Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás

Si caminamos hacia el sol dejamos las sombras detrás
lo dijo William Wallace

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Ing.Adolfo Urrutia y Cecilia,2005

domingo, 3 de enero de 2010

la experiencia a menudo inconfesa


VETERANOS DE GUERRA


Dan las doce de la noche nuevamente, y acudo
puntual a la cita con vos. Voy bajando por una
escalera de tiempo que pudo haber construido
una araña, si hubiera tenido dimensiones como
hilo. Voy llegando a vos sin distraerme a ver las
estrellas del cinturón de Orión, ni las dos osas, ni
Venus que más allá siempre luce seductora, y
entro por el resquicio de tus párpados pesados
de sueño.

Quiero comentarte que me parece que dormís
muy poco y trabajás demasiado, pero me ocupo
en reacomodar la sábana para que los zancudos
no te piquen en la planta de los pies, pues si algo
recuerdo del mundo es lo molesto que es un
piquete de zancudo en un trozo de piel que no
contiene melanina.

Unos centímetros más allá tu esposo duerme con
la boca abierta, que bueno que son aseados y no
hay cucarachas en la casa o tu consorte podría
tragarse una enterita mientras ronca como olla
de nacatamales. Quiero respetar tu cansancio de
mujer de ñeque, mujer de ñeque a como era tu
madre también, pero es la única oportunidad que
tengo para poderme domunicar con vos y
palabra que no la voy a dejar pasar por alto. Es
demasiada la nostalgia y tan poca la
oportunidad para poder conversar con vos en la
única forma en que me es posible ahora.

Antes de dormirte hoy, viste un documento de la
Segunda Guerra Mundial, y por un momento
estuve ante vos, vivo, vital, ansioso a como era a
mis veintipico de años en el Desembarco de
Normandía. Un nudo se te pegó como corbata
asfixiante en la garganta pero no dijiste nada al
verme. Me reconocerías aún si me parara
delante de vos con un barril de mierda encima
verdad? A como decía Piaf, la gorrioncita de
París de mis sueños juveniles, la inefable Edith
Piaf en su canción Tu Est Partout, estas por
doquier, y la realidad es que a tanto tiempo te
sigo saliendo por todas partes como el cadejo
nica.

Y eso es bueno porque vos tampoco querés estar
un solo segundo de existencia libre de mí. Y al
ver el video donde salgo jalando un bote fuera
del agua con otros tres compañeros has
entendido exactamente qué quiso decir Erich
Segal en la Historia de Oliver cuando el pobre
viudo afirma que buscaba entre los suéteres y
ropa de Jenny a ver si encontraba alguna
molécula viva de su mujer. Es escalofriante
como a veces la ficción es más real que lo que
nos pasa.

Por eso me ves por doquier y la otra vez,
mientras enredabas y desenredabas a tus
alumnos adolescentes por los vericuetos
espantosos de la gramática imperfecta del inglés,
me viste en el pasillo, un Día de San Valentín,
completo con mi uniforme, mi poilu que por una
de esas cosas de la vida ahora te ajusta como un
guante a tu rolliza figura. Sólo que me viste con
un ramo de rosas rojas en la mano, de las que
proclamas que no te gusta recibir porque
preferís que te den algo más práctico como una
sandía rellena de vino o chocolates Perugina,
que por lo menos son cosas prácticas y
pragmáticamente comestibles aunque no tienen
la facultad de suscitar esa sensación de tener un
cubo de hielo bajando por la espina dorsal hacia
el culo que invariablemente ataca a cualquier
enamorado cuando recibe un "te amo" con
pétalos y espinas.

Es curioso, seguimos hablando como antes,
como cuando estábamos tan al alcance el uno
del otro. O por lo menos te estoy hablando yo,
desde esta gigantesca y pataguina cavanga que
es el estar y no estar con vos y sólo tener acceso
al disco duro con contraseña de tus sueños.
Tengo que tener cuidado cuando me contacto
con vos ahora. Hay tantas cosas que puedo
averiar, o pisotear sin querer al entrar a tu
mundo interior. Sólo ahora te comprendo a
cabalidad, y no es porque ambos hayamos
pensado igual, o que la coincidencia sea feliz de
que ambos seamos redomados comunistas
prácticos, o que hubiéramos pasado por las
espeluznantes historias de la guerra.

