Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

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lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

domingo, 3 de enero de 2010

imperio romano


DE “TONTO COBAYO”A GRAN MANDAMAS: AUGUSTO DE ROMA

Resulta curioso que Octavio, más conocido como Augusto tras ser reconocido por el senado romano como emperador, en su adolescencia era considerado un enclenque útil para nada. Sus compañeritos de juegos, tras hacer curiosas comparaciones de menudencias en los urinales, le apodaron “tonto cobayo” por las dimensiones mod¬estísimas de sus genitales, pero el arma secreta de Augusto estaría en su prodigioso y creativo cerebro, no en su perfil de alfeñique currutaco.
Nacido en el año 63 antes de Cristo, se llamaba Cayo Julio César Octaviano y era sobrino nieto del cruel y sagaz bisexual Julio César. Su famoso tío abuelo lo adoptó ya que carecía de legítimos sucesores machos, quizás gracias a su ojo político que detect6 las semillas de grandeza que yacían bajo el exterior insignificante del muchacho. Cuando Julio César fue asesinado en marzo del año 44 de La era pre cristiana en las gradas del senado, Octavio pasó a formar parte del segundo triunvirato compuesto por el guapo y borrachín Marco Antonio y el cal¬culador Lépido. Sería Augusto quien enviara a Roma la cabeza de Bruto, uno de los asesinos de su tío abuelo.
Augusto era menudito, flaquito, con cara de confite, pelo color arena, ojitos verdes y agradable. Su cara de inocencia fue lo que logró que un galo que lo quería a asesinar desistiera de hacerlo. La tez clara pronto se cubriría de manchas, y el muchacho pasó a ser una enciclopedia médica de síntomas y padecimientos. Tenía mala digestión, el reumatismo le atacó una pierna y la artri¬tis se cebó en su mano derecha. Para el año 23 de la era pre cristiana tuvo tifus, cálcu¬los en La vejiga, muchos catarros y padecía de insomnio. No soportaba asolearse y la equitación lo cansaba, más que al caballo pues Augusto era carga liviana. Toda su vida sería enfermizo, y a veces iba al campo de batalla llevado en palanquín. A los 35 años ya era un caso de senilidad prematura, y desconfiando de los galenos como una muestra más de su precoz sabiduría, se autorrecetaba medici¬nas. Solo un tal Musa lo salvó de un abce¬so hepático, por lo cual los doctores en Roma pudieron librarse de impuestos. No era bueno a la mesa, era muy supersti¬cioso, sin embargo su líbido estaba intacta¬ Aunque se neg6 a copular con Cleopatra tras perder esta reina la Batalla de Accio, Augusto tenía abundante apetito sexual. Protector de la familia, en contraste hizo asesinar a Cesarión, el hijo que Julio César tuvo con Cleopatra. Tras los prolongados disturbios que se dieron después de La muerte de Julio César, y tras derrotar a Marco Antonio, Augusto se ech6 manos a la obra a limpiar y hacer funcionar Roma. Se ganó la confianza del senado e implementó leyes que beneficiaron a todos. Promovió valores morales y la familia, y pronto el mismito senado, tras un conato de renuncia por parte de Augusto, lo instó a llamarse a como hoy lo recordamos y a ocupar el puesto de emperador.
Como mandamás absoluto, Augusto resultó ser una refrescante y útil sorpresa. Fue forjador del imperio, y no amordazaba a nadie. Cuando los periodistas lo criticaban, reía con ellos.
Sin embargo, Augusto no estaba destinado a ser feliz en su vida privada Su familia seria fuente eterna de bochornos y preocupaciones Primero fue casado con Claudia, a quien devolvi6 intacta a su casa tras una violenta trifulca con Fulvia, la madre de La chica. Luego se cas6 con Escribonia, quien le dio a su túnico retoño, Julia. Estando casado con Escribonia, se prendó de la embarazada esposa de Tiberio Nerón.Augusto le pidió al esposo que se apartara para poderse casar con Livia, quien ya era mami del futuro emperador Tiberio. Augusto no esper6 a que la bella Livia pariera a Druso para matrimoniarse con ella. Curiosamente, Augusto jamás pudo tener hijos con ella. Quizás por eso amó profundamente al
bebé que nació pocos meses después de su boda, aunque Druso no tuviera su sangre. Julia, su unigénita, sería el origen de muchas jaquecas para Augusto pues la chica era una ninfómana consuetudinaria y itinerario. Alegre, bella, accesible y jovial, Julia se casó tres veces (la última vez con su hermanastro Tiberio, el futuro
emperador), pero no podía dejar de irse al lecho con cualquiera. Abochornado, su padre La exilió a Pandataria y le cortó los alimentos, a tal punto que Julia murió de desnutrición. Augusto también exilió a su nieta Julia cuando la chica siguió los mismos alborotados pasos que su casquivana madre. Augusto también sufrió bochorno cuando su rival Marco Antonio abandonó a Octavia seguir a Cleopatra. Augusto había casado a su adorada hermana con el borracho y granuja Marco Antonio esperando que la buena influencia de la muchacha estabilizara al sin-verguenza, pero lo que consiguió a la larga para la virtuosa Octavia fue solo un pasaporte hacia la desdicha. Augusto acabó adoptando a Tiberio para que heredara su trono.

Este hombre cuya única distracción era navegar por la costa de Campania era bueno a firmar decretos, sin permitir que las leyes fueran solo papel mojado, por lo cual si resucitara sería un panacea para nuestra revuelta Nicaragua. Anexó Hispania, Raetia, Noricum, Pannonia, Moesia, Galatia, Lycia y Pamphylia, y tuvo como buenos consejeros al célebre patrono de las artes Mecenas y Marco Vipsanio Agripa. Organizó bien la Galia conquistada por su tío abuelo, y con él comienza la gran Paz Romana Cuando ya tenía 60 años era un inválido, comía casi solo mogo, pero insistía en trabajar casi 20 horas al día, lo cual le hubiera caído de perlas a la comisión de invalidez de nuestro amachetado seguro social nica. En el año 14 de la era cristiana, cuando contaba con 67 años, cansado y entristecido por su disfuncional familia, Augusto murió en cama en brazos de su idolatrada Livia. Le dieron un funeral fastuoso a como No le hubiera gustado a este hombre modesto, valiente, trabajador y gran forjador de uno de los imperios más asombrosos de la historia.
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