbal hizo gala de su destreza superior al despedazar a la infantería romana tras asestarles una emboscada sorpresa por el flanco. Tras esa victoria, Aníbal continuó Italia abajo, con las batallas del Lago Trasimene. en la primavera de 217, a pesar que algunos galos ya no lo apoyaban tanto. A las fuerzas de Aníbal les tocó casi nadar por las corrientes del río Arno, que en esa época estaba casi desbordado. El general no estaba en sus mejores condiciones, pues había perdido visión de un ojo debido a una espantosa conjuntivitis que pescó durante el cruce de los Apeninos y para la cual nunca tuvo tiempo de curarse. Sepultó a sus últimos aguerridos elefantes, y sus tropas estaban cansadísimas. Pasar por los marjales no dejó a Aníbal muy contento, pero al llegar a Etruria no desmayó en su intento de vencer a Roma. Flaminio, a cargo de los tropas romanas, se vería derrotado por las argucias de Aníbal y acabaría perdiendo la vida en la batalla siguiente. Entrampó a las huestes de Flaminio por el flanco, haciendo creer a su enemigo que se retiraba del campo.Prensado entre Roma y su enemigo, Flaminio flaqueó y lo persiguió, solo para verse atrapado en un bolsón de hostilidades. Tras la derrota de los romanos, Aníbal comprendió que sin recursos para un sitio, sería imposible tomarse Roma. Solamente fomentó revueltas generales en contra del yugo romano. El nuevo cónsul Fabio rehusó enfrentarse a su formidable enemigo cartaginés. Solo puso algunas tropas a vigilar para que Aníbal no se acercara mucho.
Para provocar a Fabio, Aníbal repitió sus actos de devastación en Campania y Samnio, dos de las regiones más fértiles de Italia, pero Fabio se resistía a pelear(igual que nuestros mandatarios, mientras no los toquen a ellos, todo estaba bien) Ya tildaban al cónsul romano de cobarde los mismos romanos. Aníbal por su parte no quiso exponer a sus tropas al invierno italiano pero Fabio bloqueó todas las salidas de los bajíos de Campania. Aníbal logró sacar a su gente por medio de un estrecho desfiladero mientras los romanos miraban aterrados desde el bosque adyacente. Aníbal se fue a la planicie de Apulia sin que las tropas de Fabio lograran tocarles ni un pelo, y esto golpeó severamente el ya caduco prestigio del cónsul romano. Pronto le costaría el poder al tamaño cobarde. Aníbal pasaría muchos años más en Italia, dando guerra y luciendo sus dotes de genial comandante. Derrotaba a los cónsules que le pusieran de parte de Roma, y aunque en 216 los romanos le lanzaron un ejército de más de 100 hombres, Aníbal seguiría invicto. En la batalla de Cannae los romanos sufrirían una de las más vergonzantes derrotas de la historia militar. Muchas tribus del sur de Italia incluso se sumaron a las huestes cartaginesas. No era para menos. Asistido por su hermano Asdrúbal(no a confundirse con el otro Asdrúbal quien hizo pacto con Roma), Aníbal seguía conquistando a toda velocidad. Tras la batalla de Cannae, hasta el rey macedonio Filipo V, juró lealtad a Aníbal, comenzando así la Primera Guerra Macedónica.
La estadía de Aníbal en Italia se le hizo de hule, y aunque en el año 216 hizo de la segunda ciudad de Italia(Capua) su base de operaciones después que los ciudadanos de esta urbe le abrieron sus puertas, para 211 los romanos le quitaron su sede a Aníbal. De nada le valió haberse granjeado la fidelidad del rey siciliano Jerónimo de Siracusa. Tenían enormes expensas, su gobierno lo había dejado abandonado y los romanos se negaban a enfrentarlo en el campo de batalla. Tras la catástrofe romana en la batalla de Cannae no había tenido mayores victorias flamantes. En 212 logró capturar Tarento pero no pudo tener dominio absoluto del puerto en sí. Para 210 Aníbal probó nuevamente su superioridad al derrotar a un ejército romano proconsular, aún le ardían los 2 sitios montados contra Capua por los romanos(con el segundo habían hecho caer a la ciudad en 211) y en 208 se entretuvo derrotando a un ejército romano en el sitio de Locri Epizephyri. En 209 había perdido control sobre Tarento. Para 207 Aníbal esperaba unir sus fuerzas con las de su hermano Asdrúbal para finalmente echarle la vaca juntos a Roma cuando se enteró de la derrota y posterior muerte en Metauro. A Aníbal le mandaron la cabeza de este decapitado Asdrúbal para que se la lanzaran mientras comía. Optó por estarse por un tiempo en Bruttium. Su otro hermano Mago Barca falló horriblemente en Liguria entre 205 y 203. En 203 lo mandaron a llamar para que defendiera a Cartago mismo, y trras 15 años en Italia, Aníbal estaba listo para su regreso a casa. Cartago se encontraba en alitas de cucarachas ante la inminente invasión del fabuloso general romano Escipión Africano. Así daba inicio a la campanada final de la 2da. Guerra Púnica, campaña que se daría entre 2004 y 201 antes de Cristo. Aníbal llegó en barco e inmediatamente el gobierno lo puso a cargos de las huestes para luchar contra Escipión, quien no es el mismo con quien antes se había trenzado en el campo de batalla Aníbal. En 202 Aníbal se reunión en una conferencia de paz con Escipión Africano e inmediatamente se admiraron mutuamente. De nada sirvió que los dos se cayeran muy bien a nivel personal, pues casi de inmediato estalló la batalla de Zama.
