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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

sábado, 9 de enero de 2010

La Novia Reciclada


La Madre Involuntaria de la Iglesia Anglicana: Catalina de Aragón

Si a Catalina, hija de los Reyes Católicos de España, le hubieran dicho que sería la causante de que los ingleses tuvieran una nueva fe-divorciada del catolicismo-pordiosito que se muere del disgusto. Pero como la historia le juega bromas macabras a quienes menos lo merecen, Catalina pasa a la posteridad no solo como la reina a quien más amaron los ingleses sino como la que propició que ellos tuvieran una nueva iglesia cuando se rehusó a divorciarse del monarca Enrique VIII.
Catalina era la hija menor del matrimonio formado por la vigorosa e intrigante Isabel de Castilla y su malencarado maridazo Fernando de Aragón-más conocidos como los Reyes Católicos aunque a veces no obraban muy cristianamente. Nacida un 15 de diciembre de 1485 en Alcalá de Henares, sus padres decidieron educarla muy bien para que fuera muy bien cotizada en el mercado matrimonial de princesas. Para suerte de Catalina, debajo de su preciosa cabellera rojiza había un cerebro muy ágil y cuando le tocó aprender idiomas, historia y matemática, lo hizo con la misma dedicación con que aprendió a tejer, bordar y guisar. Al llegar a los 16 años, sus padres optaron por casarla con Arturo, el tísico hijo mayor del rey inglés Enrique VII Tudor.
La boda se dio un 14 de noviembre de 1501 en la catedral de San Pablo en Londres, siendo Arturo apenas un adolescente también. Durante meses, juguetearon, rieron y se hicieron buenos amigos, pero al parecer ya Arturo estaba tan débil que no pudo consumar el matrimonio. Reza la leyenda que Catalina, para evitarle un bochorno ante los sirvientes a su esposo, se pinchó un talón con una navajita para producir lo que muchos creyeron fue la sangre del desvirgamiento. Este truquito más adelante habría de costarle carísimo.
Un 2 de abril de 1502 Catalina uedó viuda al morir Arturo. Dado que el pinche del rey Enrique VII no quería perder la jugosa dote de Catalina, hasta pensó en casarse él mismo con ella después de la muerte de parto de su mujer Elizabeth. Catalina como viuda vivía muy humildemente, y solo conocería nuevamente el lujo cuando Enrique, el hermano menor de su finado esposo, se enamoró de ella y le propuso boda. Aunque Enrique era varios años menor que Catalina, se entendieron bien y al inicio fueron felices, habiéndose celebrado la boda en 1509.
Catalina posteriormente habría de afirmar que llegó virgen al lecho de su segundo enlace. Comenzó a parir de inmediato, pero de 6 embrarazos, solo un vástago-la niña que luego sería la reina María La Sangrienta-sobreviviría, y no precisamente en buena salud. Catalina como consorte fue excelente, siendo capaz de reinar mientras su marido andaba pavoneándose en Francia entre 1511 y 1514.Fue una gran patrona de las artes, la cultura y la educación, y entre sus amistades ilustradas se contaba Tomás Moro, quien luego perdería la cabeza por negarse a aceptar el divorcio de Enrique VIII de ella.
Enrique siempre fue zángano, incluso llegando a engendrar al ansiado hijo varón con Elizabeth Blount, una mujer de costumbres bastante livianas. El problema era que este hijo, al ser bastardo, no podía optar a la corona. Posteriormente, Enrique tuvo amores con María Bolena y luego se enredó en una pasión deseperada con Ana, la hermana menor de su querida.
Ana resultó ser más astuta que su hermana mayor. Se negó a ser solamente una concubina y no se fue al lecho con Enrique por mucho tiempo. Rompió su compromiso con Percy de Northumberland, según algunos dicen por intrigas del rey, quien estaba locamente enamorado de ella. Al ver que tenía que "pagar con boda" por Ana a como no lo había tenido que hacer con María, Enrique le planteó a Catalina que el matrimonio de ellos estaba maldito porque él se había casado con la esposa de su hermano. Enrique alegó que no siendo válido su matrimonio con Catalina, Dios lo castigaba negándole un hijo varón y que debía casarse de nuevo para buscar el varoncito. Catalina se negó en redondo a darle el divorcio, alegó que había sido virgen al casarse con Enrique(aunque no faltó quien mencionara la sábana ensangrentada de cuando Catalina era la esposa de Arturo).
Catalina se aferró con dignidad a su amor por Enrique y le tocó sufrir mucho por su decisión. Fue separada de su hija María. Iracundo, Enrique VIII rogó, amenazó, lloró y escribió muchas cartas, pero el papa, temiendo represalias del sobrino de Catalina(el formidable emperador Carlos I), se negó a dar el divorcio. Al verse imposibilitado de casarse por la iglesia católica, y temiendo que el hijo que esperaba de Ana Bolena fuera a nacer fuera de la cobija matrimonial(para entonces Ana se le había entregado a Enrique),el rey optó por romper con la iglesia católica y proclamarse cabeza de una nueva religión cristiana llamada anglicanismo o Iglesia de Inglaterra. Catalina insistió en seguir siendo llamada la reina de Inglaterra y se negaba a aceptar que su esposo la hubiera cambiado por la intrigante, libidinosa y calculadora Ana Bolena.
El hijo de Ana resultó ser hembra-por cierto una de las más dotadas de la historia porque fue Elizabeth I Tudor, la reina Virgen-y Enrique comenzó a decepcionarse con ella. Catalina llevaría una vida de calvario rechazada por su esposo y alejada de su hija, y tras mucho sufrimiento y enfermedad murió un 7 de enero de 1536 en el castillo de Kimbolton. Luego sería enterrada en la catedral de Peterborough. Toda la humillación, impotencia e indignación que sufriera esta reina dejó un hálito de asco en torno a la figura de Enrique VIII. Dicen las malas lenguas que un día antes de expirar Catalina rezó,"Dios mío, perdónalo tú a Enrique, porque yo no puedo, y no es poco lo que viene por él."
Este glotón monarca no pudo ser feliz tampoco. Después que Ana Bolena sufriera un aborto(perdiendo un varón) cuando lo pescó manoseando a quien sería su sucesora, Enrique acusó a Ana de adulterio e incesto(ambos falsos) y la hizo decapitar para casarse a poco tiempo con la madre del único varón legítimo que engendraría, la sosa Jayne Seymour con quien Ana lo agarró en arrumacos. Esta esposa tampoco le duraría mucho a Enrique, dado que poco después de cumplir con darle el ansiado heredero varón, se murió de fiebres puerperales. La cuarta esposa de Enrique, Ana de Cleves, al ser un real susto en ayunas, se vio aliviada al ver el matrimonio anulado por falta de consumación.
La quinta esposa, Catalina Howard, fue la jovencita cuya líbido descontrolada colmó de cuernos la testa de Enrique y la sexta esposa, Catalina Parr, aunque nunca lo deshonró tampoco lo amó con pasión ya que se casó estando enamorada de otro. Hubo maldición cumplida entonces? Fueron proféticas las palabras de Catalina de Aragón? Lo cierto es que si Catalina de Aragón no se hubiera negado a divorciarse de un hombre que fue un patán malagradecido con ella, hoy no existiría quizás la iglesia anglicana y la memoria del obeso y rubicundo Enrique no estuviera manchada por su afición a la crueldad y sus costumbres de ladykiller.

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