Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás
lo dijo William Wallace

los webmasters de la primera website

los webmasters de la primera website
Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

sábado, 9 de enero de 2010

Y le quitó el trono al taraila


Pedro II de Portugal: robatrono, robaesposa y afortunado

En realidad, si me preguntan qué cosa es peor-si descender de un Pedro tan enamorado que desenterró a su tercera mujer para coronarla a como lo hizo Pedro el Severo I de Portugal-o trazar la línea genealógica al trapero más grande que hay entre reyes lusos, las opiniones pueden variar, porque Pedro II tiene muy manchada tarjeta en los anales de la historia.
Nacido el 26 de abril de 1648 y fallecido un 9 de diciembre de 1706, fue regente del país entre 1668 y 1683 hasta que logró quitarle la corona a su hermano en 1683. Pedrito era el segundo hijo del rey portugués Juan IV, y conforme la primogenitura que se observaba a la hora de ceñirse la corona, Pedro no estaba destinado para mangonear el país. Recordemos que Portugal había estado sometida al yugo español bajo el trono Habsburgo y Juan IV era rey desde que España escogió reconocer de nuevo la independencia de este país. El hermano mayor de Pedro, Alfonso, era el seleccionado para acceder al real taburete como Alfonso VI, pero digamos que el muchacho tenía un no tan pequeño problema: estaba loco de atar, tenía inclinaciones criminales, se comportaba como un cerdo suelto en el comedor y no tenía la más mínima facultad para gobernar un país cuando ni siquiera podía gobernarse su propia conducta. Pedro, quien desde chico le tenía miedo a los arranques de loco de Alfonso, siempre lo odió y tramó para quitarle lo que él consideraba debería ser para él: el acceso al trono.
Pedro también tenía sus cuatro manías extrañas, pero obviamente era mejor escogencia que Alfonso, quien en las noches salía a vagar por Lisboa con una espada a matar trasnochadores, pasar la noche en burdeles y cometer atrocidades contra el infortunado transeúnte que se le cruzara en su camino. Alfonso, quien jamás se bañaba a pesar de padecer de bulimia, fue casado por razones de estado en 1666 con María Francisca de Saboya(nacida en 1646 y muerta en 1638, por cierto emparentada con el soberano galo Luis XIV el Rey Sol). Para la delicada francesita quien era ija del Duque de Nemours, su encuentro con Alfonso había sido una pesadilla de repulsión a primera vista, y escogió tener como confidente a su cuñadito Pedro, quien tenía mejor presentación, y mucha sagacidad. Pronto, al empeorar el estado de salud de Alfonso, mientras éste corría dando gritos, cubierto de vómitos y atacando todo mundo, Pedro consiguió hacerse el amante de su cuñada, a quien enamoró con todo artilugio al alcance de la mano.
En 1668 la locura y desmanes de Alfonso llegaron a tal extremo que Pedro quedó nombrado regente dado que el rey estaba fuera de control. Entre María Francisca y Pedro lograron meter a Alfonso tras las rejas en las islas Azores en 1667 para que no siguiera estorbando, se entregaron a sus amores y pronto acabaron casados con todas las de ley ya que el matrimonio de María Francisca con el loco fue anulado. Fruto de este enlace, la pareja tuvo una sola hija, Isabela Luisa, quien nació en 1668 y murió en 1690 tras haber protagonizado toda suerte de ridículos, a tal punto que el populacho portugués la llamó la “siempre-novia” pues hubo planes de nupcias con diversos pretendientes linajudos pero jamás logró ser llevada al altar . En 1683, en el mismo año que Alfonso murió completamente desquiciado en Sintra donde había sido trasladado, la libidinosa María Francisca falleció, y la princesita Isabela Luisa jamás fue un ejemplar de particular robustez, estando siempre enferma. Dado que Pedro no confiaba en que su hija sobreviviera, decidió casarse nuevamente, esta vez no por amor sino que por conveniencia. Esta vez se matrimonió con María Sofía de Neoburgo, hermana de la arpía gritona y pecosa María Anna de Neoburgo que era la segunda esposa del pobre tarado rey Carlos II de España(último monarca de la dinastía de los Habsburgo en España). Este matrimonio dio buenos resultados, porque al fin y al cabo se produjeron seis retoños, incluyendo al nuevo heredero al trono Juan quien heredaría el trono luso como Juan V de Portugal cuando su papi Pedro II murió en diciembre de 1706.
Como rey ya por derecho propio tras la muerte de su peligroso hermano, Pedro tuvo “más leche que un sapo.” El suertero mandamás se vio cubierto de plata en el sentido literal de la palabra, pues para 1683 se descubrieron las enormes minas de plata en la colonia más grande de Portugal, Brasil. Tanta fluidez económica le permitió quitarse de encima en 1597 a las Cortes, y pudo reinar a su antojo hasta que se murió. Pedro Ii tuvo que rascarse la cabeza como mono con pulgas ante el dilema posado por la Guerra de Sucesión Española después de la muerte del inútil Carlos II de España. Al inicio Pedro le dio el apoyo a los franceses que imponían en el trono a Felipe de Anjou(luego conocido como Felipe V de España, y fundador de la dinastía borbónica en ese país). Pero apartó sentimentalismos baratos y el 16 de mayo de 1703 Portugal y Gran Bretaña firmaron el tratado de Methuen mediante el cual Portugal conseguía privilegios para comerciar su vino y los ingleses lograron concesiones para sus textileros, comprobando que en efecto la globalización es tan vieja que da risa oír hablar de ella hoy en boca de seudoexpertos. Pedro luego firmó una alianza militar con Austria y Gran Bretaña en diciembre de 1703 para invadir España. Pedro tanto en su política interna como en su proyección externa mostró ser un hombre sagaz, desconfiado, traicionero y materialista que creía más en el poder del dinero que en palabras de honor. Era de esperarse, si tomamos en cuenta que no dudó en quitarle trono y esposa a su propio hermano...

No hay comentarios:

Publicar un comentario