Al contrario de las batallas anteriores de la 2da.Guerra Púnica, los romanos esta vez tenían superioridad en caballería, mientras que los cartagineses estaban fuertes en su infantería. Los romanos andaban briosos corceles debido a que Masinissa, quien había estado a favor de Cartago en Iberia, esta vez había cambiado de lados y apoyaba a los romanos. Masinissa, debido a un lío de rivalidades de faldas con el cartaginés Syfhax, y pidiendo tierra y riquezas a cambio desde 206- Aunque el maduro Aníbal ya estaba mentalmente agotado y padeciendo de artritis, aún tenía las ganas de pelear intactas, un ejército enorme y 80 endiablados elefantes de guerra. Al inicio de la batalla, los romanos iban ganando.Aníbal y sus hombres pelearon con bravura leonina. Escipión, mucho más joven pero muy astuto, supo desintegrar la formación de los cartagineses y Aníbal debió rendirse. Cartago perdió 31 mil hombres, dejando l conflicto a 15 mil cartagineses más heridos. Los romanos perdieron solo 1500 hombres. Los cartagineses le pasaron la factura a Aníbal perdiéndole el respeto. Escipíón Africano tras la victoria tuvo que admitir que había usado todas y cada una de las tácticas de An+ibal para derrotarlo, lo cual no dejaba de ser un cumplido grosero contra el gran general.
Contrario a lo que las basuras hollywoodenses presentan en el celuloide, Aníbal no se tragó de inmediato la copa de veneno para que no lo pescaran los romanos. Era un hombre de 46 años y pudo demostrar que era tan buen estadista como soldado. Pasó a buscar cómo reconstruir Cartago, pero la corrupta oligarquía no le daba sosiego. Aníbal regresó a la política como suffet, o magistrado en jefe. Para ese entonces esta posición estaba bastante devaluada, pero Aníbal la restauró en importancia y pronto la oligarquía lo estuvo atacando pues le tenían celos violentos. Los panzurros oligarcas le recriminaban el no haber tomado Roma cuando pudo, olvidando que ellos mismos lo había abandonado. Aníbal logró que los tributos que Roma la exigía a Cartago fueran pagados en abonos suaves sin recargos. Limitó el poder de los gobernantes, logrando que fueran cargos por elección para dos años y no de por vida. En el año 195 se fue a un exilio voluntario cuando los romanos, alarmados por la recuperación hacia la prosperidad que llevaba Cartago, pidieron la rendición de Aníbal para llevárselo a Roma. Primero se fue a Tiro, luego a Efeso, donde fue honorablemente recibido por Antioquio III de Siria, quien preparaba 8una guerra contra Roma. Aníbal le advirtió al rey que las tropas era insuficientes, ofreciéndose para comandar una flora que cayera sobre el sur de Italia. El rey no le hizo mucho caso a Aníbal, ya que sus cortesanos lo dominaban, y nunca le quiso dar cargo importante al general cartaginés. En 180 antes de Cristo, Aníbal escuchó una ponencia dada por Formio, un filósofo quien quizás por tener nombre de hormiga, dejó al general bien picoteado. Su anfitrión al fin decidió ver si Aníbal aunque viejo aún mordía a como ladraba, y lo puso a cargo de una flota fenicia, pero fue derrotado. Tras este pastel, Aníbal fue recibido según Plutarco por el rey Artaxias I de Armenia. Tras apoyar al rey en la construcción de la nueva capital Artaxata, Aníbal se enteró que Antioquio quiso entregarlo a los romanos y se fue a Creta. Ahí no duró mucho, y se fue a buscar refugio con Prusias I de Bitinia, quien estaba en guerra con un aliado de Roma, el rey Eumenes II de Pérgamo. Aníbal apoyó a Prusias en esta guerra y mostró ser el padre de lo que hoy llamamos guerra biológica cuando durante una batalla naval, echó calderones enteros de culebras dentro de los botes enemigos. Los romanos otra vez estaban antojados de pescarlo y mandaron a Flaminio a pedirle su entrega. El malagradecido de Prusias acordó entregarlo, pero Aíbal no estaba dispuesto que el rey quedara bien con sombrero ajeno. En Libyssa, costa oriental del Mar de Mármara, apuró una copa de veneno, polvo que siempre llevó consigo en un enorme anillo. Curiosamente en ese mismo año 183 moriría su archirrival escipión Africano.
Aníbal pasa a la historia como el más grande comandante militar al lado de Alejandro Magno. Las madres romanas desde que él vivía lo consideraron apto para ser el Coco y asustar a sus hijos díscolos gritándoles “ahí viene Aníbal!”Yo por mi parte me prendé de él desde los 7 años de edad, a tal punto que ya siendo mami me conseguí un precioso ganso africano y lo nombré Aníbal para que fuera el terror de los pillos.

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