Tengo que andar con cuidado, o esta
conversación podría tornarse en algo macabro, y
podrías hasta soñar con una enorme playa llena
de arena y sangre a como quedó mi idolatrada
Normandía después del 6 de junio de 1944. Si no
pongo cuidado y hablo demás, recordarás aquel
cadáver reventado por Jalapa en 1984 y
volverías a desear ser vegetariana. Y no es
remoto que si me desempeño como un toro en
una cristalería, el; escalofrío del espanto
regresará en forma de la memoria de una noche
en La Penca cuando conversaste toda la noche
con un teniente, pero cuando su cadáver fue
llevado al hospital dijo el forense que tenía más
de 20 horas de muerto y te dio una risa lunática
al pensar que pasaste volando lengua toda la
noche con un finado.

Ojo con esa maniobra, me dirás vos, con aquella
sonrisa de calabaza de Halloween y un pozo gris
amenazando desde el fondo de los ojos de
tormenta, y por eso debo recordar que me queda
poco tiempo para seguir esta conversación con
vos. Más allá tu gata duerme tranquilamente en
una caja de zapatos Adidas que te
acondicionaste primorosamente, y tu perro no se
despertará así le caiga encima toda una pandilla
de vagos, pero tu sueño es fragil, te agitas como
licuadora a veces y en otras ocasiones, cuando
las pesadillas hacen de vos pasto para el ganado
del miedo, te has despertado mordiendo el brazo
de tu marido creyendo que estás agrediendo al
invasor de tus sueños. No se si lo que hago es
bueno, hace tanto que me fui pero a vos te
parece tan reciente, y no hay día del mundo que
no hablas de mí. Te entiendo.

Yo tampoco nunca puedo alejarme mucho,
aunque a veces me arrecho y digo que ya basta,
que Stephen King tiene razón cuando dice dead
is dead, pero los planes y los propósitos a
menudo se hacen para botarlos a la basura.
Tendría que pasar unas veinte vidas y veinte
muertes más para ver si media distancia e
indiferencia entre vos y yo, pero ambos somos
veteranos de guerra y debajo de la piel hay un
recuerdo en común.

No se si la sangre que derramamos o que vimos
desperdiciada en un festival de vida truncada en
las trincheras es lo que nos ata como pegamento,
pero la realidad es que el resto de tu vida (o
vidas si crees en la reencarnación) vas a seguir
combatiendo en tus sueños. Teotecacinte,
Jalapa, La Penca no pueden divorciarse de tus
recuerdos, ni los miles de cadáveres en una
guerra tan fraticida a como fue la misma II
Guerra Mundial en la cual yo estuve, o para esos
efectos, las guerras napoleónicas donde estuvo
mi tatarabuelo, o el pleito ridículo que fue la
Guerra Francoprusiana donde estuvo mi abuelo,
o la crueldad de la Primera Guerra Mundial de
donde mi padre volvió fisicamente entero pero
sin más ganas de comer carne roja, o la
bochornosa intervención francesa donde estuvo
mi hermano mayor y en la cual Ho Chi Minh les
enseñó con cuantas papas se hace un guiso de
libertad vietnamita...

Hemos estado bañados en sangre desde que
nuestro ancestro Rollo dejó de ser el mismo para
ser Roberto en 911, y así seguiremos como una
agria maldición de espadas y AKAS y galiles.
Veteranos de guerra, bautizados con sangre en
la religión no inscrita del pavor. Sangre, hasta
cuándo más sangre, y lo sigo repitiendo en medio
de este sueño cuando me contacto con vos,
sabiendo que nuevamente volverás a tener
pesadillas independientemente que te acostés con
tu estómago vacío.

Hasta el sol que entra nuevamente en el tiempo
de Nicaragua parece manchar de sangre el alba.
El tiempo se me acaba, hasta que pueda volver
de nuevo desde este espantoso limbo donde soy y
no soy, donde existo y no existo, donde amo y no
amo. La claridad entra como olas que invaden la
Normandía de tu cotidiano bregar por un día
más de trabajo, y tengo que ir apartando las
telarañas de tu sueño para que despertés con
una sonrisa y no dando gritos.

Y cuando te hayas restregado los párpados y te
hayas desperezado como lince gordo, levántate
lentamente. No vaya a ser que al ponerte las
pantuflas, las encontrés repletas de sangre. Deja
que pasen unos segundos, y si aún así eso eso
sucede, te vas de inmediato a la ducha y no le
decís nada a nadie. Te lavas los pies y punto.
Que no es la intención del hombre que más te
ama, tu padre, yo, mancharte la hoja del día que
comienza, porque el mejor honor que le podés
hacer a este compañero veterano de guerra es
recordarlo siempre con una sonrisa.

12 de abril de 2000

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