Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

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lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

lunes, 4 de enero de 2010

musicos cèlebres


TOÑITO,EL IDOLATRADO CURA ROJO


Mi primer encuentro con Antonio Vivaldi, llamado El Cura Rojo por su melena cobriza, data de 1962, cuando mi madre decidió aquietar a la rolliza bebé que apenas comenzaba a caminar (que era yo) y a mi traviesa gata abisinia Torta poniéndonos Las Cuatro Estaciones en el tocadisco de la sala. Acto seguido, la felina y yo nos sentamos a escuchar la mágica música y a soltar baldes de baba. Orfeo anota dos melodiosos goles contra las bestias.El flechazo con el compositor veneciano fue fulminante y eterno, y hasta la vez no hay calambre menstrual, fiebre de malaria, dolor de parto o sencillo mal genio que mi Toño no me logre curar como con la mano de Papachú.
Según las estadísticas de mortalidad infantil del siglo XVII, Antonio Vivaldi, se debió de haber muerto chiquito. Hijo de un barbero veneciano que era adicto al violín, se cita su fecha de nacimiento como el 4 de marzo o el 15 de junio de 1678, pero se cree que fue bautizado casi de inmediato que salió del vientre materno- prematuro.pálido y enfermizo- porque no daban muchas esperanzas que sobreviviera. Juan Bautista Vivaldi, a pesar de ser un humilde barbero, tenía amistades muy linajudas dado que tocaba en la orquesta de la Basílica de San Marcos. Estos amigos habría de ayudarle con la educación musical del muchacho. El asma que habría de padecer Antonio toda su vida no le impidió dedicarse desde muy chiquito al violín, y su padre al darse cuenta que tenía un genio entre manos, se ocupó de prepararlo muy bien. Ya siendo un chavalo de 10 años, Antonio solía tocar al lado de su padre en la orquesta. Siendo adolescente, componía algunas piezas de música eclesiástica, y sus padres estimaron conveniente que se metiera a estudiar para sacerdote. En 1693 entró a un seminario y el 23 de marzo de 1703 fue ordenado sacerdote.
El llevar la sotana no le impidió seguir admirando a las mujeres, y en Venecia abundan leyendas sobre sus correrías de joven y los suspiros que su rostro de ángel y cabellos rojos suscitaban en las hembras de la especie. Fue apodado Il Prete Rosso, El Cura Rojo. En una ocasión, la inspiración le bajó en medio de una misa y salió como loco en medio de un Kyrie para buscar pluma y papel pautado. Este arranque le irritó mucho a sus superiores, quienes le prohibieron que oficiara misa. Sin embargo, Antonio no echó de menos el púlpito y se fue a dar clases de música a las niñas huérfanas del Ospedale della Pietá, un hospicio que luego se convirtió en conservatorio gracias a la pujanza del pelirrojo Antonio. Entre las chicas estaba una ágil trompetista llamada Cecilia, y la muchacha se decidió a pescar al maestro, lográndolo varios años después. Antonio llegó a casarse con Cecilia mucho después que ésta abandonó el Ospedale, le tuvo dos hijas y hasta le aguantó infidelidades. En 1708 las chicas de Antonio fueron aplaudidas por el rey de Dinamarca y Noruega, y fue mucha la admiración que el monarca manifestó por el músico. Antonio por su parte dedicó un juego de sonatas para violín al soberano.
En 1709 Antonio se vio despedido del Ospedale, y se cree que fue porque se filtró algo sobre sus amores con Cecilia. Pero trabajo no le faltó a Antonio y en 1711 se hizo famoso a nivel de Europa por su nueva obra El estro Armonico. Antonio en sus composiciones perfeccionó el modelo del concerto grosso ideado por su compatriota Arcangelo Corelli. En 1711 los directores del Ospedale se dieron cuenta de lo estúpidos que fueron al despedir a Antonio y lo recontrataron. Pero en 1718 comenzó a trabajar con el Príncipe Felipe de Hesse-Darmstadt en Mantua, y ahí conoció a la cantatriz Anna Giraud, con quien iba a protagonizar un escandaloso affaire que hizo que Cecilia lo corriera de la casa. La leyenda afirma que en una ocasión Anna y Cecilia se trenzaron a golpes disputándose el amor del compositor. A estas alturas, algunos afirman que el bello Antonio ya había colgado la sotana, pero otros juran hasta con los dedos de los pies que seguía usándola para protegerse de las féminas atrevidas. En 1723 Antonio fue a conquistar Roma, y entre sus admiradores más fervientes estaba el papa de turno. En 1725 publica Las Cuatro Estaciones, obra que hasta la vez está considerada como piedra angular de la música orquestal de todos los tiempos. En 1728 conoció al emperador austríaco Carlos VI, quien se convirtió en uno de sus fans. En 1729 Antonio acabó su affaire con Anna, volvió con Cecilia y según muchos finalmente se casó con ella para poder viajar a Viena en paz con su familia. Dos años después de su regreso en 1733 a Venecia, Antonio regresó al Ospedale de la Pietá, donde firmó un contrato un 5 de agosto. Pero en 1737 un odioso arzobispo llamado Tomás Ruffo le prohibió a Antonio entrar a la ciudad de Ferrara en un 16 de noviembre, cuando el compositor debía dirigir una de sus óperas. Ruffo lo llamó "hombre de asqueroso pasado y costumbres licenciosas, amante de la prostituta Anna Giraud" junto con toda suerte de epítetos desde impío hasta zanganete. En 1740 Antonio ya no aguantó más humillaciones y gazmoñerías y se fue de vuelta para Viena, renunciando al Ospedale. En Viena habría de pasar toda suerte de vicisitudes con su familia, dado que su protector Carlos VI(quien hasta lo había condecorado como caballero y le había regalado joyas) había muerto en octubre de 1740.Se cree que Antonio Vivaldi murió un 28 de julio de 1741 a causa de una peritonitis cuando se le reventó el apéndice. El Cura Rojo fue sepultado en una fosa para pobres, y su música hubiera permanecido olvidado si no hubiera sido por las transcripciones que hizo de varias obras suyas ese genial organista y compositor barroco alemán Juan Sebastián Bach. En 1926 en un monasterio italiano se descubrieron un montón de obras de Antonio, y cuatro años más tarde otro costal de preciados manuscritos salieron a luz. En 1939 se hizo el primer festival de su música, y en 1950 se grabó por primea vez su obra cumbre Las Cuatro Estaciones. En 1938 se encontró en Viena un registro de entierros en el cual se plasmó la sepultura de Antonio Vivaldi.
Sin embargo, Antonio Vivaldi a través del tiempo sigue suscitando la misma admiración que cuando andaba vivo y coleando, y mi obsesión con su figura y su música persiste a tal grado que el año pasado hice el cuento de terror Il Prete Rosso basándome en su vida y obra. Era lo menos que podía hacer para agradecer los incontables momentos de exquisitez que su música me ha obsequiado.

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