Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

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lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

lunes, 4 de enero de 2010

què des madres!


LAS CELEBRES FANS DEL ABORTO


Recientemente, me antojé violentamente de soltar un puñetazo en la persona de una rábida feminista cuando ésta defendió el destrabe de una ley que permita aborto libre y fácil para todas, soltando así la licencia para el crimen más nefando que puede haber. "Hacer un angelito" era uno de los eufemismos en otras épocas para abortar, y varias mujeres de la historia se llevaron tamaño pecado a la tumba.
Julia Flavia era una bellísima doncella romana que tuvo la sal de ser la sobrina del emperador loco Domiciano. El desquiciado en cuestión la tomó por amante y procedió a refocilarse abundantemente con ella, pero cuando la muchacha salió pipona le exigió que abortara al fruto de su vientre. Como resultado de este nefando crimen, Julia también se murió de una galopante septicemia. Otra linajuda dama "made in Italy" que abortó y como consecuencia ella misma se murió fue la tristemente célebre y erudita Lucrecia Borgia. Lucre estaba casada con el Duque de Ferrara cuando salió grávida como producto de buen traveseo que le hizo un pajecillo. Cuando Lucre se enteró que estaba pipona y no le podía echar el pastel al marido porque éste llevaba buen rato sin requerirla en el lecho, optó por buscar cómo deshacerse del "cuerpo del delito"(léase la humanidad del pobre embrioncito). Pero como el que a hierro mata a hierro muere, el destino se vengó y Lucre murió desangrada a causa del aborto, pagando carísimo con su vida su última indiscreción sexual. Khureem("La Que Ríe" en turco) fue la adorada favorita del gran sultán otomano Solimán el Magnífico, y fue elevada de costurera a odalisca y esposa predilecta del mandamás-poeta después de haberle parido varios hijos, entre ellos el futuro obeso y disoluta Selim El Borrachín. Khurrem no solo habría de asesinarle a dos hijos de una anterior mujer a Solimán, sino que en un arrebato de rabia abortó la criatura que esperaba de su regio esposo para desquitarse lo que ella consideró una grave ofensa. Khurrem logró desalojar de su vientre a su criatura usando agujas de tejer, y como la mala yerba parece que nunca muere, vivió para contar el cuento entre carcajadas malévolas.
Isabel de Portugal fue la bellísima esposa del famoso emperador Carlos I de España y V de Alemania(nieto de los Reyes Católicos). Mientras su marido armaba guerras o daba guerra con sus queridas(como la robusta Bárbara Blomber, con quien fabricó a su bastardo Juan de Austria), Isabelita se distraía sexualmente con su pintor de cámara, el italiano Tiziano(quien la pintó muy bien también) y algunos duques. Grande fue la sorpresa cuando Isabel murió de una septicemia uterina pavorosa, pudriéndose su cadáver antes de que pudieran echarla en su ataúd. Al parece un noble había preñado a la hermosa y lujuriosa reina y cuando ésta abortó para que su maridito no la pescara en falta, pescó una infección de padre y señor nuestro, pagando así por la vida tierna que segó en aras de su "honorabilidad."
Alma Schindler era el nombre de soltera de una dilenttante de las artes que acabó siendo esposa del gran compositor y director de orquesta judío Gustavo Mahler. Esta tal Alma era una ninfómana de cuidado con aires de diosa y desplantes de chica malcriada, y aún estando casada se dio a la tarea de coleccionar amantes. Dado que su frenesí sexual se desató antes de que la sublime Margaret Sanger le comisionara la píldora al Dr. Pinkus, Alma Schindler Mahler salió pipona como resultado de sus ratos de pasión con el pintor Oskar Kokoschka, a quien conquistó tras la muerte por infarto de su cachudo marido Mahler. En medio de un pleito que le armó Alma a su amante pintor(quien objetaba a que Alma tuviera un busto del difunto Gustavo Mahler en la misma habitación donde ellos se revolcaban extasiados)Alma decidió vengarse de su celoso amante y se fue rauda al médico para que le extrajera de su vientre el hijo manufacturado.
María Marteneau, considerada por muchos como la más grande percusionista de todos los tiempos, fue amante del gran arpista, compositor y terrorista palestino Daniel de Armati. El hecho de que la baterista francesa fuera bastante mayor que el genial Armati no impidió que ésta saliera preñada, pero cuando el palestino se negó a divorciarse de su esposa para formalizarse con ella, María se hizo practicar un aborto e hizo enviar al feto en un vaso de alcohol rosa de macabro regalo a Armati. El arpista se enfureció tanto que no dudó en propinarle a su francesita una de las palizas más grotescas de la historia, sacándola a puntapiés de la cama donde la María convalecía.
Francoise Sagan, escritora francesa cuyas novelas entre dulces y amargas causaron revuelo, fue otra mujer que admitió abiertamente el haber abortado. Y según las malas lenguas, con la mía muy a la cabeza por supuesto, la Sagan se deshizo no solo de uno sino de varios fetos durante sus años locos cuando dormía con cualquier cosa que tuviera menudencias masculinas. Entre actrices del celuloide, el aborto fue muy común y lo sigue siendo. La hermosísima bomba sexual Marylin Monroe se extrajo dos fetos cuando no era aún superestrella, y cuando quiso tener hijos con Di Maggio y luego con Arthur Miller, ya tenía las entrañas más cicatrizadas que jiñocuabo a la orilla del camino. Siempre habría de lamentarse el no poder ser madre. La bella Joan Crawford también abortó y como consecuencia de tamaño desmán, quedó estéril, tratando de consolarse al adoptar a unos niños a los cuales luego sometió a miles de vejámenes. En Francia, la mayestática Catherine Deneuve limitó su familia a solo dos hijos(por cierto habidos fuera de la sábana matrimonial) utilizando el aborto como macabro anticonceptivo, y la rubia sexy del celuloide hollyuwoodense Jean Harlow también evacuó de sus entrañas a su propio hijo.
En México, las espantosas deformaciones pélvicas de la genial pintora judeo-azteca Frida Kahlo la obligaron a someterse al aborto, aún cuando ella deseaba fervientemente la dicha de ser madre y se escapaba de ahogar en su propio llanto cuando sus médicos le anunciaban que debía terminar con su embarazo si deseaba seguir viva. La imposibilidad de ser madre de Frida fue plasmada por ella en sus conmovedores cuadros, y quizás fue la única mujer de la historia quien abortó contra su voluntad cuando deseaba más que nadie el gran gozo de sostener a un bebé propio en sus brazos.

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